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PERDONEN QUE NO ME LEVANTE
Columna
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El acoso es antirrevolucionario

No recuerdo haberles hablado de la película egipcia El Cairo 678, estrenada hace pocas semanas en España. Trata sobre el acoso sexual al que las mujeres son sometidas cotidianamente en la capital egipcia. El título alude a un autobús en concreto: pero la ofensa se produce en todos los autobuses y medios de transporte masificados, hasta el punto de que resultó bueno para ellas que, tiempo atrás, el Gobierno pusiera vagones en el metro sólo para mujeres. También tiene lugar en la calle, cuando la ocasión es propicia: después de las fiestas religiosas -la celebración del sacrificio del cordero, el ramadán- y de los partidos de fútbol.

En la película, las tres mujeres que se unen para luchar contra el acoso sexual y la violación reciben con satisfacción la pérdida del partido por parte del equipo nacional. Al parecer, cuando están deprimidos no les apetece, pero cuando ganan se exaltan como energúmenos.

"La sociedad egipcia es aberrantemente patriarcal, y ellas han sido cosificadas"

Fui a ver el filme con una amiga que es una generación más joven que yo. Las dos recordábamos el acoso callejero que sufrimos de jovencitas, incluso de niñas; y en el autobús, y en el subterráneo. "Es el atraso", nos dijimos, que aquí también estuvo, y que fue desapareciendo en la medida en que fuimos avanzando.

En el caso egipcio es el atraso, más una religión que admite todo sexualmente sólo en el matrimonio, y por lo tanto predispone a que éste se produzca lo antes posible. Y son también las condiciones sociales: ¿quién puede casarse a los 18 o 20 años -lo cual, en sí mismo, es una aberración para el desarrollo de la persona-, con la miseria en la que viven?

Sobre todo, en el caso egipcio ocurre porque, siendo ésta -continúo por la zona- una sociedad aberrantemente patriarcal, en donde el macho posee todas las prerrogativas y la mujer absolutamente ninguna que no dependa de él (como esposo, como padre, como hermano, como policía, como juez, como presidente); habiendo sido ella cosificada por la práctica malentendida de la religión, y por los usos y costumbres en vigor desde hace décadas... Por todo ello, el acoso a las mujeres se produce con la mayor impunidad por parte de los agresores y de los hombres que les rodean -difícil aclarar aquí si alguien no ha sido acosador en algún momento de su vida, en algún autobús: yo tengo mis dudas-, como si estuvieran en el uso de algún ancestral derecho al hacerlo; o al menos, como si no tuvieran más remedio que aliviarse en donde les pilla la urgencia, por culpa de las propias mujeres, esas diabólicas tentadoras dotadas de culo y tetas -y quién sabe qué más: su ignorancia sobre el cuerpo femenino es sobrecogedora-, que se permiten ocupar un espacio en los transportes públicos. Las pobrecitas, que da pena verlas. Con su pañuelo puesto y esa cara de estar aguantando por detrás el bulto innoble del frustrado sexual de turno.

Pero de esto nadie habla. Salvo cuando se produjo la denuncia, presentada ante los tribunales por una mujer violada, que está en el origen de El Cairo 678. Hubo tremendo escándalo, pero las cosas siguen igual. Extranjeras residentes aquí se quejan de que les meten mano y persiguen hasta el agotamiento, sobre todo si son rubias.

Y ahora les cuento mi última experiencia. No, no se asusten: con esta sexagenaria lo más que hacen es meterse la mano en el bolsillo y comprobar que el juguete sigue en su sitio. Es mi amigo egipcio D., con el que me relaciono bastante cuando viajo a estas tierras. Nada más llegar me contó que había tenido que vender el coche -mi cochecito querido"- porque no puede mantenerlo y además necesitaba dinero. Las cosas están muy mal desde la revolución, debido a la huida en masa del turismo.

Pocos días después recordé la película y le pregunté a D. si la había visto. "No, pero sé de qué va, organizó mucho revuelo. Ése es un verdadero problema. Desde que no tenemos coche, mi señora tiene que sufrirlo cuando toma el autobús todos los días". Lo dijo con tristeza, pero también con resignación.

Lo verdaderamente revolucionario sería acabar con este asqueroso e intolerable asunto. De nada sirve librarse de un tirano si no se acaba con el tirano o el consentidor que se lleva dentro.

www.marujatorres.com

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