_
_
_
_
Reportaje:Vida&artes

¿Diplomacia o despilfarro?

La crisis pone en el disparadero las 'embajadas' autonómicas - La dispersión de esfuerzos debilita la imagen exterior de España - Falta mejorar la coordinación

Francesco Manetto

Bruselas, París, Berlín, Nueva York, México DF, pero también Maputo, Osaka, La Paz, Vancouver o Brisbane. Viajar por el mapa de la representación exterior española supone literalmente dar una vuelta al mundo, aunque, en muchos casos, esa presencia pueda parecer más simbólica que estrátegicamente necesaria. En primer lugar, porque en la mayoría de esas etapas a las embajadas, consulados y organismos del Estado se añaden dos, tres, cinco o más delegaciones u oficinas autonómicas. A la diplomacia oficial se suma así la llamada paradiplomacia y, con ella, más gastos y, a menudo, duplicidad de funciones o descoordinación.

Esta es la clave de un debate de actualidad desde que el pasado 22 de mayo se renovaran la mayoría de Gobiernos autónomos y, dentro de los nuevos planes de austeridad, se planteara la reducción de las embajadas territoriales como medida de ahorro. Entonces solo algunas Administraciones lo hicieron (por ejemplo, María Dolores de Cospedal en Castilla-La Mancha y Francisco Álvarez-Cascos en Asturias). Hace una semana, el recién estrenado ministro de Asuntos Exteriores del Gabinete de Mariano Rajoy, José Manuel García-Margallo, volvió sobre la cuestión y ofreció a las comunidades autónomas las instalaciones de las sedes diplomáticas del Estado para reducir costes de intendencia. El presidente de la Generalitat, Artur Mas, no tardó en rechazar públicamente la oferta para hacer valer el "perfil propio" de Cataluña en el extranjero. Otras comunidades como Cantabria o La Rioja apoyan la propuesta.

García-Margallo ofreció a las comunidades los locales del Estado
"Cataluña tiene sedes que aportan valor añadido", dice un experto
Más información
Derroches exteriores

Hay un ejército de expertos, políticos y gestores que hablan de despilfarro, mientras que otros alertan del riesgo de hacer demagogia fácil aduciendo que la mayoría de estos organismos sobrevive gracias a becarios y personal en etapa de formación.

César Colino, profesor de Ciencia Política y de la Administración en la UNED, resume así las implicaciones para España: "Las hay positivas, ya que la acción exterior autonómica proporciona en algunos ámbitos valor añadido a la política exterior española y, por otro lado, existen riesgos de una proliferación desordenada, de despilfarro de recursos y un potencial conflicto de carácter simbólico y de imagen exterior". Algo especialmente crucial ahora, cuando cada partida de gasto de las administraciones públicas adquiere un valor insospechado en épocas de bonanza.

Para comprenderlo mejor, veamos en qué consiste el entramado de la paradiplomacia autonómica en el mundo. Las comunidades autónomas tienen alrededor de 200 oficinas en el exterior, entre las que se cuentan delegaciones del Ejecutivo regional, institutos de comercio, turismo o misiones de cooperación al desarrollo. Cataluña, Comunidad Valenciana y Andalucía (que ha multiplicado su representación en la última legislatura) son las autonomías con mayor presencia, con casi 50 oficinas en el primer caso y más de 20 las otras dos.

En total, existen dos centenares de embajadas repartidas por casi 40 países y todas las comunidades tienen su delegación en Bruselas, salvo Castilla-La Mancha y Asturias, que decidieron cerrarla tras los últimos comicios autonómicos. El Partido Popular pidió hace año y medio al Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero una estimación del gasto que generaban estos organismos y el Ejecutivo lo cifró en 150 millones por ejercicio. Pese a eso, los nuevos estatutos de autonomía aprobados en los últimos ocho años han reforzado entre otros también el capítulo dedicado a la acción exterior.

Lo certifica, por ejemplo, la Secretaría de Asuntos Exteriores de la Generalitat, destacando que el Estatuto de 2006 establece que Cataluña "debe" impulsar su representación en el extranjero, promover los intereses de la Generalitat en el exterior a través de oficinas y delegaciones y apoyar la cooperación al desarrollo. La consecuencia es que el Gobierno catalán tiene, de una forma o de otra, presencia en Mozambique, Ucrania y otros países (según el mapa del Departamento de la Presidencia) donde la intensidad de las relaciones bilaterales no parece, a simple vista, determinante.

En opinión de Jaume Saura i Estapà, profesor de Derecho Internacional y coordinador del master interuniversitario en Diplomacia y Función Pública, "la paradiplomacia es un tema muy amplio y

[con respecto a los recortes] se corre el riesgo de hacer demagogia". "Lo que hay que valorar en cada caso es la forma en que se justifica esa presencia en el exterior. Cataluña tiene delegaciones que suponen un valor añadido". A este respecto, la mayoría de los expertos coincide en que una sede diplomática en Bruselas puede ser clave para el desarrollo de la región. "En cualquier caso", agrega, "sí hay que tener margen para cooperar. Siempre lo hay. La diplomacia siempre tiene que ser cooperativa y tener una presencia física cuando esté justificada". Saura aborda así otro de los aspectos clave de la cuestión: la colaboración entre organismos del Estado y los terrioriales.

