S&P rebaja la calificación de la deuda de EE UU por primera vez en la historia
- La nota de la mayor potencia del planeta baja un escalón para situarse en AA - El país norteamericano entra en el mismo club que Japón, China y España
Estados Unidos tiene un pie en la segunda división de la liga de la deuda soberana. La agencia Standard & Poor's decidió la pasada madrugada cumplir su amenaza, desoyendo la protesta del Tesoro, y retiró la triple A -máxima nota crediticia- a la mayor potencia económica del planeta, con el argumento de que ve imparable la degradación de sus cuentas públicas en un clima político que no da estabilidad y es poco efectivo.
La nota de la deuda soberana de EE UU cae un peldaño, a la AA+, con la posibilidad de otra rebaja en un periodo de entre 12 y 18 meses si no se afronta el reto fiscal con seriedad. Abandona así, por primera vez en la historia moderna, el diverso club de naciones más fiables para el inversor, integrado por economías como Alemania y Francia. Y llama a la puerta del de países como China, Japón y España. Como curiosidad, cabe destacar que cuando España vio degradada su nota a AA+, en enero de 2009, su endeudamiento (53%) era prácticamente la mitad del estadounidense.
Pese a la rebaja, el país seguirá siendo el centro financiero del planeta
La doble A es, en todo caso, un notable alto en el ranking de la deuda soberana, equivalente a "alta calidad". Pero no deja de ser un revés en un momento de fragilidad. De hecho, nadie sabe cuál será el impacto. Japón sufrió una rebaja en 2002. Se temió entonces por una caída en el precio de los bonos y un incremento de los tipos, que no fue tan grave. Lo mismo sucedió con Canadá, que como Australia o Suecia recuperó años después la AAA.
Si sirve de consuelo, en el caso de EE UU no hay una alternativa de inversión más fiable en este momento tan convulso, a excepción de Alemania. Es decir, la rebaja difícilmente va a privarle de ser el primer centro financiero del planeta. Todo esto puede ayudar a anticipar la reacción de los acreedores. Pero quizás el más serio revés para EE UU sea el argumento utilizado por S&P en su decisión. "La débil e improvisada política fiscal estadounidense", dijo David Beers, presidente de la firma. La agencia ya advirtió el 14 de julio que preparaba esta rebaja, intentando meter presión política a Washington para que ordenara las cuentas de la casa. Moody's y Fitch, las otras dos grandes de la calificación del riesgo, también encendieron la luz amarilla.
Como detalla S&P en su comunicado, "el plan de consolidación fiscal que pactaron el Congreso y el Gobierno es insuficiente en lo que se necesita para estabilizar a medio plazo las dinámicas de la deuda pública". Una acción que ni para Barclay's, Wells Fargo, JP Morgan o Goldman Sachs no es "inesperada", aunque causó frustración en la Administración de Barack Obama.
S&P es la primera en mover ficha, algo que fue anticipado el viernes por Wall Street en una jornada dominada por la volatilidad. El Tesoro de EE UU, como manda el procedimiento, fue consultado horas antes de la decisión, a la que plantó cara con el argumento de que había un error de cálculo en el déficit para la próxima década. Desfase que valoró en dos billones de dólares (1,4 billones de euros).
Ese error se atribuye a un cálculo diferente en la proyección respecto al PIB para 2021, que en lugar del 87% que estima S&P, debería leerse, según el Tesoro, el 79%. La agencia, sin embargo, siguió adelante con la decisión. Y se limita a decir que la trayectoria de la deuda está ahí e insiste en la falta de compromiso político para lidiar a medio plazo con el reto.
Es decir, y como lleva meses advirtiendo Ben Bernanke desde la Reserva Federal (banco central estadounidense), la situación fiscal es insostenible y requiere de un plan de austeridad ambicioso que se gane la confianza del mercado. S&P ya dijo que quería un recorte de cuatro billones de dólares en el gasto público entre 2012 y 2021. El plan que salió el pasado fin de semana del Capitolio se quedó a la mitad.
Lo que es evidente es que esta acción afilará aún más las espadas en Washington, donde acusan a las agencias de calificación de haber alimentado el colapso financiero. La semana pasada, Beers pasó por el Congreso. Y allí pidió a los legisladores que no metan con la metodología que se sigue en la calificación de la deuda de más de 120 Gobiernos. "Minará el valor de la nota", remachó.
EE UU tiene en la actualidad una deuda superior a 14 billones de dólares. Eso equivale al 100% de su economía. Y se espera que se le sumen otros siete billones más en la próxima década, aunque su proporción respecto al PIB variará en función de como avance la actividad económica. Se teme que la rebaja sea un lastre adicional al crecimiento y al empleo.
Otra de las incógnitas es cómo afectará la rebaja a la valoración de las instituciones financieras, y qué medidas deberán adoptar para preservar su estatus. La Reserva Federal y el Fondo de Garantía de Depósitos han dejado claro que los bancos no deberán elevar sus colchones de capital respaldados por obligaciones del Tesoro. La Fed señaló además que sus préstamos no se verán afectados.
EE UU se queda así privada de la máxima nota de S&P, que conservó durante 70 años. Y la perspectiva negativa para la deuda a largo plazo hace pensar que tendrá pocas opciones para volver a la primera división. El golpe, en todo caso, será mayor si Moody's sigue el camino. En su caso, esta semana dejó abierta la posibilidad de una rebaja.
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