Alemania avisa de que Francia vuelve a presionar sobre el rescate español
“Hay socios europeos que quieren que España solicite un programa al fondo de rescate, pero esa no es nuestra posición”, asegura una fuente de Berlín
El Gobierno lleva tiempo sintiendo una vertiginosa sensación, como si le hubieran acercado al mismísimo borde de un acantilado alto y escarpado. Hace unos meses, uno de los grandes temores del Ejecutivo acerca de la petición del rescate bancario era que el mercado podía acabar empujándole a solicitar un rescate completo. Así ha sido: España sigue financiándose, pero a niveles que amenazan con estrangular la economía española. El equipo de Mariano Rajoy, que en octubre estuvo pensando seriamente en esa solicitud, sigue empeñado en dejar en el aire esa posibilidad y en paralelo llena el granero del Tesoro por lo que pueda pasar, más aún con la incertidumbre relacionada con Italia. Pero las instituciones europeas, incluido el BCE, están listas para una eventual petición de ayuda, incluso van dando muestras aquí y allá —con la boca pequeña— de querer que España dé ese paso.
La impresión en Alemania es que la actitud de Merkel no ha cambiado
La gran banca de inversión lo da por hecho. ¿Y Alemania? “Corresponde al Gobierno español tomar esa decisión: lo único claro es que hay reglas y condiciones asociadas”, dice una fuente del Gobierno alemán en Berlín. Y añade: “Hay socios europeos que vuelven a presionar a España para que solicite un programa al fondo de rescate europeo, pero esa no es nuestra posición”.
Esas presiones vienen básicamente de Francia, necesitada de un cortafuegos tras la pérdida de la máxima calificación de solvencia. A París le preocupa que la marea de las primas de riesgo pueda alcanzar esta vez las costas francesas por la melé en la que se ha metido la política italiana, por el efecto en los mercados del posible fiasco de la unión bancaria o como consecuencia de un notable abanico de riesgos, que van desde nuevas sorpresas con las cuentas públicas de algún país a la profundización de la recesión europea o a posibles golpes de efecto adicionales de las agencias de calificación. Bruselas teme que una bajada de rating de alguno de los grandes países sea perjudicial para España, pero también potencialmente nociva en otras capitales.
El mercado ve el rescate
La impresión general en Alemania es que la actitud de Merkel no ha cambiado demasiado en las últimas semanas, aunque sí hay matices que hacen pensar que la atmósfera relacionada con el rescate español va mutando. Ansgar Belke, del think tank berlinés DIW, asegura que los mercados “anticipan con claridad un rescate con baja condicionalidad para que el BCE empiece a comprar bonos”. “La canciller Merkel rechazaba que esa petición llegara demasiado cerca de la decisión del Constitucional alemán sobre el mecanismo europeo, en septiembre. Y ahora el Ejecutivo asume que el mercado cada vez da como más probable el rescate, y que cuanto más tarde más impacto tendrá en las elecciones de otoño, por el castigo que supondría en una parte del electorado”.
A París le preocupa que la marea de la prima de riesgo alcance sus costas
Alemania no va a empujar a España porque su Gobierno mantiene la tesis de que algunas soluciones solo deben llegar en casos de extrema necesidad y el propio Ejecutivo de Rajoy asegura una y otra vez, en boca del presidente y de sus ministros o incluso a través de la patronal CEOE, que no necesita ayuda por ahora. “Pero a la vez Berlín es consciente de que le beneficiaría que la petición no se demorara demasiado. Y para España no sería positivo que se viera como una ayuda de emergencia en una situación desesperada”, añade Belke. A grandes rasgos, bancos como Goldman Sachs y Nomura, y fondos como Blackrock y otros hedge funds consultados, comparten esa opinión. Pero la posición de Berlín sigue anclada en que “España ha dicho que no necesita el rescate y en los mercados todo va razonablemente bien”, indican fuentes europeas en la capital alemana.
Francia niega presiones
Las presiones a España entran en el juego de los complicados equilibrios de la voluble geopolítica del euro. Siguiendo el juego del “a mí que no me miren”, el Elíseo desmintió este martes con rapidez y rotundidad poco frecuentes que Francia haya presionado a Rajoy para que solicite ya el rescate. “El presidente François Hollande siempre ha dicho lo mismo: que debe ser España quien decida su estrategia tanto sobre la banca como sobre una ayuda europea. Solo a España le compete tomar la decisión”, explicó Romain Nadal, portavoz diplomático de Hollande. El Elíseo descarta además que la cumbre de esta semana se vaya a debatir el caso español: “No esperamos decisiones sobre España”, zanjó el portavoz.
Pese al lógico desmentido diplomático, lo cierto es que París se ha movilizado más que nadie desde que Hollande llegó a la presidencia en mayo para que España salga de la parálisis y deje de ser un problema. La alianza forjada entre Hollande y Rajoy obedece a la relación privilegiada entre socios comerciales prioritarios que comparten tanto los inconvenientes (la caída a plomo del consumo en España perjudica a Francia, y viceversa: la recesión francesa daña las exportaciones españolas, una de las tablas de salvación por debajo de los Pirineos) como las eventuales mejorías del otro.
No es un secreto que Hollande, hoy señalado por Alemania y Bruselas por sus reformas demasiado socialdemócratas y menos promercado de lo que a Merkel le gustaría, necesita que España e Italia se recuperen lo antes posible, y por eso se ha batido el cobre durante los últimos seis meses, con escaso éxito, para que Madrid pudiera recibir la ayuda bancaria directamente, algo a lo que Alemania se opone frontalmente. “Es el momento de arreglar los problemas de la eurozona, primero con la unión bancaria y pronto con decisiones sobre España y Grecia”, dijo Hollande poco antes de la cumbre de octubre, en lo que pareció una alfombra roja para que España pida un rescate completo. Según la versión de Berlín, esa presión ha vuelto.
París saca la artillería contra Merkel
Pese a la bonita foto de Oslo en la entrega del Nobel a la UE, con la canciller Merkel y el presidente Hollande levantando el brazo del otro como dos deportistas que acabaran de terminar una prueba muy igualada, el ambiente entre las dos potencias del continente pierde cada día un jirón. Hollande aprovechó este martes la visita a París de la presidenta brasileña Dilma Roussef para sacar la artillería pesada y advertir a Merkel de que, para profundizar en la integración europea, hace falta que algunos países “hagan esfuerzos para mejorar su competitividad”, pero también que otros “reduzcan sus excedentes comerciales y estimulen su demanda interna”, en palmaria referencia a Alemania, que presenta abultado superávit comercial. “No acepto la idea de que en Europa haya un núcleo que va bien y una periferia que sufra y sea condenada a vivir menos bien”, añadió.
Las diferencias entre Francia y Alemania son de calado. París quiere una unión bancaria rápida para que el fondo de rescate recapitalice directamente los bancos con problemas; Alemania dice que esa es una de las piedras angulares de la nueva arquitectura europea y que no se puede ir con prisas, y Merkel ha asegurado que el fondo de rescate europeo podrá recapitalizar la banca española por encima de su cadáver. Además, Francia quiere que el BCE supervise todos los bancos, y Alemania rechaza esa posibilidad: esas diferencias se verán en la cumbre de esta semana en Bruselas. El otro gran motivo de discordia son las políticas de crecimiento: París quiere estímulos y Berlín es tremendamente reacio a dar su brazo a torcer en ese terreno.
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