Conexión Coppola en París
Una prueba elocuente de la creciente importancia de las colecciones de crucero o resort está encerrada en el hecho de que una marca como Louis Vuitton recurra a una de sus colaboradoras más ilustres para insuflarle narrativa. La cineasta Sofia Coppola, de 40 años, ya había firmado una línea de bolsos para la casa, pero con la colección Crucero 2011 se adentra por primera vez en el diseño de moda. Es decir, en los dominios de su amigo del alma Marc Jacobs, director artístico de Louis Vuitton desde 1997. Aunque para este proyecto no le ha tocado trabajar con él, sino con Julie de Libran, directora del estudio para mujer.
Coppola y De Libran son dos mujeres de familias europeas -italiana una, francesa la otra- criadas en California de los años ochenta y con hijos de parecida edad. No cuesta entender por qué se hicieron amigas cuando Coppola le pidió a Louis Vuitton ayuda con su guardarropa para la promoción de la película Somewhere. Su cuarto título, tras Las vírgenes suicidas, Lost in Translation y María Antonieta. "La colaboración con Julie empezó el pasado verano, cuando me ayudó a personalizar algunas piezas para llevar en el Festival de Cine de Venecia", explica Coppola en una nota manuscrita remitida por la compañía francesa. "Para el estreno en Los Ángeles tomó mi petición de un vestido camiseta, pero lo confeccionó en lentejuelas. Me gustó la forma como logró combinar un poco de elegancia parisiense con mi estilo relajado habitual". "Fue un buen diálogo", confirma por teléfono De Libran desde París. "Sofia captura una cierta imagen de feminidad y juventud. Es una persona cultivada y sensible. La misma visión que aporta al cine es lo que incorpora a la moda". Se encontraron en París y Nueva York, analizaron el armario de Coppola e intercambiaron imágenes, bocetos y recortes. Con Saint-Germain-des-Prés y el cine francés de los sesenta y setenta como referencia. Qué curioso, cuando son dos mujeres las que colaboran, las musas parecen menos estáticas.
"Fue divertido ver lo que tenía Julie en mente mientras yo le enseñaba mi armario", explica Sofia Coppola
"Quiero encontrar el equilibrio entre algo excitante para la pasarela y lo que funciona en las tiendas"
Seguramente, el buen entendimiento entre las dos mujeres debió pesar al elegir a Coppola como inspiración. De una forma u otra, todo el mundo trata de encontrar nuevos alicientes para una colección que ya ha dejado atrás cualquier atisbo de inferioridad respecto a sus hermanas mayores. Ahora conviene rascarse la cabeza para tratar de encontrarle una historia. El crucero o resort nació como una respuesta a los clientes estadounidenses que necesitaban ropa veraniega en invierno para pasar la Navidad en un transatlántico. Pero su popularidad se ha extendido en la última década, ya que supone una oportunidad de renovar la oferta entre la temporada de invierno y la de verano y es una de las que más tiempo pasan en las tiendas. El paso siguiente, el que nos ocupa, es su salto creativo. Ya no solo se trata de una buena operación comercial, además aspira a ser relevante y atractiva. Incluso a generar esa onda expansiva llamada tendencias.
"El crucero se ha convertido en un momento de celebración. Ha ido ganando importancia porque es una colección muy evocadora", confirma De Libran. "Aporta cada vez más imagen. Además, los diseñadores nos lo pasamos muy bien al crearla: después del invierno te apetece viajar, escapar...". "Me alegré cuando Julie me dijo que Louis Vuitton había pensado en mí para esta línea", asegura Coppola. "Fue divertido ver qué cosas tenía Julie en mente mientras le enseñaba mi armario. Las colecciones crucero me hacen pensar en viajes y buen tiempo. ¡Espero que la disfrutéis tanto como nosotras!".
Como director artístico de la casa, Marc Jacobs siempre ha sido generoso con su equipo. A su lado, dejó figurar y brillar a Peter Copping y Camille Micelli. Tanto que en 2009 ambos fueron fichados como estrellas por otras firmas: el primero, como director creativo en Nina Ricci; la segunda, como responsable de bisutería en Dior. Movimientos que no le han hecho cambiar su estrategia. Julie de Libran y Kim Jones -al frente del estudio de mujer y hombre, respectivamente- comparten con Jacobs la responsabilidad, pero también la gloria de las colecciones. Diseños que, por otra parte, siguen teniendo un impacto relativo en la cuenta de resultados de las empresas de lujo que más facturan del sector. Aun así, siguen protagonizando espectaculares desfiles, como el que en octubre instaló un carrusel en un patio del palacio del Louvre y en el que, por segunda vez consecutiva, participó Kate Moss. Puede que se trate de vender bolsos, pero es la moda la que mantiene el tiovivo girando. "La ropa es muy importante porque aporta estilo y dirección. Desde que llegué, cada vez se le da más importancia", apunta De Libran.
La biografía de esta diseñadora es una de esas históricas nómadas que tanto gustan en una casa especializada en los productos de viaje. Hija de una "excéntrica francesa", su familia se instaló en San Diego cuando ella tenía ocho años. Según su relato, sufrió un "choque cultural", pero se adaptó y pasó diez felices años en la luminosa California. Cuando terminó el instituto, se marchó a Milán para estudiar moda en la prestigiosa escuela Marangoni. Se empleó con Gianfranco Ferré y Versace, y en 1998 aterrizó en Prada, donde se hizo fuerte. Dejó los brazos de Miuccia en 2008, cuando Marc Jacobs le ofreció un trabajo en su país natal, al que solo había regresado brevemente para colaborar con Jean-Charles de Castelbajac. "Tenía un hijo de tres años y me apetecía cambiar y estar más cerca de la familia", explica. "Y cuando Marc [Jacobs] me entrevistó, nos entendimos enseguida". Al poco tiempo de llegar a Louis Vuitton, Peter Copping dejó libre el puesto de director del estudio femenino y De Libran rubricó su vuelta a casa ocupándolo.
En sus diseños se filtra esta mezcla de sensibilidades y es probable que ella sea la culpable de que las últimas colecciones de la casa muestren una singular combinación de creatividad y realismo que antes les era ajena. "Es cierto que quise encontrar el equilibrio entre algo excitante para la pasarela y una colección rica en productos y formas que funcionen en la tienda", confirma.
Pero por muchas estrellas invitadas que haya, en Louis Vuitton el rey sigue siendo Marc Jacobs. Disipados (de momento y quién sabe hasta cuándo) los rumores sobre su posible cambio a Dior, el diseñador estadounidense, de 48 años, se prepara para la exposición que prepara el museo de Les Arts Decoratifs. Un paralelismo entre sus inicios y los del fundador de la casa para la que trabaja que se inaugurará en París el 6 de marzo. La víspera del desfile de Louis Vuitton para otoño-invierno 2012. Sí, pueden llamarlo poderío.
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