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Heredarás la tierra

Rosa Cullell

"Sabed que hemos dividido el reino en tres partes. De los motivos que a ello nos deciden, el primero es aliviar nuestra vejez del peso de las tareas, para asentarlo en hombros más jóvenes y robustos, y así, aligerados de tan onerosa carga, caminar sosegados hacia nuestra tumba". El Rey Lear decide repartir la herencia entre sus tres hijas, Goneril, Regan y Cordelia, y comienza entonces la tragedia. Astucia, envidias, ingratitudes, mentiras... también bondad y generosidad mal recompensadas. Nada, con la excepción quizás del amor, provoca dramas mayores que repartir los bienes. Pobre Cordelia, la hija amantísima muerta sin avariciar riquezas. Pobre Rey Lear, buscando la admiración de todos, falleciendo sin nada.

La eliminación de las sucesiones beneficiará esencialmente a las clases medias, no "a los que más tienen" como dicen algunos

Pasan los siglos, pero la pelea por la herencia, el deseo de no pagar impuestos por lo recibido, sigue vigente. Familias enteras, gobiernos y partidos de distinta ideología continúan enfrentándose por esa causa. La importancia de la herencia explica en parte la decisión de Artur Mas de convertir la supresión del impuesto de sucesiones en punto clave de su programa electoral. Ni en época de crisis ha querido retrasar su promesa. Le han bastado 100 días para aprobar la supresión y convertir a Cataluña en la comunidad autónoma con mayor bonificación. Pagaremos menos que en ninguna otra autonomía española. Los que hereden, claro.

Cataluña, ha dicho el conseller Mas-Colell, dejará de ingresar sólo 130 millones. Tarde o temprano hubiera sucedido; era incomprensible que de una comunidad a otra casi se doblara el pago. Sin embargo, déjenme aclarar que no sufríamos una "discriminación" como suele subrayar el presidente de la Generalitat. Era un impuesto cedido. Pagábamos más que en otras autonomías por decisión de nuestros propios y sucesivos Gobiernos, tanto de CiU como del tripartito. Es coherente, en cualquier caso, que sea un Ejecutivo de corte liberal como el actual el que la apruebe. De hecho, la eliminación de las sucesiones beneficiará esencialmente a las clases medias, no "a los que más tienen". Es un impuesto que pagan las personas físicas, los individuos. Los ricos tienen su patrimonio en sociedades o lo canalizan a través de instrumentos financieros de más sofisticada cotización o ausencia de ella.

Por exacto motivo, porque los beneficiados son pocos, no entiendo las prisas en ingresar menos, aunque quizás no sea la más indicada para opinar. Hasta el momento, y espero que siga así mucho tiempo, he heredado los siguientes bienes: un paquete de fotos en blanco y negro; una cristalería extremadamente delicada y una cubertería de principios de siglo a la que le faltan varios cuchillos; una primera edición de Larra; un armario de dos cuerpos, y un viejo carnet del Fútbol Club Barcelona. También me han donado, en vida, una migraña clásica, varias joyas de gran valor sentimental y el gusto por la música y la literatura.

Sería hipócrita decir que prefiero que mis hijos, cuando llegue el fatal momento, paguen al Estado más que sus compatriotas castellanos o navarros, que sus queridos primos. Pero tampoco me preocupa en exceso y dudo que el resto de posibles hereus y pubilles estén muy preocupados por este tema. Por lo que veo, lo que quieren es un trabajo y un futuro, también otra forma de hacer política. Por eso acampan y, algunos, se indignan. La mayoría de los votantes de CiU, también sus hijos, hubieran entendido un aplazamiento; estamos en un ejercicio difícil, con un paro de más del 20% y una deuda disparada. Cuesta cerrar el presupuesto. El Gobierno catalán puede cuadrarlo apuntándose el anticipo de 1.450 millones del fondo de competitividad, aunque habría que prever, sin querer ser ceniza, la posibilidad de que en la negociación con Madrid (que es un pacto marcado por la exigencia europea de reducción del déficit español) se cierre una cifra menor. Por todo ello, sorprende el empeño en anunciar recortes en educación y en sanidad a la vez que se renuncia a recaudar. Extraños tiempos los de la política. El actual urge a los Estados a buscar nuevos ingresos, como el impuesto sobre operaciones bancarias especulativas (nueva versión de la antigua tasa Tobin) que ya defienden Merkel y Sarkozy. Se necesitan para mantener el Estado de bienestar, para que nuestros hijos hereden una tierra mejor.

Rosa Cullell es periodista

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