El FMI cree que el Gobierno japonés cumplirá sus previsiones de inflación
El Fondo aplaude los avances de Abe pero pide acometer las reformas estructurales pendientes
La Abeconomía, la receta de tres puntos que el primer ministro japonés, Shinzo Abe, está aplicando al país para combatir la deflación que lo azota desde hace lustros, ha recibido, con algunas reservas, la bendición del Fondo Monetario internacional (FMI). Los expertos del Fondo, en su informe anual, destacan los efectos positivos que la revolucionaria política económica de Abe está teniendo sobre la situación de Japón a corto plazo, pero emplazan a las autoridades niponas a profundizar en las reformas estructurales para que este ímpetu inicial no se quede en agua de borrajas.
El organismo internacional celebra el impulso que el ambicioso programa de estímulos monetarios y fiscales ha dado al crecimiento —que prevé de un 2% del PIB en 2013— y a la lucha contra la deflación. El Fondo coincide con las previsiones del Ejecutivo, que se propuso un objetivo de inflación del 2% para 2014 y vaticina una subida de precios de hasta el 2,9% el año próximo. Al cierre de 2013, predice que la inflación —que fue del 0,4% en junio— se situará en torno al 0,1%.
El primer punto de las políticas de Abe, las grandes inyecciones de liquidez —sin precedentes por su amplitud y por su dimensión— que ha llevado a cabo el Banco de Japón, han contribuido a las pequeñas victorias del país en la guerra contra la deflación, y los técnicos animan a seguir con este tipo de medidas de apoyo. Eso sí, recomiendan que ejecuten con flexibilidad y con una medida política comunicación para asegurar su efectividad.
Pero todas las noticias positivas —que han extendido el entusiasmo entre las autoridades económicas japonesas y que el Fondo aplaude— no hacen que el FMI abandone su papel crítico. El informe pide a Abe que no se quede en la primera de sus recetas —la política económica para dar liquidez— y que emprenda de una vez las reformas fiscales tantas veces anunciadas y aplazadas y que acometa los cambios estructurales necesarios.
Porque, a pesar de haberle puesto buena nota en el examen, los evaluadores del organismo le dejan una larga lista de deberes al Gobierno japonés: fomentar el trabajo de las mujeres, cuya presencia en el mercado laboral es muy baja; desregular la agricultura y los servicios internos; reducir la "excesiva" dualidad del mercado de trabajo; relajar las exigencias de inmigración en zonas con escasez de mano de obra o estimular la inversión, entre otras.
Junto con esto, insisten en la necesidad una reforma fiscal “creíble” y sostenible en el tiempo. Tokio anunció que en septiembre hará públicos sus planes en este sentido, por lo que habrá que esperar para ver el alcance de los cambios que piensan poner en marcha.
El FMI mantiene que la reducción de la deuda pública exige un ajuste fiscal del 11% del PIB en la próxima década. Por eso, los expertos avalan la decisión de subir los impuestos sobre el consumo desde el 5% actual hasta el 10% en 2015. Este aumento, avanzado en marzo, es una de las medidas más temidas, por la posibilidad de que —todavía sin un crecimiento consolidado— haga caer el consumo, como ya ha sucedido en otras ocasiones en las últimas décadas.
A partir de 2015, avisan, será necesario tener un nivel de ingresos favorables al crecimiento y recortar el gasto para rebajar la deuda. Consideran que queda poco espacio para nuevos estímulos fiscales, algo que solo recomiendan si el crecimiento cae sustancialmente y siempre que haya una estrategia fiscal sólida y definida para el medio plazo.
El FMI también insta a controlar la depreciación del yen —que en junio era de un 20% interanual en términos reales efectivos—, uno de los aspectos más polémicos de las políticas de Abe. Una mayor devaluación de la moneda podría oprimir la política monetaria y afectar a las relaciones comerciales japonesas con el resto del mundo, especialmente con los países emergentes asiáticos, auguran.
Ejecutar el paquete completo de reformas es, a juicio del organismo, la forma de complementar y fortalecer los efectos de la Abeconomía y mantenerlos en el tiempo. No acometer estos planes significaría, según el Fondo, confiar demasiado en la política monetaria. Y eso, advierten, provocaría efectos muy negativos para Japón y la economía global en general.
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