Un atentado en una mezquita de Pakistán causa 48 muertos
Al menos 48 personas resultaron muertas y otras 117 heridas en un atentado, ayer, contra una mezquita de la comarca de Khyber, al noroeste de Pakistán. El ataque, el más grave de los tres últimos meses, pone de relieve una vez más la guerra que los talibanes libran contra el Gobierno de Islamabad por su colaboración con Estados Unidos, y que se ha intensificado desde la operación que mató al líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, el pasado mayo.
"Fue un ataque suicida. El autor llevaba entre ocho y 10 kilos de explosivos, llegó caminando y se hizo estallar en la nave principal", declaró Khalid Mumtaz Kundi, un responsable local citado por France Presse. Según Kundi, el número de muertos podría aumentar porque muchos heridos estaban en situación crítica.
La explosión se produjo apenas concluida la plegaria de mediodía, cuando entre 300 y 500 asistentes abandonaban la mezquita de Ghundi, una pequeña localidad cercana a Jamrad. Esta ciudad, a unos 25 kilómetros al oeste de Peshawar, es la principal de Khyber, una de las siete áreas tribales de Pakistán y, como todas ellas, sacudida por la rebelión de los talibanes contra el Gobierno central. La legendaria zona, por la que cruzaron Alejandro el Grande o Gengis Jan, es hoy clave para las fuerzas de EE UU y de la OTAN en Afganistán porque gran parte de su abastecimiento pasa por allí.
Nadie se responsabilizó de inmediato del atentado, pero existen pocas dudas. Desde hace cuatro años, la mayoría de los ataques de este tipo han sido obra del Movimiento de los Talibanes de Pakistán, aliado de Al Qaeda. Tampoco es la primera vez que este grupo radical islamista y otros similares atacan mezquitas, en especial si calculan que habrá en ellas soldados o miembros progubernamentales de las tribus. Su particular guerra ha dejado ya 4.500 muertos en todo el país.
Desde principios de este año se había notado un descenso en el número de atentados. Sin embargo, se ha producido un repunte desde la operación en la que las fuerzas especiales estadounidenses mataron a Bin Laden en Abbottabad. De hecho, algunos analistas establecen una relación causal y creen que ataques como el de ayer, o el que a mediados de junio mató a 40 personas en Peshawar, son una venganza por la muerte del líder de Al Qaeda. A mediados de mayo, dos kamikazes talibanes mataron a un centenar de policías que se iban de permiso tras graduarse, también cerca de esa ciudad.
Desde 2004, los talibanes paquistaníes denuncian los bombardeos de los aviones no tripulados estadounidenses contra las regiones tribales. La campaña, que según las autoridades paquistaníes y portavoces de EE UU ha matado a cientos de terroristas, también ha dejado numerosas víctimas civiles creando un descontento generalizado que juega a favor de los talibanes.
El último de esos ataques se produjo ayer, poco antes del atentado en Ghundi. Dos misiles destruyeron una casa y mataron a cuatro presuntos rebeldes en Waziristán del Sur, otra área tribal cercana a Khyber. Pero a pesar de que las autoridades paquistaníes parecen cerrar los ojos ante esos bombardeos, sus relaciones con Washington se encuentran en el punto más bajo de la última década debido a la impunidad con la que los soldados norteamericanos entraron en Pakistán para matar a Bin Laden.
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