Arte a los pies de la Alhambra
La Bienal de Granada reparte 16 proyectos internacionales que invitan a participar por calles y edificios históricos
En un simposio sobre biofísica molecular pocos se atreverían a tomar la palabra. La mayoría, además de preguntarse cómo ha acabado allí, probablemente escucharía sin comprender. Es lo que ocurre con el arte contemporáneo, según el artista argentino Juan Ramón Giménez: "Muchos creadores buscan la exclusividad y complican adrede su mensaje. Mientras te paguen 500.000 euros por tu obra, ¿qué más da que no se entienda?". Su proyecto en cambio no necesita explicaciones: ha colgado unos pedacitos de mármol en el interior de un hotel y les da a sus visitantes un rotulador para que escriban sobre el amor.
El resultado final es La herencia de Federico, una de las creaciones que más reflejan el espíritu de la Bienal de Arte que desde el pasado 6 de noviembre y hasta el 18 de diciembre celebra en Granada su tercera edición. Entre 200 propuestas, la organización seleccionó 16 proyectos de artistas de ocho países (de Brasil a España, de China a México) que ha repartido por calles y edificios históricos de la ciudad. "Buscamos sacar el arte contemporáneo de los museos y hacerlo más asequible a la gente", asegura Ana García López, directora de un evento que ha costado algo más de 100.000 euros, el 70% proveniente de fondos públicos.
Todas las piezas homenajean a la capital del reino de Al-Ándalus
Para ello, el artista catalán Xavi Muñoz sugiere la misma receta que Giménez: participación. O, lo que es lo mismo, mil deseos, cada uno escrito por un visitante, con los que llenó las correspondientes botellas que expone en la Casa de los Tiros. Muñoz cree que otra clave está en la información: "Hay que explicar el por qué de una obra". "Queremos que el visitante entienda cómo se cocina el plato", explica García López. "Que luego no le guste", asegura la directora, "es lo de menos".
En este puzle de buenos propósitos hay piezas con las que es posible tropezarse caminando por la ciudad y otras muy escondidas (como los enormes cojines rojos del brasileño Geraldo Zamproni, en el patio interior del Museo de la Memoria de Andalucía). Todas, eso sí, homenajean a la antigua capital del reino árabe de Al-Ándalus. La convocatoria dejaba libertad a los artistas para escoger el vehículo que prefirieran (un gran portal de silicona, un monolito cubierto de códigos que permiten a los móviles descargar información sobre la Bienal) a condición de que su creación valorizase el patrimonio material, inmaterial o natural de Granada.
En sus anteriores ediciones, esta muestra llevaba la palabra efímero en el título. Respetuosas con esa consigna, muchas de las obras desaparecían al cabo de unos días. Tanto que una joven visitante se quejaba el viernes por no poder disfrutar de todos los proyectos a la vez. "El año pasado lo concentramos en pocos días y la gente se quejó de que no le daba tiempo", respondía, muy molesta, García López. La fórmula exacta, al parecer, no existe. Para ello, mejor un simposio de biofísica.
Babelia
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