El Congreso y el desencanto ciudadano
Entre la percepción de que la política cada día tiene menos peso en la configuración de una sociedad que procure mayor bienestar al conjunto de los ciudadanos, la decepción causada por la eclosión de los múltiples casos de corrupción y la imposibilidad de alcanzar pactos de Estado en tiempos de dificultades económicas y lágrimas populares, ¿es extraño o sorprendente que la ciudadanía esté bastante desencantada y preocupada con la clase política, tal como viene indicando el barómetro del CIS desde hace más de un año? Según parece, la propuesta del presidente del Congreso, José Bono, de reducir un día semanal de trabajo a los diputados tendría una repercusión moderada en la actividad parlamentaria, ya que, debido a la pobreza de propuestas legislativas, en la práctica son pocos los jueves en los que hay pleno.
O sea, mientras en las calles y en las redes sociales se origina un huracán de inquietudes, sueños e ideas orientadas a construir un mundo más amable, en el Congreso el aire está en calma. ¿No es en los momentos de necesidad o adversidad cuando se agudiza el ingenio? ¿No hay que incrementar la productividad?