Un eterno día de la marmota
EL PAÍS regala mañana 'Atrapado en el tiempo', con Bill Murray
Escondida tras la aparencia de una comedia (¡y qué comedia!) de esas a las que nos tenía acostumbrados en los ochenta el buen cine comercial estadounidense, aguardaba una fenomenal reflexión sobre la rutina, el paso del tiempo y la vejez. Pero que nadie se asuste: Atrapado en el tiempo se convirtió en una de las películas más divertidas de las últimas décadas, así como en un referente para toda una generación, esa que ya no cumple los treinta y para la que la nostalgia es, más que un sentimiento, un estado mental.
"Bien, excursionistas, arriba, despertad y no olvidéis los descansos porque hoy hace mucho frío. Hace frío todos los días. ¿Qué te creías que estabas, en Miami?". Así comienzan todos y cada uno de los días del atribulado protagonista del filme, que mañana regala EL PAÍS dentro de su serie Gran cine. A las seis de la mañana. En una casa de huéspedes -sin agua caliente- de un pueblo perdido y rematadamente frío .
¿Cómo convencer a quienes le rodean de que está reviviendo la misma jornada hasta el infinito? ¿Y cómo romper el maleficio de ese día eterno? Esa es la pesadilla que le toca vivir a un genial Bill Murray, ese actor que hizo de su sempiterna cara de palo todo un ejercicio de estilo interpretativo. Atrapado en el tiempo se grabó hace casi dos décadas pero mantiene intacta la capacidad de sorpresa que hizo despertar las elucubraciones de aquellos espectadores que la convirtieron de tapado en una de las películas del año. Aunque casi todo el mundo, en realidad, conozca la cinta, cúspide en la carrera del artesano de la comedia Harold Ramis, como El día de la marmota, tal y como se llamó en inglés.
Murray es un meteorólogo muy conocido, gracioso pero algo borde, al que le toca desplazarse a una pequeña ciudad de nombre impronunciable, Punxsutawney (dígase algo así como Patsatoni), "la capital mundial del tiempo atmosférico desde 1887". Allí, cada 2 de febrero, se celebra (y esto es real) el festival de la marmota, un ritual mediante el cual uno de estos roedores predice cuándo será la llegada de la primavera. Si la marmota despierta -ante la expectación de cientos de personas- y ve su sombra, aguardan seis semanas más de frío.
En ese pueblo, lleno de personajes como la servicial dueña de una casa de huéspedes o el amigo de la infancia convertido en vendedor de seguros, se ve atrapado el protagonista, día tras día, en un ciclo que se repite cada vez que suena el despertador. En un invierno eterno y bajo un temporal de nieve que le impide salir.
"Estoy reviviendo el mismo día una y otra vez", dice, amargado, Murray, al tomar conciencia de que le ha tocado en suerte pasarlas canutas como un moderno Sísifo. Luego, tras la desesperación y el abatimiento, investiga las posibilidades de conocer al milímetro qué va a ocurrir exactamente en un día repetido hasta la saciedad: no ir a trabajar, robar un banco o, por qué no, tratar de seducir a Andie MacDowell. ¿No haría usted lo mismo?
Babelia
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