El riesgo americano
El FMI subraya la amenaza del desequilibrio fiscal estadounidense para la estabilidad mundial
Bajo la dirección de Dominique Strauss-Kahn y la inspiración de Olivier Blanchard, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha dejado atrás el papel de portavoz de las opiniones de los países con más poder financiero (en particular de Estados Unidos) para suscribir el menos agradecido de profeta de los desequilibrios en esta difícil fase de recuperación de la economía mundial. Este cambio, beneficioso para todos, se aprecia con nitidez en el último informe de Perspectivas Económicas.
Defiende la institución que la economía mundial seguirá, aún con dificultades, su recuperación en 2011 y 2012, con tasas de crecimiento del 4,4% y 4,5%; pero señala el grave riesgo desestabilizador de los desequilibrios fiscales de EE UU, país al que el Fondo recomienda que ataje sus problemas fiscales (la deuda superará el 110% del PIB en 2016) para evitar convulsiones en el mercado de bonos. En otras palabras, más impuestos, en lugar de los esquemas tributarios permisivos con las rentas más altas de la era Bush.
No es necesario subrayar que este tipo de advertencia hubiera sido imposible en mandatos anteriores. Lo que dibuja la institución es una hipótesis razonable e insólita: que un país como EE UU deje de ser refugio seguro y absoluto del mercado de bonos. En Washington (y, por cierto, en Berlín) pesan cada vez más las consecuencias políticas de la crisis: dificultades para articular políticas económicas coherentes, graves obstáculos para aprobar los presupuestos y pérdidas de votos. Sería una necedad desoír la advertencia, al margen de las virtudes o defectos de las correcciones que propone, cuando se observa el peso financiero creciente de China. La institución recuerda también la escalada de los precios de los alimentos, la crisis más grave que se detecta hoy en los mercados mundiales.
Para España, los análisis del FMI no rebasan los parámetros conocidos. El mensaje principal es que la deuda española parece estar muy lejos de una conmoción financiera similar a la que recientemente ha arrastrado a Portugal. Indirectamente, Blanchard sugiere así que la crisis de la deuda en Europa ha concluido. El Fondo prevé que España crecerá el 0,8% este año y el 1,6% el próximo, lejos de los cálculos del Gobierno; en la banda baja de crecimiento de Europa y del mundo. El hecho de que, con estas tasas de crecimiento, reconozca tasas de paro (19,4% y 18,2%, en 2011 y 2012) inferiores a las del Gobierno español (19,8% y 18,5%, respectivamente) no es un misterio. Debe atribuirse a que el Fondo no conoce con precisión todas las particularidades del mercado laboral español (complejidad en los contratos, peso de la vivienda en propiedad, inmovilidad).
Tampoco debe sorprender que el FMI advierta que la economía española, caída hasta el duodécimo lugar del ranking mundial, tardará muchos años en subir posiciones. El noveno puesto y la pretensión de adelantar a Italia fueron solo la ofuscación coyuntural de una burbuja inmobiliaria.
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