El hundimiento de la cosecha dispara las alarmas en el aceite
La caída de la producción por el mal tiempo provoca una subida de precios
El aceite está revuelto. La posibilidad de una cosecha bajo mínimos ha disparado las alarmas entre los olivareros, que esperaban unas producciones superiores. Las previsiones para este año eran de 820.000 toneladas, frente a los 1,6 millones de toneladas de la campaña anterior, que fue todo un récord. Pero a mitad de la recolección ha quedado claro que la cosecha oscilará entre las 492.000 y las 600.000 toneladas, lo que supone volver a los niveles de 1995.
Lo más destacable de esta situación es que la fuerte caída de la cosecha se produce en un sector que aumentó las superficies hasta los 2,5 millones de hectáreas —de las que unas 600.000 son de regadío— y donde han proliferado los olivares intensivos de altos rendimientos.
Las razones del hundimiento de la cosecha se achacan a unas condiciones meteorológicas totalmente negativas durante toda la campaña. En los meses de primavera el sector sufrió fríos y la falta de lluvia. Se mantuvo la sequía durante los meses de verano y las lluvias de otoño solo sirvieron para engordar ligeramente la aceituna, pero sin producir aceite. Agricultores de las zonas productoras más importantes de Jaén no se acaban de creer que hayan finalizado la recogida solo con el 25% de producción sobre la campaña pasada.
La mala temporada puede obligar a triplicar las importaciones
En 2012 la demanda total de aceite de oliva ascendió a 1.450.000 toneladas, de las que 875.000 correspondieron a la exportación y el resto al mercado interior. Esta campaña se inició el 1 de octubre con unas reservas de 679.000 toneladas lo que, sumado a la previsible cosecha de este año, no llegará a cubrir las actuales necesidades totales de la demanda. Esta situación puede obligar a triplicar unas importaciones que tradicionalmente ascienden a 40.000 toneladas. La caída de la cosecha ha tenido un efecto inmediato en los precios. Estos han permanecido bajo mínimos en los dos últimos años —cerca de 1,65 euros por kilo en origen para un tipo de calidad media—, pero el verano pasado saltaron hasta los 2,4 euros el kilo y, en la actualidad, el precio ya se eleva a casi tres euros, con tendencia netamente alcista. Esta fuerte subida viene provocando una grave caída en la demanda interior desde el pasado otoño. Igualmente se teme la posibilidad de perder mercados exteriores frente a las producciones al alza de terceros países del norte de África.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.