El trabajo de los diputados

José Bono ha avivado la polémica sobre el trabajo de los políticos, al reabrir por sorpresa el debate sobre la actividad de los diputados. Twitter, los foros de Internet y las redes sociales arden contra sus señorías. Ha propuesto agrupar en la tarde de los martes y la mañana de los miércoles los plenos del Congreso, dejando los jueves para la celebración de comisiones. No había necesidad de avivar el fuego, porque en la práctica, la escasa actividad legislativa del Gobierno había dejado ya sin pleno los jueves, días dedicados al debate y votación de proyectos de ley. Pero el presidente del Congreso ha pretendido institucionalizar esa situación, utilizando argumentos como el de que es más barato agrupar en un día el pleno, que celebrarlos en varios días con pocos puntos en el orden del día. Sostiene también que la actividad de un diputado no es solo la de su presencia en el escaño durante los plenos, sino que tiene que ver con la negociación en ponencias, los debates en comisión y en la política de partido en su circunscripción.

Sin embargo, Bono ha chocado con todos los demás grupos parlamentarios porque consideran que no es estético ni oportuno anunciar una reducción de jornada en un momento en el que encuestas como las del CIS muestran un desapego notable de los ciudadanos respecto a su clase política. Y cuando ha surgido un movimiento ciudadano que cuestiona el compromiso de los políticos con los ciudadanos. En este contexto político, no es nada fácil defender la reducción de la jornada de quienes votan recortes de prestaciones; y probablemente es contraproducente.

El presidente del Congreso ya había dado algunos pasos para mejorar la transparencia, al permitir que sean públicas las actividades privadas de los parlamentarios. Pero aún mantiene bloqueada la modificación del régimen económico de los diputados, tras haber pedido en marzo a toda prisa propuestas a los grupos para, por ejemplo, eliminar el régimen especial de pensiones de sus señorías. Esa reforma no supone apenas ahorro para el erario público, pero tendría un efecto ejemplarizante, de respuesta al malestar ciudadano. Bono debería haber caído en la cuenta de que el orden de los factores es justamente el inverso.