Hasta ahora, nada es normal
La primera consecuencia política del rescate debería ser la creación de una comisión parlamentaria encargada de seguir las vicisitudes del crédito
El anuncio de la solicitud de un rescate bancario en España con fondos de la Unión Europea ha puesto de manifiesto una alarmante falta de pulso político. La increíble manera en la que ha actuado el presidente del Gobierno, la atonía de su propio partido, que debería estar sobresaltado por la pésima gestión de la crisis, y la incierta actitud del principal partido de la oposición, el PSOE, atrapado por su inmediato pasado, han desvelado una falta de latido democrático que resulta inquietante.
La primera consecuencia política de la puesta en marcha del rescate y de la entrada en vigor de la línea de crédito para los bancos debería haber sido la creación inmediata de una comisión parlamentaria encargada de seguir, con todo rigor, las vicisitudes de esos créditos y de recibir con puntualidad toda la información que se vaya produciendo sobre las operaciones en marcha. No basta con la subcomisión encargada de seguir el funcionamiento del FROB, que ya existe y que lleva una vida más bien mortecina, porque el tema desborda claramente ese pequeño escenario.
Una cosa es el control y la vigilancia estricta que ejercerá la Unión Europea, de acuerdo con sus propios mecanismos e intereses, y otra, que se ignore el papel del Parlamento español y se le robe una de sus funciones básicas. El presidente del Gobierno se esfuerza en resaltar la "normalidad" de los procesos en marcha. Pero hasta ahora, nada es normal. No es normal que no se haya creado ya una Comisión de Investigación para averiguar cómo hemos llegado a esta situación y no es normal, en absoluto, que no se cree una comisión bancaria encargada de vigilar, desde el momento de su entrada en vigor y hasta su cancelación definitiva, la línea de crédito de 100.000 millones de euros que facilita la UE.
No es un tema menor sino fundamental, porque continuar ignorando el papel del Parlamento supone un daño para el sistema democrático y un desprecio para los ciudadanos, un insoportable tufo a despotismo que este país no se merece. Tiene razón Mariano Rajoy cuando asegura que el rescate bancario es algo que se ha hecho en otros países (de diferentes maneras). En lo que no la tiene, y en lo que manifiestamente actúa de manera que no sería tolerada en otro país europeo, es en negar la creación de esas dos imprescindibles comisiones y en rodear todo el proceso de un innecesario desdén.
Todo el proceso de la crisis del sistema financiero español ha tenido y sigue teniendo una característica propia y desmoralizadora, diferencial respecto a lo que ha sucedido en Estados Unidos, en Reino Unido o en otros países europeos. Aquí tenemos un Gobierno que hace permanentemente apelaciones a la verdad y a la necesidad de hacer frente a la realidad, pero al mismo tiempo, una y otra vez, se impide el conocimiento de esa realidad y se oculta la verdad a unos ciudadanos a los que se les continua pidiendo esfuerzos agotadores.
Una cosa es negociar con discreción y otra ignorar los procedimientos democráticos y engañar a los ciudadanos como si fueran objeto de un gracioso juego. Si no se podía dar información en un momento dado, cállense y dejen de gastar bromas, de hablar de "hombres de negro", de mentir y de confundir. Es obvio que ese juego no estaba destinado a los interlocutores de la negociación, que saben de qué se trata, sino a unos ciudadanos a los que se toma por simples.
Tenemos un Gobierno que hace permanentemente apelaciones a la necesidad de hacer frente a la realidad, pero impide el conocimiento de esa realidad
El presidente del Gobierno consideró el domingo que podía irse a ver el debut de la selección española de fútbol, casi como una recompensa por su ímprobo trabajo en estas últimas semanas. "Me voy porque la situación ya está resuelta". Bien, si la situación ya está resuelta es el momento de crear las dos comisiones, de investigación y de control del crédito bancario, que exige un mínimo respeto democrático. ¿Por qué hay que esperar? ¿Qué hay que esperar?
No se trata de que el Gobierno quiera distraer a la oposición o a los electores socialistas. De hecho, el objeto del juego han sido todos los ciudadanos, los votantes del PP también y ellos deberían sentirse tan irritados como los demás. Todos —los votantes del PP seguramente también— estamos interesados en saber qué ha pasado y en asegurarnos de que el control futuro de esos 100.000 millones no se limite al ejercido por el propio Gobierno o por el Banco de España. Para ser normales es necesario que, como en otros países normales, sea una comisión parlamentaria la que nos proporcione puntualmente la información a la que tenemos derecho y la que nos explique lo ocurrido.
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