Tarde tediosa con 'miuras'
Esta es la crónica de una moruchada anunciada. Y así año tras año en Pamplona. Ayer se corrieron seis toros de Miura, pura carne para el matadero. Sin duda de kilos andaban sobrados, en especial cuatro de ellos que pesaban 695, 640, 645 y 625. Los otros eran de 540 y 550 kilos.
¿Por qué esa insistencia en el error? Por lo visto las razones se centran en que la corrida de Miura se pone siempre en domingo, debido al encierro tan masivo de ese día. Y todavía hay una razón sustancial: porque se trata de una ganadería legendaria, una ganadería que ha matado a toreros de distintas épocas como son Pepete, Espartero y, más en nuestro tiempo, Manuel Rodríguez Manolete.
Los miuras siguen viviendo de esa percha literaria, quiere decir en el peor sentido novelesco del toreo. Pero, por favor, dejémonos de tauromaquias espúreas. No se puede consentir que los gestores de esta ganadería no sean capaces de criar toros que embistan como Dios manda. Se diría que hacen adrede fabricar pura bazofia cornúpeta. Solo faltaba que alguien de la famosa finca Zahariche nos diga que lo imaginario sustituye a aquello que la realidad impide realizar a torero alguno.
MIURA / PADILLA, RAFAELILLO, MARÍN
Toros de Eduardo Miura: grandotes, bueyudos, moruchos, aptos para una tarde tediosa.
Juan José Padilla: metisaca, estocada desprendida y delantera (silencio); estocada desprendida -aviso- cae el toro (saludos).
Rafaelillo: estocada atravesada -aviso- y tres descabellos (silencio); media estocada, cuatro pinchazos -aviso-, un pinchazo, pinchazo hondo y dos descabellos (silencio).
Serafín Marín: bajonazo (silencio); media estocada (silencio).
Plaza de toros de Pamplona. Sexto festejo de abono. Lleno. Domingo 10 de julio.
Si no se llevaron más orejas fue, casi, porque no había: nueve de doce
Pero digamos que los toreros de ayer, Padilla, Rafaelillo y Rafael Marín tampoco pusieron demasiada pericia y pundonor toreros de su parte, aunque los dos segundos lo intetaron con más énfasis. En algunos momentos cabía pensar que algunos de sus muletazos -de los tres- estaban abriendo puertas para escapar de allí por una de ellas. Juan José Padilla quiso taparse con las banderillas y con ciertos gestitos facilones, más parecidos a los ademanes de un albañil de iglesia barroca.
Todo lo dicho sobre Miura es cierto, pero también es verdad que la corruptela de algunos muñidores y aguamaniles de la fiesta han conseguido que el gran público, mayoritariamente inexperto, quiera ver solo a las figuras, en tanto detesta a los toreros modestos y los toros que tienen que lidiar. En los tres últimos días lo van a confirmar cuando veamos cómo se priman las contrataciones de toros suavones, faltos de fuerza, babositos y demás lindezas que es lo que se busca para las figuritas, o figurones, da igual, del toreo moderno.
Así está montado este espectáculo donde por encima de todo reina la superficialidad ventajista, lejos de lo profundo. Para las figuras se guardan los toros de buenas apariencias externas, con peso y pitones (¿dudosos?) pero carentes de raza y bravura. En realidad a veces la corridas duras y las blandas son extremos entre dos abismos.
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