El acoso a la deuda española se acentúa
Los intereses exigidos a los bonos a 10 años marcan los máximos de la era euro Barroso dice que llamó a Rajoy para que aceptase el rescate para la banca
La tarde de un sábado, por teleconferencia, mal preparado, peor comunicado y sin un solo detalle más allá de la cifra aproximativa de 100.000 millones de euros. A medida que pasan los días crecen las sospechas de que el rescate a España fue una operación de pánico preventivo, con Europa en busca de un dique de contención ante el miedo a un accidente financiero por la crisis en Grecia y las dudas sobre la banca española.
Cuando los lobos detectan miedo, muerden: la deuda española rompió este martes un nuevo máximo por las numerosas incógnitas que siguen sin resolverse sobre la ayuda europea (la cifra definitiva, los intereses, el plazo, el mecanismo de rescate, las condiciones e, incluso, el encaje legal de la operación). Ante los indicios de que el salvavidas para España no ha hecho sino elevar la incertidumbre, los intereses del bono a 10 años superaron el 6,8% y se acercan a la frontera del 7%, cifras desconocidas desde que el euro se aloja en los bolsillos de los europeos.
El comunicado no aclara si el dinero llegará a través del fondo de rescate temporal (FEEF) o el permanente (MEDE)
El problema no se circunscribe a España. Los inversores siguen perdiendo confianza en la capacidad de los dirigentes. Italia acompaña a España, con una caída espectacular en Bolsa protagonizada por los bancos y la prima de riesgo subiendo a toda velocidad. Chipre podría pedir un rescate de forma inminente. Europa sigue lanzando mensajes amenazadores a Grecia sobre la posibilidad de un corralito en función de quién gane las elecciones, a pesar del riesgo de una estampida bancaria en toda la periferia.
"El BCE debería actuar de inmediato", señala el economista de la London School of Economics Paul de Grauwe.
Griegos, portugueses e irlandeses reclaman condiciones parecidas a las de España. La canciller Angela Merkel aseguró que la ayuda española conlleva "por supuesto" condicionalidad, aunque explicó (sin detallar) que las exigencias serán distintas a las de rescates que afectan al conjunto del país. ¿Le quedan tres meses a Europa para salvar al euro?, preguntaron a la directora gerente del FMI, Christine Lagarde. "Es necesario hacer muchas cosas muy rápido, en menos tiempo incluso", respondió Lagarde, que sin embargo rehusó poner un plazo a la defunción de la unión monetaria.
El ministro de Economía, Luis de Guindos, pidió tranquilidad, pero lo hizo anunciando unos días de "una enorme volatilidad" y "una enorme tensión" en los mercados, lo que no resulta especialmente tranquilizador. Guindos señaló que el rescate español es una prueba más de la voluntad de generar cada vez más confianza en el euro y que tras esa decisión "tendremos muchas más".
También la Comisión puso su granito de arena en el guirigay. Bruselas confirmó que ha recibido consultas de varios países sobre la posibilidad legal de establecer un corralito y cerrar las fronteras si Grecia abandona la eurozona. Los tratados permiten el corralito por razones de orden público y de seguridad. Y aseguran que cuando los movimientos de capitales causen "dificultades graves para el funcionamiento de la unión" se podrán adoptar "las medidas de salvaguardia necesarias" por un máximo de seis meses. Bruselas no confirmó estos planes, pero con este alboroto manda una clara señal a Grecia —interpretada como una amenaza por muchos— a solo cinco días de unas elecciones cruciales.
El comunicado con el que el Eurogrupo anunció hace cuatro días el salvamento a España dejaba, entre otros muchos asuntos, una duda fundamental: si el dinero llegará a través del fondo de rescate temporal (FEEF) o el permanente (MEDE), que debería entrar en vigor en julio.
Es un matiz importante por varios motivos: el fondo permanente es más flexible y tiene más potencia (500.000 millones efectivos frente a 440.000 del FEEF). Pero tiene un inconveniente para los intereses españoles: sus estatutos establecen que, en caso de impago de la deuda, los socios europeos tendrían preferencia sobre los inversores privados. Las autoridades temen que esta cláusula contribuya a disparar aún más los costes de financiación.
En España el debate político se ha centrado en si se trata de un rescate o no, o quién presionó a quién para alcanzar el acuerdo
La Comisión se inclina a favor de las tesis españolas por ser el FEEF la opción más rápida. Existe además el problema de los plazos. Por ahora, a menos de tres semanas de la teórica entrada en vigor del MEDE, solo seis países han ratificado el tratado. La mayoría prevé hacerlo en junio y julio. "Veo difícil que dé tiempo a que entre en vigor a tiempo", admite una fuente europea.
Además de los detalles técnicos, los que condicionarán la factura que finalmente habrá que pagar, en España el debate político se ha centrado en cuestiones más etéreas: tales como si se trata de un rescate o no, o quién presionó a quién para alcanzar el acuerdo.
En contra de la versión que cuentan las personas conocedoras de la negociación, el presidente Mariano Rajoy dijo el domingo que si alguien había presionado era él. José Manuel Barroso le llevó la contraria este martes. En una entrevista al Financial Times, Barroso dice que urgió a un reticente Rajoy a aceptar la ayuda la semana pasada. Un portavoz comunitario matizó estas palabras. "Barroso habló en numerosas ocasiones con Rajoy, que ya tenía una actitud positiva", dijo, y el propio Barroso se manifestó luego en esa línea. Cunde la sensación de que la operación de salvamento ha llegado tarde y mal diseñada. Como resume el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz: "El Gobierno español rescata a los bancos, y los bancos españoles rescatan al Gobierno. Es economía vudú".
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