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Elecciones municipales y autonómicas | Balance de campaña

Las claves de una campaña eclipsada

Los candidatos, abrumados por las movilizaciones, trataron de consolidar sus mensajes

Los candidatos a ocupar la Comunidad y la alcaldía de Madrid culminaron ayer una campaña sacudida por un movimiento de indignación contra el establishment político. Los aspirantes de los principales partidos intentaron consolidar sus propuestas en medio de unos acontecimientos inesperados.

- Aguirre contra Zapatero. El argumento que ha servido a los populares de ariete contra el PSOE ha sido culpar a Moncloa del aumento del paro. Esperanza Aguirre está acostumbrada a hacer oposición al Gobierno de Zapatero desde Madrid. El plan de los populares era convertir las elecciones autonómicas y municipales en un plebiscito para forzar un adelanto de las elecciones generales, previstas en marzo de 2012. Y así lo ha recordado la candidata madrileña en cada mitin en que ha participado. Eso le ha permitido pasar de puntillas sobre su programa electoral, famélico de nuevas propuestas. Nada queda de las grandes inversiones de las legislaturas pasadas. Aguirre ha repetido machaconamente una frase: "Los socialistas han dejado a España arruinada, con cinco millones de parados, dividida y con ETA en las instituciones". La noche de la pegada de carteles, el Constitucional autorizó a Bildu a concurrir a las elecciones y Aguirre fue la primera dirigente del PP en cuestionar la decisión.

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- Los servicios públicos de Tomás Gómez. Los asesores de Tomás Gómez llegaron a la conclusión de que la única manera de conectar con los ciudadanos era apropiarse del discurso de los servicios públicos. La primera parte de la campaña ha sido un constante subrayado de esa idea. Y dio la impresión de que el mensaje calaba. Pero la irrupción del movimiento del 15-M ha estallado directamente en el PSM. Entre otras cosas, porque Gómez ha intentado capitalizar el descontento o, mejor, evitar que le perjudicase. Pero sus intentos de aproximación no han sido fructíferos. Algunos miembros de su propia formación los han calificado de "errores garrafales". Esos esfuerzos por cortejar al fenómeno 15-M se han mantenido hasta ayer mismo, cuando llegó a afirmar que uno de los puntos esenciales del libro Indignaos, de Stéphane Hessel -panfleto que ha actuado como una especie de ideario de las movilizaciones-, es luchar contra lo injusto a través de la participación política y que su partido es "el que transforma las cosas injustas".

- La incógnita de Gallardón. El candidato popular a la alcaldía de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, ha construido túneles durante ocho años, pero la realidad ha diseñado esta vez su tercer programa electoral en el Ayuntamiento: no hay dinero, existe un problema considerable de contaminación y necesita emprender algún tipo de transformación para que la sensación de que Madrid avanza no se diluya con la crisis y los 6.500 millones de deuda. Lo más vistoso que ha vendido el actual alcalde es la solvencia de su gestión y la reducción de tráfico en Madrid que piensa lograr para rebajar la contaminación. ¿Cómo? Parquímetros ecológicos, peatonalización de calles, nuevas áreas de prioridad residencial o incentivos a la tenencia de vehículos no contaminantes. La otra clave, la incógnita de la campaña del PP, ha sido la posibilidad de que Gallardón abandone la alcaldía dentro de un año -si Mariano Rajoy gana las elecciones generales y le reclama para su gobierno- y que en su lugar deje a la número dos municipal, Ana Botella. El PSM no ha sabido gestionar esa difícil baza, ya que señalar a Botella hubiera significado dar por pérdidas las elecciones generales. Gallardón no se ha inmutado cuando le han preguntado por el asunto: "Es absolutamente mi previsión quedarme".

- Los barrios de Jaime Lissavetzky. Quería una campaña limpia y respetuosa, un elegante intercambio de impresiones entre caballeros, y eso es lo que sido. Ni una palabra más alta que otra, ni un reproche que no pudiera ser gentilmente recibido por los contrincantes. Pero no por ello ha dejado de buscarle los puntos débiles a la gestión de Alberto Ruiz-Gallardón. A saber: la deuda, las colosales y costosísimas obras (Palacio de Cibeles, 510 millones; M-30, 5.000 millones), su supuesto distanciamiento del ciudadano de a pie, la contaminación, los impuestos...

Lissavetzky ha querido presentarse como la antítesis de ese alcalde manirroto y voraz recaudador que otea la ciudad desde su atalaya de Cibeles. Se ha perfilado como "el alcalde de todos los barrios", su eslogan de campaña. Allá donde iba repetía sus propuestas: austeridad, ahorro, remunicipalización de empresas externalizadas, supresión de impuestos "injustos" como la tasa de basuras, parar la revisión del catastro... La descentralización ha sido otro de los ejes de su campaña. Hay barrios y distritos "abandonados" que han perdido la batalla contra el "Madrid de postal" del que se prendan los turistas. Las juntas de distrito deben tener más competencias y el doble de presupuesto para acercarse a los ciudadanos, ha defendido con vehemencia.

- El corazón dividido de IU. Izquierda Unida acaba la campaña con el corazón dividido. Los jóvenes que están acampados en la Puerta del Sol son sus potenciales votantes, pero la principal consigna que reina bajo las enormes lonas azules de la plaza es "hacer política sin los políticos". Y eso les deja fuera, aunque su programa y el ideario de los indignados parezcan casi un calco. IU pide, igual que el Movimiento 15-M pero con bastante antelación, un cambio en la ley electoral, una profunda reforma fiscal para que pague más quien más tiene, transporte público asequible o gratuito para el parado, revisión de los privilegios de la clase política o democracia participativa y descentralizada. Durante dos semanas de campaña, Gregorio Gordo y Ángel Pérez, candidatos a la Comunidad y al Ayuntamiento de Madrid, respectivamente, han remarcado una y otra vez el mensaje de que la derecha son los otros (PP y PSOE) y también la idea de que no habrá pactos con los socialistas a cualquier precio. Las encuestas -sin efecto 15-M- le daban resultados similares a 2007, pese a que el descontento con los dos grandes partidos debería jugar a su favor.

- La debutante de UPyD. Los programas de UPyD para la Alcaldía y la Comunidad de Madrid suman 139 páginas, pero se resumen en un puñado ideas más o menos concretas: cambiar la Ley Sinde; unificar el sistema educativo nacional; acabar con los "privilegios" de la clase política; endurecer las leyes anticorrupción; que la vivienda protegida sea sólo de alquiler; congelar el IBI durante cuatro años y eliminar la tasa de basura para 2014. El partido debuta en estas elecciones y, según algunas encuestas, se quedará fuera de la Asamblea regional (aunque la indignación ciudadana de los últimos días ha alimentado sus expectativas) pero puede obtener tres concejales en la capital .

Información elaborada por J. Sérvulo González, Daniel Borasteros, Daniel Verdú, Elena G. Sevillano, Pilar Álvarez y Bruno G. Gallo.

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