Un negocio polémico
En 2010, un documental, Gasland, del director Josh Fox, ganó el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine de Sundance (EE UU). La película denunciaba los riesgos para la salud y el medioambiente por la explotación, en extensas áreas del país, del gas no convencional. Una de las imágenes de mayor impacto mostraba al ciudadano Mike Markham, residente en Colorado, abriendo un grifo de agua en su cocina y acercando un mechero. Resultado: llamarada. El agua y el gas se habían mezclado. Según el documental, la imagen no era una excepción. En muchos Estados, Fox se encontraba con denuncias de la población por las consecuencias de las filtraciones de gas en acuíferos y tierras a causa del fracking (fractura a presión de las rocas en las que está contenido el gas).
En Greenpeace España lo tienen claro. El responsable de Energía Limpia de la organización, José Luis García Ortega, lo ha puesto por escrito: "Greenpeace España", dice, "se opone a la explotación de las reservas de gas no convencional hasta que los impactos estén plenamente investigados, comprendidos, afrontados y regulados. Se deben poner muchos más esfuerzos en comprender todos los impactos del fracking antes de lanzarse a una nueva carrera para obtener más gas".
Pero la carrera ya ha comenzado. Y la polémica, al menos de momento, se centra en un punto concreto: en el proceso de fracturación se utiliza agua y arena, pero también centenares de componentes químicos -no detallados por las empresas- que pueden suponer riesgos para el medio ambiente y la salud de las personas si se producen filtraciones al estilo de las denunciadas por Gasland.
En el lado del debe, los críticos con el proceso suman además la cantidad de agua que hay que inyectar para fracturar el terreno, los movimientos de vehículos, la contaminación auditiva y el deterioro del paisaje.
Ninguno de los expertos de las empresas consultadas niega que hayan existido problemas con el shale gas. Pero todos destacan que son incidentes puntuales, normales en procesos nacientes y ya controlados. Según sus explicaciones, la tecnología ha avanzado lo suficiente como para asegurar la limpieza de la extracción.
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