El Gobierno en el exilio como memoria de la democracia
Mees y Goigona repasan el papel de Aguirre y su Ejecutivo tras la guerra
Finalizada la Guerra Civil, comenzó la larga dictadura franquista, pero las instituciones vascas mantuvieron, aunque difícilmente y en el exilio, una parcela de su legalidad democrática.
Pregunta. ¿Con perspectiva histórica, qué representó el Gobierno en el exilio y su lehendakari, José Antonio Aguirre?
Ludger Mees. Mi tesis sobre el personaje la tengo publicada: pese a ser un hombre muy carismático, muy buen orador, y muy aplaudido en los mítines durante la Republica y la guerra, se convierte con un halo mítico en alguien extraordinario, cuando después de su odisea por la Alemania nazi se va a América y vuelve. Nadie entonces sabe cómo lo consigue, cuando el president Companys no tiene esa suerte. Se salva y reaparece de repente en el caos de aquel momento de guerra mundial. Los testigos de época cuentan que este hombre ya se había convertido entonces no solo en un líder con carisma, sino en un mito, que se mantiene muchos años.
Mees: "¿No podría ser el 7 de octubre el día nacional de Euskadi?"
Goiogana: "El Gobierno vasco quiso perdurar; los otros se rompieron"
Mees: "Aguirre, un hombre muy carismático, se convirtió en un mito"
Iñaki Goiogana. La distancia también ayuda mucho. Las noticias que llegan aquí no son muy directas, hasta que el lehendakari publica De Gernika a Nueva York pasando por Berlín, que es un gran éxito. Es una persona que aunaba mucho, y sin Aguirre hubiera podido pasar cualquier cosa.
P. ¿Y el Gobierno en exilio?
I. G. Para muchos es una especie de luz de esperanza, de guía, sobre todo para las primeras generaciones de la guerra y la posguerra, para los que era un referente. Ir a París a la Avenue Marceau o a la Rue Singer supuso una peregrinación para mucha gente y un referente de lucha.
L. M. No hay que olvidar que fue una entidad singular porque ninguna de las instituciones republicanas llegó hasta el final del franquismo. Sabemos que la Generalitat se deshace muy pronto por los líos entre los partidos catalanistas y lo mismo pasa con las instituciones republicanas, como con su gobierno. Sin embargo, en el caso vasco, pese a varias crisis, que las hubo, y a las críticas tras la muerte de Aguirre, el Gobierno se mantiene intacto hasta el regreso de Leizaola del exilio. Por tanto, el Gobierno del exilio se convierte en una parte de la memoria histórica de la democracia en Euskadi.
I. G. Pero el exilio también tiene sus etapas. Nada más terminada la Guerra Mundial en 1945, hay grandes esperanzas durante un par de años al creer que los aliados van a intervenir y cumplir con su promesa de terminar con Franco. Es lo que habían entendido los exiliados. Hasta 1947 hay esperanzas, pero luego caen en picado. El Gobierno vasco perdura, a veces difícilmente, porque quiere perdurar, mientras los otros se rompen.
P. ¿Releyendo los textos de los dos Estatutos, se puede afirmar que 75 años después se han dado pasos enormes en el proceso autonómico?
I. G. La sociedad, hoy, también es diferente, muy distinta. Aguirre, por ejemplo, se hubiera escandalizado muchísimo de ver las iglesias vacías, estoy seguro. O igual Prieto lo hubiese hecho por otras causas. En cuanto al Estatuto, debe ser también reflejo de la sociedad en la que vivimos. Son distintos y también producto de los momentos históricos diferentes.
L. M. Es difícil comparar los dos textos por una razón evidente y es que el contexto es completamente diferente. El Estatuto del 36 es un texto muy escueto, muy breve, incuso más breve que el plebiscitado. No hay definición clara. Lo que pasa es que esto da pie a que luego, en las circunstancias de la guerra, se pueda dar una interpretación muy extensa de ese texto tan genérico. Ahora el texto de 1979 es bastante más amplio, y con unos avances en determinados temas: por ejemplo, en el del 36 se habla de Euzkadi como una región autónoma dentro del Estado integral; en este es una nacionalidad. En el del 36 no está recogido el tema de Navarra. Y ya que hablamos de fechas, y si lo ligamos con el debate que tenemos sobre cuál es el día nacional de Euskadi, donde no hay manera de ponerse de acuerdo, ¿no podría ser el 7 de octubre ese día?
I. G. Lo que pasa es que la derecha y los radicales, igual se oponen, no sé. En este país, con los símbolos, nos vamos a seguir pegando unos cuantos años más.
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