Abundemos en eso. "La coordinación no viaja en primera clase, sino en el vagón de carga. Las instancias e instrumentos de coordinación intergubernamental no forman parte del núcleo de las políticas del Gobierno central y las comunidades autónomas, sino que constituyen un apéndice, que en su diseño y funcionamiento reproducen esta idea de segundo orden y excepcionalidad", razona Kattya Cascante. Esta analista de la Fundación Alternativas se refiere a un ámbito concreto, el de la cooperación internacional, que sin embargo puede resultar revelador. La experiencia de Cascante habla de retrasos, falta de información, duplicidades, descoordinación en definitiva: inconvenientes habituales en las relaciones con las instituciones y la burocracia y que, sin embargo, se multiplican exponencialmente como los actores del proceso.

"Se observa", prosigue "un paralelismo con la construcción de la Unión Europea, en el que uno de sus padres fundadores, Altiero Spinelli, advertía que no acabaría conviertiéndose en una unión política a través de pasos económicos... Parece que la cooperación española necesita con urgencia un Altiero Spinelli que nos recuerde que la construcción de 18 sistemas paralelos, pero en todo caso separados, es una maniobra políticamente legítima pero ineficiente".

Pero, qué ocurre en otros países? Canadá y Alemania cuentan con una larga tradición de representación territorial exterior, respectivamente la provincia de Québec (que tiene actualmente una veintena de delegaciones en el extranjero, entre ellas una en Barcelona) y los länder, como Baviera. Sin embargo, una de las experiencias más interesantes de gestión diplomática frente a la crisis económica es la de los países nórdicos. La solución que han adoptado Dinamarca, Suecia o Noruega se parece al fin y al cabo a la que propone García-Margallo. Se trata de compartir instalaciones, parte del personal, limpieza e intendencia y racionalizar así los gastos. Ocurre en una veintena de destinos, por ejemplo, Amman, Bagdad, Bamako o Jakarta. Además, Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia e Islandia cuentan en Berlín con una embajada en el mismo edificio. "En la ultima reunión del Consejo de Ministros de Exteriores de los países nórdicos", explica Catharina Skoog, de la Embajada sueca en Madrid, "se discutió el tener en un futuro cercano más delegaciones nórdicas en un mismo recinto o edificio, sobre todo en países donde se requieren muchas y costosas medidas de seguridad".

Este tipo de soluciones y una mayor coordinación entre instituciones constituyen el camino señalado por la mayoría de los expertos. Lo demuestra también el índice de presencia global elaborado por el Real Instituo Elcano, que mide "la proyección exterior de los países en los terrenos económico, militar, científico, social y cultural".

"Durante mucho tiempo se dijo que España boxeaba por encima de su peso porque iba cumpliendo con éxito su objetivo de ser reconocida como potencia media, pese a no disponer objetivamente de empresas, ejército, u otros activos internacionalizados en la escena mundial", apuntan los investigadores Ignacio Molina e Iliana Olivié. Pero ahora, con una alta presencia global efectiva en casi todos los ámbitos, "podría concluirse que se corre el riesgo de boxear por debajo de peso". Y así, alertan, podría ocurrir "si el empeño continúa demasiado enfocado a la inserción en una foto histórica antes que en planificar a largo plazo una actuación" más racional y coordinada. También con respecto a la acción exterior autonómica, Molina destaca la "falta de una planificación estratégica". Esto es, un panorama en el que, quizá con las salvedades de Cataluña y País Vasco, se diseña primero "el instrumento antes de reflexionar sobre el producto que se quiere lograr", además de una reducción razonable de los gastos y una mayor colaboración.

Sede de la Generalitat en Bruselas. Los expertos coinciden en que tener una delegación en Bruselas puede ser clave para el desarrollo de la región.
Sede de la Generalitat en Bruselas. Los expertos coinciden en que tener una delegación en Bruselas puede ser clave para el desarrollo de la región.DELMI ÁLVAREZ

Cifra de oficinas

Número de delegaciones, oficinas de turismo y comercio, según el último informe oficial del Gobierno, del año 2010:

- Cataluña: 48.

- Comunidad Valenciana: 23.

- Andalucía: 22.

- País Vasco y Asturias: 13.

- Galicia y Murcia: 12.

- Madrid: 11.

- Castilla y Leon, Aragón, Canarias y Navarra: 5.

- Extremadura: 4.

- La Rioja, Baleares, Cantabria y Castilla-La Mancha: 2.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_