De Guantánamo a las filas rebeldes contra Gadafi apoyadas por EE UU
Bin Qumu pasó cinco años en el penal por trabajar en una ONG próxima a Al Qaeda
El libio Abu Sufian bin Qumu fue arrestado a finales de 2001, tres meses después del 11-S, por la policía paquistaní en un hotel de Peshawar y entregado de inmediato a los militares estadounidenses por si les interesaba para interrogarlo. Fue trasladado a Guantánamo porque había trabajado durante unos meses para la ONG Al Wafa y EE UU sospechaba de los posibles vínculos de esta con Al Qaeda, según consta en las fichas secretas del Departamento de Defensa cedidas a EL PAÍS por WikiLeaks. Pasó más de cinco años encerrado. Ahora combate a Gadafi como uno de los líderes de las filas rebeldes, entrenando soldados en Derna (Libia) para ganar una guerra en la que va de la mano de sus antiguos captores.
La información que dio el Gobierno libio a EE UU fue clave para el encierro
El Departamento de Defensa lo calificó como un preso de riesgo "medio-alto"
Se alistó en el Ejército de su país en los ochenta, pero acabó en la cárcel
Durante los años noventa viajó por Sudán, Pakistán y Afganistán
El informe del Departamento de Defensa es un memorando clasificado con el más alto nivel de confidencialidad (SECRET-NOFORN), que implica que no puede acceder a él ninguna autoridad que no sea estadounidense, y está fechado el 22 de abril de 2005. El preso llevaba para entonces casi tres años en el penal y era calificado como de riesgo "medio-alto". Se dice que es "probable" que suponga una amenaza para EE UU, sus intereses o aliados y que tiene un "alto valor para la inteligencia". Lo definen como "agresivo" y "poco colaborador" y afirman que tiene un "desorden de personalidad no especificado".
La información sobre Qumu aportada por el Ejecutivo libio a EE UU entre 2002 y 2005 fue definitiva para mantenerlo en el penal. El Gobierno de Gadafi lo consideraba "un hombre peligroso carente de escrúpulos para cometer actos terroristas" y "uno de los comandantes radicales" de un grupo de muyaidin que permanecieron en Afganistán y Pakistán después de la yihad contra los soviéticos, según la ficha secreta. Los analistas de inteligencia de la base militar deducen, basándose en esta información, que Qumu estaba relacionado, "al menos indirectamente", con los talibanes, Al Qaeda y otros grupos islamistas desde mediados a finales de los noventa. Él negó siempre en el penal cualquier vínculo con el terrorismo.
El mando militar de Guantánamo recomienda que sea trasladado a otro país, pero solo si el Estado de acogida se compromete a dejarlo bajo detención, a continuar interrogándolo y a permitir que oficiales estadounidenses lo hagan también. En un momento en el que los presos de la base se contaban ya por centenares, encargar a otros países que se hicieran cargo de algunos detenidos a cambio de seguir recibiendo información se convirtió en una opción muy utilizada. De las 759 fichas secretas, en 163 (un 21% del total) aparece la recomendación "transferir para que siga detenido", según el análisis de los documentos realizado por EL PAÍS. Qumu fue trasladado a Libia el 28 de septiembre de 2007, encarcelado y puesto en libertad un año después.
Qumu, según el relato de los militares estadounidenses, trabajó como conductor de tanques para el Ejército libio en los 80, pero tuvo después problemas con la justicia, que lo condenó a 10 años de cárcel por asesinato, agresión y tráfico de drogas. En 1993 huyó de la prisión en la que estaba recluido rumbo a Egipto, desde donde, siempre según la versión del Departamento de Defensa, habría viajado a Afganistán y entrenado en el campo de Torjam, dirigido por Osama Bin Laden. De allí viajó a Sudán, donde trabajó como conductor de camiones para una compañía del líder de Al Qaeda. Esta información, según la ficha secreta, se habría obtenido del propio detenido. Pero EE UU disponía además de la información proporcionada por su entonces aliado, el Gobierno de Gadafi, que aseguraba que Qumu se había unido al grupo armado islámico libio en Sudán y que salió de allí en 1997 tras la presión de las autoridades libias al país vecino.
De Sudán pasó a Pakistán y se unió a los talibanes, comunicó con algunos "probables elementos radicales en Afganistán y se trasladó a Kabul, según los mandos militares norteamericanos. En esta ciudad fue donde trabajó para la ONG Al Wafa, acusada por EE UU de servir de tapadera para financiar a los terroristas de Al Qaeda.
Los mandos militares de Guantánamo sospechan que Qumu podría haber llegado incluso a estar a sueldo de Bin Laden. Aseguran que un alias del preso apareció en una lista de "probable" personal de Al Qaeda que recibía una retribución mensual, y que este mismo alias se halló en el ordenador de Mustafá al Hawsawi, uno de los financiadores del 11-S, como uno de los miembros de la organización terrorista que recibía "apoyo [económico] familiar".
Los complicados nombres en árabe de los detenidos en Guantánamo, sin embargo, convierten en un serio problema este tipo de pruebas. En algunas de las fichas secretas del Departamento de Defensa se aprecia cómo los propios militares acaban desechando información basada solo en este débil indicio después de mantener a un preso encerrado durante años.
Gadafi ha insistido desde el comienzo de la revuelta en la relación entre los rebeldes y Al Qaeda, relación que hasta el momento no ha sido probada y que, en todo caso, según el Gobierno norteamericano, se limitaría a pocos elementos dentro de los miles de sublevados contra el dictador. Para el Ejecutivo libio Qumu sería uno de esos vínculos. Sus compañeros de filas lo niegan. Abdul Hakim al Hasadi, supuestamente al cargo de la brigada de Derna -uno de los feudos rebeldes- incluso declaró al diario The New York Times que Qumu en realidad no se ha unido a su grupo, en el que sí estarían luchando dos de sus hijos. Insistió también en que su único propósito es derrocar a Gadafi.
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