Atenas teme la factura de los recortes para la nueva ayuda
El efecto de los nuevos recortes genera inquietud entre los ciudadanos griegos El Gobierno anuncia que llevará al Parlamento el rescate y la quita antes del 15 de marzo
El gurú oficial de Grecia es Yanis Varoufakis, un economista de la Universidad de Atenas al que se le atribuye haber visto venir hace años todo lo que iba a caer sobre el país mediterráneo. Cuando en mayo de 2010 el país firmó el acuerdo del primer rescate financiero, que Varoufakis no considera un rescate exactamente, espetó que aquello era una suerte de nuevo Tratado de Versalles, que podía causar graves daños en la economía griega y en la política europea por la dureza de las condiciones. Casi dos años después, Europa se prepara para el segundo plan, pero al alivio de que el país, al menos por el momento, no quebrará ni será expulsado de la zona euro, le sigue una inquietud inmediata: el efecto de los nuevos recortes.
Hoy, el Gobierno ha anunciado que someterá al Parlamento la legislación necesaria para aplicar el nuevo préstamo de 130.000 millones y la quita antes del 15 de marzo para luego ir a las urnas.
El anuncio del acuerdo se ha hecho bien entrada la madrugada del martes. Llegaba el rescate, pero seguía la crisis, con una caída de la economía de aproximadamente el 14% desde 2008. Konstantino, un exempleado de la Administración con intención de emigrar, se lamentaba el lunes de que “el plan fracasará porque no contempla nada para fomentar la inversión, el desarrollo o la creación de empleo”.
¿Será este segundo plan, que incluye también una quita de la mitad de la deuda con la banca, el rescate definitivo? El economista Dionysios Chionis, de la Universidad de Thraki, ve “bastante probable” que en unos meses se vuelva a hablar de reestructurar la deuda.
Suspensiones de pagos
Chionis advierte de que, echando la vista hacia otras suspensiones de pagos del pasado, “se puede concluir que un país puede atender los pagos en los casos en los que la deuda externa es menor al 100% de su PIB y los intereses quedan por debajo del 5%, y con la próxima reestructuración estas condiciones no se cumplen”.
La pesadilla griega comenzó hace más de dos años, cuando su Gobierno admitió que se habían estado maquillando las cuentas públicas y que el déficit anunciado, del 3,5%, iba a acabar más que triplicado. Su coste para obtener financiación en el mercado, desde entonces, se disparó, el pago de intereses se merendó cada vez más recursos, la economía seguía en caída libre y la deuda se encaramó al 160% del PIB.
El plan, definitivo o no, ha costado meses de negociaciones, varias amenazas veladas de expulsión de la eurozona y una revuelta en el Parlamento griego, que se ha saldado con dimisiones y expulsiones de decenas de parlamentarios.
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