Los comensales de la mesa 20
Y ahora, ¿qué decir de Richard? Pues que estoy muy triste por no poder ir a Londres a decirle adiós. A abrazar a Rita, su mujer. ¿Qué decir de Richard Hamilton? Que le queríamos mucho y que el equipo de elBulli está conmovido. Desde Cuzco pienso ahora mismo en él, en cómo era, en su ejemplo de generosidad. Por desgracia, Richard no estuvo el 30 de julio en Cala Montjoi. Si había alguien con mérito para cerrar la puerta de elBulli, ese era él.
Era un cliente más que especial, alguien inclasificable que se había convertido en más que un amigo: en alguien de la familia. Nuestra relación fue mágica. Fue él quien me enseñó otra manera de entender la cocina. Aprendí una manera de expresarme a la que no estaba acostumbrado, y mi discurso de la cocina como lenguaje lo extraje de sus enseñanzas.
Como no pudo ir al cierre de elBulli, Hamilton, ya muy enfermo, mandó un email tremendamente emotivo. Yo le envié los últimos menús a través de Vicente Todolí, amigo común. Me consuela que en noviembre se difundirá por Canal + el testimonio audiovisual de Documentando la Documenta, en el que Hamilton, que odiaba las entrevistas, accedió a charlar sobre sus sensaciones ante un plato.
Rita y Richard, los comensales de la mesa 20, en la terraza del restaurante, han sido la historia de elBulli, y antes de que yo me diera cuenta de la magnitud de ese tranquilo e incluso tímido amante de la gastronomía, el artista ya sabía lo que se fraguaba en el templo culinario. Ya en 1963, Hamilton iba con un notable amigo en una barca desde Cadaqués para probar lo que se cocinaba en un peculiar chiringuito de playa con altas aspiraciones gastronómicas. Hay que imaginar la escena: ¡Duchamp y Hamilton en la mesa!
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