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Un golpe tan duro como seco

La expropiación arrebata a Repsol el control de la mitad de sus reservas

Sede de la central de Repsol en Madrid.
Sede de la central de Repsol en Madrid.JuanJo Martín (EFE)

Repsol compró YPF entre los años 1998 y 1999 para dar un paso de gigante en el negocio. Lo dio. Invirtió 13.000 millones de euros en la que entonces fue la mayor operación de una empresa española en el exterior. Pero con la expropiación decidida 14 años después por el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, el paso de gigante puede convertirse, también, en un gigantesco tropezón. En los negocios, como en el boxeo, los golpes secos y duros aflojan las piernas y hacen temblar las cuentas de resultados.

A Repsol (57,4% de YPF), la expropiación de YPF le arrebata el control de la mitad de su producción (la filial produce 472.000 barriles-día), algo menos de la mitad de sus reservas (1.000 millones de barriles de un total de 2.180 millones) y un tercio del beneficio bruto (1.230 millones de euros). Para la petrolera española, son cifras de mucho calado. Por eso, porque Argentina se había convertido en un área fundamental, Repsol accedió a los deseos del Gobierno de Nestor Kirchner y facilitó con préstamos la incorporación al negocio de socios locales argentinos. El elegido fue el grupo Petersen de Enrique Eskenazi.

Ahora, tras el golpe recibido, sólo queda claro que alguno de los extremos de aquella operación (como el reparto de dividendos) han servido ahora para alimentar el plan expropiatorio. El plan para incorporar al Grupo Petersen a YPF (con una valoración de la empresa de 15.000 millones de dólares) incluyó un pago en efectivo, por parte de los nuevos socios, del 10% de la transacción y sendos préstamos de Repsol y de un consorcio internacional de bancos por el restante 90%.

El acuerdo incluyó también el compromiso por parte de YPF, de destinar el 90% de sus beneficios al pago de dividendos. Era el elemento imprescindible para la devolución de los préstamos contraídos por Petersen. Todo ello, han explicado siempre desde Repsol, fue aprobado expresamente por el gobierno argentino. El mismo gobierno que hasta ayer disponía de un representante en el Consejo de Administración de YPF. El representante, Roberto Baratta, aseguró hace apenas unos meses (noviembre de 2011) que “el Estado Nacional está en todo de acuerdo con las actividades que la Compañía viene desarrollando”. Así está recogido en un acta del consejo de la sociedad.

La pregunta que está sin responder es por qué se han roto los equilibrios forjados en tres lustros de actividad de Repsol en el país. Desde el Gobierno argentino la respuesta es simple: Repsol YPF no cumple, no invierte y es responsable de las estrecheces de abastecimiento del mercado energético argentino. La diana se centra en Repsol YPF aunque las concesiones de la compañía suponen un 39% de la producción de petróleo y un 28% de la producción de gas.

Pero Repsol YPF cuenta, desde el pasado año de forma oficial, con un nuevo tesoro: un gran hallazgo de petróleo y gas no convencional acumulado entre las provincias de Neuquén y Mendoza que puede convertir al país en autosuficiente en materia de hidrocarburos. Sólo en un rincón de la formación geológica llamada Vaca Muerta (30.000 kilómetros cuadrados de extensión total) la compañía de certificación de reservas Ryder Scott ha avalado la existencia de 22.807 millones de barriles. El hallazgo abre unas inmensas posibilidades de negocio. Más si se tiene en cuenta que la producción de crudo de Argentina ha declinado a una tasa anual del 3% desde 1998. Para el país, el gran hallazgo, puede suponer lo mismo que el llamado gas no convencional está suponiendo para EE UU, que ha pasado de ser el primer importador de gas del mundo a preparar sus instalaciones portuarias para exportar gas.

El hecho de que las noticias del gran descubrimiento de Vaca Muerta hayan coincidido con las presiones del Gobierno argentino sobre Repsol ha hecho que muchos analistas, dentro y fuera de la compañía, relacionen ambas circunstancias.

Por si hubiera dudas, lo explicó hace unos días el diario próximo al Gobierno, Página 12. “El escenario de gas y petróleo no convencional que aparece en el horizonte de la Argentina”, señalaba el diario, “es tan fenomenal como el presal brasileño [zona en aguas profundas en la que se han encontrado enormes reservas de crudo]. Las cifras del movimiento económico que puede originar resultan contundentes...en este marco la nación debe contar con las herramientas jurídicas regulatorias y empresariales adecuadas; no solo debe contar con una YPF afín...”.

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