La calidad de vida es peor y las economías se hunden en los países rescatados
Los tres países que han solicitado ayuda a la 'troika' sufren las duras consecuencias
Irlanda se tragó el orgullo para asumir el rescate sin protestas
Irlanda es un país profundamente orgulloso e idealista y, al mismo tiempo, muy pragmático. Los irlandeses vivieron como una humillación el rescate internacional pactado el 29 de noviembre de 2010, por la que el Gobierno se aseguró el ingreso de 67.500 millones de euros en tres años, además de otros 17.500 millones procedentes de las reservas propias y para pensiones del país.
A pesar de ese sentimiento de humillación, los irlandeses apenas han protestado por las políticas de austeridad que precedieron y siguieron al rescate. Más aún: han venido a ratificarlas con el amplio margen de votos a favor (el 60%) con el que en el referéndum de hace solo unos días dieron un mandato al Gobierno para que ratifique el Tratado de Estabilidad Financiera de la UE.
¿Significa eso que la austeridad se ha suministrado de forma suave en Irlanda? En absoluto. El estallido de la burbuja inmobiliaria en 2007 arrastró a la banca y a la economía en 2008 y disparó el déficit público en 2010 a un 32% del PIB, cifra sin precedentes en la zona euro. Eso llevó al Gobierno del Fianna Fáil, el partido históricamente dominante, a empezar una serie de recortes presupuestarios que lo mismo afectaron a las prestaciones sociales que a los funcionarios.
Más que empeorar el ajuste, lo que hizo el rescate fue prolongarlo debido al doble compromiso del Gobierno de reducir el déficit público a un máximo del 3% en 2015 y devolver el dinero a las instituciones internacionales en 10 años. Cuando el Gobierno del Fianna Fáil cayó en febrero de 2011, la coalición del Fina Gael y los laboristas negoció con Bruselas una serie de mejoras y en especial un recorte del tipo de interés que paga Irlanda por esa financiación y alargó su plazo a 15 años.
Con rescate y sin rescate, los irlandeses han sufrido siete ajustes presupuestarios desde 2008; la tasa de paro ha pasado del 4% al 14% y supera el 55% el porcentaje de desempleados que llevan más de un año sin trabajar; entre 2008 y 2015 se habrán suprimido casi 40.000 empleos públicos dejando la plantilla en 282.500 empleados frente a los 320.000 de 2008 y en una población de poco más de cuatro millones, más de 700.000 están por debajo o amenazados con quedar por debajo del umbral de pobreza.
Los portugueses sufren el deterioro de salarios y servicios
El 5 de abril de 2011, el socialista José Sócrates, primer ministro de Portugal, anunciaba que a pesar de haberlo intentado todo, se veía obligado a rendirse y solicitar, para pagar los vencimientos de la deuda del país y evitar la bancarrota, la ayuda financiera internacional. Dos semanas de negociaciones después, el Gobierno de Sócrates (a punto de abandonar el poder) firmaba con la troika (FMI, BCE y UE) el acuerdo por el cual el país recibía 78.000 millones de euros a cambio de aceptar un voluminoso y exigente paquete de medidas de recorte.
Desde que se levanta hasta que se acuesta, un ciudadano portugués siente en el día a día de su existencia las condiciones exigidas por la troika
Todos auguraron una vida peor para los portugueses. Y así ha sido. Desde que se levanta hasta que se acuesta, un ciudadano portugués siente en el día a día de su existencia las condiciones exigidas por la troika. Si desayuna en un bar, deberá pagar el 23% de IVA, un impuesto que subió en enero y que afecta no solo a productos de lujo sino a cosas tan de andar por casa como pañales, refrescos o yogures. Si nuestro hombre tiene trabajo (cosa cada vez más complicada en Portugal ya que el país alcanza el 15% de paro) se verá afectado por una dura reforma laboral que abarata el despido, prevé horas extras gratis y ha recortado los festivos al año.
Si nuestro portugués es funcionario, además, habrá perdido sus pagas extras de verano y Navidad. Si es jubilado, también. En principio, iban a recuperarlas en 2013. Dada la marcha (penosa) de la economía, esto último ya no está tan claro.
Una consulta médica corriente cuesta cinco euros desde enero, las consultas de especialistas son aún más caras y para ir a urgencias y ser atendido se necesita abonar previamente veinte euros (antes costaba diez).
Los transportes públicos funcionan peor y son más caros. Así que no es difícil que nuestro portugués del cuento llegue tarde a un trabajo en el que trabaja más por menos dinero después de haberse gastado más por desayunar.
Tampoco escapará a la sombra de la troika si, tarde ya en la noche, se pone a ver la televisión. Entre las privatizaciones previstas por el Gobierno, además de la de la compañía eléctrica EDP (ya vendida) se cuentan, entre otras, Correos, la línea aérea TAP y un canal de la televisión, RTP.
Grecia se hunde aún más en la recesión y la inestabilidad
Dos años después del primer rescate, en mayo de 2010, por valor de 110.000 millones, Grecia se hunde en la recesión y la inestabilidad política. La economía se contrae por quinto año consecutivo (la OCDE prevé para 2012 un bajón del PIB del 5,3%, y algo más de un punto en 2013), y los ciudadanos se revuelven en las urnas contra las medidas de austeridad impuestas: lo hicieron el 6 de mayo, dinamitando el bipartidismo tradicional, y lo volverán a hacer el próximo día 17 con pronóstico incierto.
A cambio del dinero prestado, la troika impuso en Grecia draconianos planes de ajuste para reducir una deuda exorbitante (300.000 millones, el 113% del PIB) y un déficit del 13%
A cambio del dinero prestado, la troika (Comisión Europea, BCE y FMI) impuso draconianos planes de ajuste para reducir una deuda exorbitante (300.000 millones, el 113% del PIB) y un déficit del 13%, más de cuatro veces el límite tolerado por Bruselas. Las reformas consisten fundamentalmente en el recorte de gastos y el aumento de ingresos (vía incremento de la presión fiscal y un ambicioso plan de privatizaciones, prácticamente en suspenso); la implementación de un sistema tributario que ponga freno a la evasión fiscal (un tercio de la economía griega se genera en negro); la desregularización del mercado de trabajo y la reforma de las pensiones, un terreno abonado al fraude por los 200 fondos existentes anteriormente.
Capital importancia tienen los recortes en la Administración, donde se suprimirán 150.000 puestos hasta 2015. El tamaño del sector público había desbordado todas las previsiones de gasto (entre 1999 y 2007, los sueldos aumentaron un 50%), pero ahora, al menos, existe un primer censo de funcionarios: hay 717.000, en una población activa de alrededor de cuatro millones.
El mercado laboral es uno de los más perjudicados. En febrero se aprobó un recorte del salario mínimo del 22% (hasta el 32% para trabajadores menores de 25 años); la supresión de los convenios (con merma salarial de entre el 15% y el 40%) y facilidades para el despido. En paralelo, las pensiones se han recortado un 15% de media. El desempleo se ha triplicado en tres años y roza el 22%.
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