Griñán en apuros
Las dimisiones en cadena en la Junta revelan la profundidad de la crisis en el socialismo andaluz
La dimisión del consejero de Gobernación y Justicia de la Junta de Andalucía, Luis Pizarro, y las renuncias en cadena de su viceconsejero, José Antonio Gómez Peri-ñán, y de dos directores generales, añade una nueva crisis a las múltiples que viene afrontando el socialismo andaluz desde 2008. La incorporación de Manuel Chaves al Ejecutivo central aceleró los planes de sucesión en la Junta, cuya presidencia pasó a José Antonio Griñán. La dirección del partido continuó en manos de Chaves, creándose una bicefalia que los socialistas andaluces no han conseguido resolver. El gesto de Pizarro, uno de los dirigentes que más contribuyó a que Griñán pudiera desembarcar en la presidencia, se enmarca en la creciente tensión entre el Gobierno andaluz y el partido que lo sostiene.
Las dificultades internas llegan en el peor momento para el socialismo andaluz y, también, para el PSOE en su conjunto. El escándalo por el uso fraudulento de las ayudas de la Junta a empresas en dificultades apunta hacia el final de un ciclo político contra el que poco puede hacer un partido con tres décadas de poder a sus espaldas y, mucho menos, si además se presenta dividido. Aunque las elecciones autonómicas en Andalucía están previstas para el próximo año, las municipales de mayo pueden dar la medida del vuelco que se advierte en el electorado.
Un retroceso significativo de los socialistas en Andalucía tendría consecuencias a escala nacional, puesto que esta Comunidad, junto a Cataluña, han garantizado al PSOE un suelo de voto que podría estar desmoronándose. Con ello cuenta el Partido Popular, que está radicalizando su discurso para conseguir el máximo desgaste del Gobierno de Griñán.
De ahí que los avatares de la crisis andaluza preocupen en la dirección federal del partido socialista, pese a que las primeras reacciones hayan aparentado normalidad dando a entender que se trataba de un relevo normal en el equipo de Gobierno. El consejero Pizarro no es uno más del Ejecutivo de Griñán, sino que está considerado como el hombre fuerte del socialismo andaluz tras Chaves. Su dimisión no es estrictamente una crisis del Gobierno regional, la cuarta desde que Griñán está al frente; es, al mismo tiempo, la constatación del fracaso del modelo de sucesión seguido en Andalucía. Entre los dirigentes regionales no se descarta que el pulso por el control del partido pueda acabar cuestionando a Griñán como candidato para la Junta.
La dimisión de Pizarro y de los otros altos cargos del Gobierno andaluz abre un flanco a la totalidad del Partido Socialista, quizá no inesperado, pero sí inoportuno, tras anunciar Rodríguez Zapatero que no sería el candidato en las elecciones de 2012. Si los socialistas necesitan transmitir la impresión de que el relevo en el liderazgo se hará de manera ordenada, episodios como este vienen a recordar las incertidumbres del proceso. Y la presión no hará sino aumentar hasta las elecciones de mayo, tras las que el PSOE se jugará, más que nunca, el resultado de las generales.
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