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El debate de la energía atómica

Francia deja en "accidente industrial" la explosión en un complejo nuclear

Un muerto y tres heridos al estallar un horno de residuos de baja intensidad - España convocó un órgano de coordinación y Cataluña declaró la prealerta

Antonio Jiménez Barca

La explosión ocurrió a las 12 de la mañana en el complejo nuclear de Marcoule (Gard), en el sur de Francia: un horno empleado para incinerar material radiactivo reventó por causas que ayer se desconocían y carbonizó a un empleado, hirió a otros tres (uno de gravedad) y sumió en la incertidumbre y la alarma a la región y a toda Francia durante un par de horas.

Los bomberos y la policía acordonaron apresuradamente la zona, algunos de los 500 operarios del complejo quedaron retenidos por seguridad mientras se llevaban a cabo las primeras medidas de radiactividad en el suelo y en el aire. Durante un tiempo se especuló con el hecho de que podía haber riesgo de fuga, los bomberos manifestaban sentirse preocupados por el cariz funesto que adquiría el suceso, pero a las dos horas la Agencia para la Seguridad Nuclear francesa descartaba el hecho de que se hubiera producido una fuga radiactiva o que desechos contaminados hubieran salido al exterior.

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El ministro de Industria, Éric Besson, hacía suya la expresión del portavoz de la empresa eléctrica EDF, propietaria del horno, de que el episodio era, simplemente, un "accidente industrial", sin que la palabra nuclear apareciera por ninguna parte. Algunos operarios medían ayer la radiactividad en los alrededores del horno destrozado.

El complejo nuclear de Marcoule no posee reactores nucleares en marcha. Creado en 1955, el último que operó fue detenido en 2009. El complejo tiene, sin contar con determinados centros militares contiguos, cuatro establecimientos civiles: uno se ocupa de desmantelar el reactor, otro es un laboratorio de desechos nucleares, el tercero es un centro de creación de combustible nuclear y el cuarto contiene los dos hornos encargados de reciclar material radiactivo. El horno que reventó trataba y descontaminaba piezas metálicas con una carga de radiactividad, en principio, muy baja. El otro horno operaba con líquidos, tampoco especialmente contaminantes, según explicó EDF.

Tras las dos horas de alarma, las autoridades confirmaron que no había peligro ni para los habitantes de las poblaciones cercanas ni para el medio ambiente. Los trabajadores retenidos volvieron a su casa. Algunas escuelas que habían dejado a los niños en las aulas por seguridad permitieron también que se marcharan.

Las informaciones se siguieron inicialmente con inquietud desde España, ya que la frontera de La Jonquera (Girona) está a 288 kilómetros del complejo nuclear. El Consejo de Seguridad Nuclear español formó un grupo de trabajo para analizar el suceso y el ministro español de Industria, Miguel Sebastián, telefoneó a su homólogo francés. Tras la confusión inicial, Francia comunicó a España que no había riesgo de fuga. Aun así, Cataluña mantuvo activada la prealerta de su plan de Protección Civil de forma preventiva.

La red española de control radiactivo no detectó ninguna variación en sus medidas tras el accidente de ayer. La radiación se mide extremadamente bien y en España llegaron a detectarse partículas procedentes del accidente nuclear de Fukushima, en Japón.

Por la tarde, Francia respiraba con tranquilidad sin que, en principio, pareciera que le importara demasiado el incidente. En la radio se hablaba tanto de la jornada de la Liga de fútbol como de la explosión.

Con todo, el accidente -ocurrido seis meses después del desastre de la central de Fukushima- devolvió a la calle y a los medios de comunicación los riesgos nucleares en Francia, país que desde los tiempos de Charles de Gaulle ha apostado por este tipo de energía por razones estratégicas, políticas y económicas. En Francia, territorio sin petróleo, se encuentran 58 reactores nucleares y el 75% de su electricidad procede de sus propias plantas.

Los ecologistas, el grupo más activo y más decididamente antinuclear, volvió a reclamar un debate largo sobre la cuestión. Cécile Duflot, presidente de Europa Ecología-Los Verdes, calificó de broma las palabras del ministro de Industria: "Asegurar que esto es un accidente industrial es querer reírse de los franceses. Desde el momento en que hay residuos radiactivos por medio estamos hablando de un accidente nuclear".

El diputado verde Yves Cochet añadió: "Desde Fukushima nadie que viva al lado de una central nuclear o un complejo nuclear puede dormir tranquilo. Hay que salir de la energía nuclear lo más rápidamente posible".

El Partido Socialista francés (PS) anduvo bastante más ambiguo. Tanto Martine Aubry, como Ségolène Royal, ambas candidatas a las primarias socialistas para enfrentarse a Nicolas Sarkozy en 2012, se limitaron a exigir información puntual y a tiempo de los hechos acaecidos. De igual manera se expresó Aurélie Filippetti, secretaria nacional del PS para cuestiones de Energía: "Esperamos las conclusiones del informe para hablar. La seguridad debe estar en el centro del debate nuclear".

En ningún momento ninguna de estas líderes ha pedido el abandono inmediato de Francia de la energía nuclear. Esta cuestión enfrenta a los ecologistas y los socialistas, en principio, aliados para derrotar a Sarkozy en 2012.

El ministro de Asuntos Exteriores, Alain Juppé, resumió el sentir del Gobierno días después de la catástrofe de Fukushima, al recordar la dependencia inevitable de Francia con respecto de la energía nuclear. Y añadió: "Pedir que en menos de 20 años podamos salir de la energía nuclear es simplemente una tontería".

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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