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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El síndrome danés de CiU

Los nacionalistas quieren limitar el acceso a la sanidad a quien no lleve seis meses empadronado

Con un total de 631 artículos, los que contiene la llamada ley ómnibus, el Gobierno de Artur Mas pretende, según propia confesión, reducir burocracia y agilizar trámites que contribuyan a activar la maltrecha economía catalana. El texto -al margen de la elefantiasis de artículos que modifican más de medio centenar de leyes en vigor- busca de forma expeditiva acercarse al horizonte ideológico de CiU, una especie de arcadia feliz de la federación nacionalista, según miembros destacados del propio Ejecutivo catalán.

Al margen de ciertas medidas que recortan sustancialmente el Estado de bienestar, arrasan la herencia del tripartito y rectifican parte de lo aprobado por los anteriores Gobiernos, incluidos los Ejecutivos de Jordi Pujol, la ley contiene el peligroso germen de la demagogia respecto a la inmigración. Se trata de limitar el acceso a la sanidad a quien no lleve por lo menos seis meses empadronado. Es un paso grave con el que CiU se suma a las modas populistas, como la del Gobierno conservador danés, de restablecer sus fronteras, con el ánimo confuso, pero concreto, de cargar las tintas contra el extranjero.

Y ese parece ser uno de los objetivos de la ley ómnibus catalana. Con ella CiU consagra su giro liberal (atrás quedó la querencia por los viejos modelos de sociedad sueco y alemán de Jordi Pujol) y trata de contentar a su electorado con una medida que vulnera la propia Ley de Extranjería, a cuya aprobación en el Congreso los nacionalistas catalanes ayudaron. La citada ley afirma taxativa que todos los extranjeros "que se encuentran en España inscritos en el padrón del municipio tienen derecho a la asistencia sanitaria en las mismas condiciones que los españoles". La medida también va en dirección contraria a la Ley General de Sanidad, que garantiza el acceso universal a todas las prestaciones de salud.

Estamos, pues, ante un preocupante ejercicio de demagogia con tintes xenófobos, al que CiU comienza a acostumbrarnos. Un Gobierno no debería tramitar un texto que vulnera la legalidad, tal como han asegurado los expertos. Pero esta actitud no es nueva. Ya en Vic, los nacionalistas intentaron negar hace unos años el empadronamiento a los inmigrantes que no estuvieran en situación legal. El síndrome danés hace fortuna en Cataluña espoleado por el crecimiento de los partidos populistas de corte xenófobo.

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