Pactista y caballero

La campaña municipal ha sido aburrida. Así, sin paliativos. A diferencia de sus homólogos en la regional, los tres candidatos se han tratado con tal delicadeza y urbanidad que la contienda ha sido plana, y el debate, un paradigma del tedio televisado. El nivel de violencia verbal ha sido minúsculo. Se han evitado los temas que podían lacerar más al contrario, en un intento de mantener una campaña limpia y sin descalificaciones, pero también porque, como pudo comprobarse durante el debate, parecía que los tres daban por buenos los resultados de las anteriores elecciones. Que me quede como estoy, parecía la consigna.

Ruiz-Gallardón, Lissavetzky y Pérez se conocen en lo personal y se aprecian. El alcalde y el candidato de IU suelen tirarse flores en los plenos municipales y decirse cuán de acuerdo están el uno con el otro. Era previsible, por tanto, un enfrentamiento estilo duelo decimonónico, en el que a los contendientes casi les da apuro disparar en primer lugar. En el último tramo de la campaña, sin embargo, han entrado en escena dos factores nuevos: encuestas que le dan a UPyD el mínimo del 5% que necesita para entrar en el pleno y el Movimiento 15-M. Socialistas y populares temen perder un par de ediles cada uno; el gran beneficiado podría ser IU.