CiU y PNV salvan ahora a Zapatero en la reforma de la negociación colectiva
El presidente tuvo que llamar a Urkullu y hablar in extremis con Duran
José Luis Rodríguez Zapatero y su Gobierno, instalados al borde del abismo, estuvieron de nuevo ayer a punto de dar un paso al frente, que hubiera sido el definitivo. Pero otra vez acudieron al rescate CiU y PNV, que con su abstención evitaron que el PSOE perdiera una votación que habría acabado con el Ejecutivo, con la legislatura y quizás con algo más.
Los socialistas convalidaron en solitario el decreto de negociación colectiva, que ya está en vigor, pero que se tramitará como proyecto de ley para que se introduzcan modificaciones, sobre todo las pactadas con los nacionalistas para que tengan preferencia los convenios autonómicos sobre los estatales y se acerque el texto mucho más a las exigencias de la patronal. Fueron 169 votos a favor (PSOE), 159 en contra (PP, ERC, IU-ICV, BNG y UPyD) y 20 abstenciones (CiU, PNV, CC y UPN), para que el Gobierno salvara otra votación al límite.
El ministro de Trabajo alargó sus réplicas para dar tiempo al acuerdo
Los dos partidos nacionalistas iniciaron el debate dispuestos a votar no, y apuraron hasta el último segundo la negociación. Incluso, el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, prolongó sus intervenciones en el pleno para que en la llamada zona de Gobierno del Congreso culminaran las conversaciones. En la tribuna, los portavoces de CiU y del PNV, Carles Campuzano y Emilio Olabarría, respectivamente, arremetían contra el decreto, mientras José Luis Rodríguez Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba y Elena Salgado se empleaban a fondo con Josep Antoni Duran y Josu Erkoreka para llegar a un acuerdo y evitar el final abrupto de la legislatura. Poco antes, Zapatero había llamado al líder del PNV, Iñigo Urkullu, para pedirle su apoyo.
Los nacionalistas catalanes consiguieron, además de que prevalezcan los convenios autonómicos sobre los estatales, la inclusión de medidas contra el absentismo laboral; la inclusión en el preámbulo de una orientación para que los salarios se vinculen voluntariamente a la productividad; para que se dé más flexibilidad al 5% de aumento posible de la jornada laboral; para que se amplíen los plazos de prórroga de convenios y para que se dé más flexibilidad a las relaciones laborales en caso de dificultad en la empresa. Además, CiU estaba pendiente del PNV, para no ser el único salvavidas de Zapatero.
El ministro de Trabajo puso su granito de arena, aunque alejado de la negociación, al pedir en el pleno réplicas inusuales a los partidos de la izquierda (ERC, IU y BNG) que con más ahínco rechazaban el decreto, para así dar tiempo a que culminaran con éxito las conversaciones fuera del hemiciclo. Fuentes de CiU y del PNV no ocultaron su asombro por la parsimonia del Ejecutivo al abordar la negociación de un decreto aprobado hace días. En la noche del martes, Duran alertó a Salgado de que su partido partía de una posición de rechazo, sin que nadie del Gobierno se dirigiera a ellos para buscar respaldo; Erkoreka esperaba un texto con propuestas del Ejecutivo que no terminaba de llegar y hasta ayer mismo no hubo una llamada de Zapatero a Urkullu. "Esa es la grandeza de la democracia", alegó el presidente en el pasillo, tras salvar el apuro, en referencia a las negociaciones cerradas in extremis.
Según Erkoreka, el PNV ha conseguido "reducir el listado de materias consideradas no negociables en ámbitos diferentes al estatal, en aquellas comunidades en las que existen sindicatos diferentes y más representativos que los de ámbito estatal, como Euskadi o Galicia". El portavoz del PNV dijo que es "un logro histórico", pero advirtió: "Nuestras reivindicaciones no terminan aquí" y seguirán en el trámite, para el que presentarán enmiendas conjuntas con el PSOE. El ministro de Trabajo, no obstante, minimizó el alcance del acuerdo y aseguró que el decreto seguirá siendo "equilibrado". Gómez, tan apurado se vio en la tribuna y sin saber lo que se negociaba, que a una ironía de Olabarría sobre el anterior titular del departamento respondió con una confesión que sonó a desahogo: "Yo también echo de menos a Celestino Corbacho".
El PP, a lo suyo, votó en contra porque, según Fátima Bañez, el Gobierno presenta reformas "para salir del paso" de la presión de Bruselas y de los mercados.
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