Las cenizas de Islandia
Los volcanes tienen raros poderes; engendran extrañas historias. Islandia es un lugar inaudito: una isla de roca volcánica que fue el último pedazo de Europa en ser poblado; lógico: la mayor parte del suelo es yermo y el paisaje es imponente, sí, pero con un frío polar casi todo el año. El mismo fin de semana que este periódico escribía una historia sobre "el país más feliz del mundo", sus tres grandes bancos quebraron y hundieron a Islandia en una crisis oceánica. Eso sucedió hace tres años y desde entonces casi todo está en erupción: la crisis ha desatado una suerte de ira bíblica y los banqueros van a la cárcel -con cuentagotas: los banksters son duros de roer en todas partes-, algún político puede acabar enjaulado y la gente se ha organizado para cambiar la Constitución y tratar de no pagar por los desmanes bancarios (tal vez los islandeses sean los únicos insumisos de la Ley Universal del Cinismo Neoliberal: privatizar los beneficios y socializar las pérdidas).
A la ira de la gente se suma ahora la de la tierra: los volcanes vomitan de nuevo lava y cenizas sobre toda Europa. En 2010, el Eyjafjalla ya obligó a cerrar el espacio aéreo del Atlántico Norte. Ahora es el no menos impronunciable Grimsvötn el que podría provocar el caos en el cielo europeo. Y aun así no es eso lo que más se teme de Islandia. En la Puerta del Sol de Madrid no es difícil ver banderas islandesas como símbolo del Movimiento 15-M, con ese "España en pie / una Islandia es" que se ha convertido en uno de los lemas de los acampados.
La respuesta islandesa a la crisis financiera se ha convertido en un mito y hay que tener cuidado con los mitos: los islandeses han inyectado miles de millones en sus bancos, han tenido que pedir dinero al FMI, el Gobierno ha subido impuestos y cerrado colegios y hospitales. Hay incluso un corralito a la argentina.
En los años del boom, "los banqueros eran considerados prácticamente héroes". Es lo que se leía en un informe encargado por el Gobierno islandés, y es algo que recuerda, por cierto, el ascenso y caída de algunos constructores en los mares del sur. Mitos que acaban hechos ceniza. En Islandia, en los mares del sur y en Tombuctú.
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