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LA REFORMA FINANCIERA

Contra el FROB y contra Rato

Los accionistas del Banco de Valencia, molestos con el presidente de Bankia y con el Banco de España por querer colocar la entidad con valor cero

El presidente de Bankia, Rodrigo Rato (derecha), saluda a José Luis Olivas, presidente de Bancaja, el pasado miércoles en Valencia.
El presidente de Bankia, Rodrigo Rato (derecha), saluda a José Luis Olivas, presidente de Bancaja, el pasado miércoles en Valencia.Kai Fösterling (EFE)

El pasado miércoles, el presidente de Bankia, Rodrigo Rato, recibía en el Ateneo Mercantil de Valencia. Solo un empresario acudió al acto: el responsable de la Cámara de Comercio de Valencia, José Vicente Morata. Los patronos de la Comunidad Valenciana no perdonan a quien fuera ministro de Economía de José María Aznar que dejara el futuro de Banco de Valencia, estandarte financiero de la burguesía valenciana, en manos del Fondo de Restructuración Ordenada Bancaria (FROB). El 25 de noviembre del año pasado, el Banco de España intervenía el Valencia tras detectar unas necesidades de recapitalización de 560 millones por la reclasificación de créditos que habían pasado de sanos a dudosos. No fueron pocos los que sospecharon que el banco emisor había actuado a instancias de Bankia, que controla el 39% de las acciones del Valencia, y que había decidido no cargar más con una entidad altamente expuesta al riesgo del ladrillo.

 El vacío empresarial a Rato fue notable. No acudió nadie en representación de Cierval y la CEV, las dos grandes patronales valencianas. La Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), que agrupa a las mayores fortunas de la comunidad, tampoco estuvo presente. Ni siquiera Francisco Pons, vicepresidente de Bankia y expresidente de AVE, se dejó ver. Quien sí acudió fue José Luis Olivas, presidente de Bancaja, pero el saludo con su expresidente no pasó de ser educado.

Una pregunta rondaba las cabezas del presidente de la Generalitat, Alberto Fabra; de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá; de Olivas y de Morata, pero ninguno se la trasladó a Rato: ¿cómo es posible que Bankia se esté planteando seriamente la compra de Unnim y haya abandonado a su suerte al Banco de Valencia? Los políticos también callaron. Solo Barberá pidió que “el Banco de Valencia pueda mantener su identidad en el complejo mundo de las fusiones bancarias”. Rato ni se inmutó.

El banco concentró el 65,8% de sus créditos en el sector de la construcción

Eso fue el miércoles. El jueves, 100 accionistas que representan dos millones de títulos reclamaban los apoyos de “la sociedad civil, de los empresarios y de las Administraciones” con un doble objetivo: evitar que el banco sea vendido a personas ajenas a la sociedad valenciana y que el valor de sus valores quede en nada. Si la acción vale cero, dijo el portavoz de este grupo, “estamos muertos”. Estos inversores aspiran a tener capacidad de decisión en una próxima junta general en la que alguno de ellos podría acudir a la ampliación de capital.

El Banco de Valencia supera los 47.000 accionistas, de los cuales más de 30.000 poseen una participación inferior a las 600 acciones. Grandes familias de la burguesía valenciana se sentaban en el Consejo de Administración de la entidad hasta que fueron desalojadas por el Banco de España. Los Aznar, Noguera, Soriano, Quesada, Girona, Lladró, Michavila... apellidos de mucho lustre en la sociedad valenciana. Pequeños y grandes no quieren perder sus inversiones en el banco. Al menos, no quieren perderlo todo. La posibilidad de que el FROB realice una operación acordeón, reduciendo a cero el capital de la entidad valenciana para su posterior ampliación por el comprador, inquieta seriamente al accionariado, que podría sufrir, según fuentes financieras, un perjuicio superior a los 300 millones.

Las críticas al Banco de España son frecuentes entre el empresariado valenciano, que acusa al regulador bancario de falta de coherencia en sus relaciones con el Banco de Valencia. En enero de 2011, los inspectores del Banco de España situaron las pérdidas del Banco de Valencia en 200 millones a reconocer entre 2011 y 2012; pero solo unos meses después, esos mismos inspectores las elevaron hasta los 1.000 millones. Sin embargo, entre medias autorizaron el pago de un dividendo a cuenta en marzo y una ampliación de capital gratuita en abril del año pasado. Tampoco entienden muy bien el papel que juega Bankia. No se explican la frialdad de Rato: “Es el mayor accionista, tiene 72 millones de su capital en la entidad, y no parece preocuparle nada. Todo lo contrario que nos ocurre a nosotros”.

Si los títulos valen cero, “estamos muertos”, dice un accionista

Las incoherencias del Banco de España, el papel —de “prepotente” lo califica una fuente consultada— de los administradores del FROB y la certeza de que la opción más probable es que el valor de la entidad sea cero han movilizado a accionistas y empresarios. No para evitar la adjudicación del Banco de Valencia a otra entidad, sino para que mantenga sus características y elementos tradicionales de banca de proximidad, arraigada en el territorio y cercana a sus clientes, y para poner sobre la mesa el valor patrimonial del banco, que, según las cuentas de 2010, tenía unos recursos propios superiores a los 1.680 millones y un core capital (capital de máxima calidad) que a 31 de diciembre se situaba en el 7,21%.

Pero la intervención del banco, por atropellada que fuera, era inevitable. De un lado, su desfase de capital era superior al valor de la entidad en la Bolsa, consecuencia de los créditos incobrables que mantiene con empresas del sector inmobiliario. El banco concentró el 65,8% de los créditos en el sector de la construcción, cuando la media en el sector, según datos del Banco de España, se situó en el 58,2%. La gestión de los riesgos no parecía la más adecuada. De hecho, 1.800 de sus clientes han presentado concurso de acreedores. Todo ello, unido al escaso peso político de la Comunidad Valenciana, ha puesto punto final a la aventura valenciana del Banco de Valencia. Su futuro, según la mayoría de las fuentes consultadas, es acabar en manos del Banco Mare Nostrum, un grupo que controla mayoritariamente Cajamurcia y que, con unos activos cercanos a los 70.000 millones —a los que habría que sumar los 25.000 millones del Valencia—, cumple la condición impuesta por el Gobierno para las nuevas fusiones.

El Banco de Valencia —no la marca— es muy probable que pronto sea historia. Las cuentas del tercer trimestre presentadas ante la Comisón Nacional del Mercado de Valores el viernes aumentaban el agujero hasta los 876 millones. Su valor en el mercado es muy escaso.

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