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La visita de Lula y Rousseff da un respiro político a Portugal

Brasil abre la puerta a una ayuda a su antigua metrópoli

Agobiado por una grave crisis económica y de Gobierno, Portugal ha recibido a los dos pesos pesados de la política brasileña, la presidenta Dilma Rousseff y su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, como un balón de oxígeno. El respaldo de los dirigentes del gigante latinoamericano a la antigua metrópoli tiene, de momento, un contenido esencialmente simbólico. Un buen punto de partida en la situación desesperada de Portugal, en serio riesgo de tener que recurrir a la ayuda financiera exterior, de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional (FMI).

En sus primeras declaraciones tras su llegada a Lisboa, el lunes por la noche, Lula da Silva dijo que el FMI no es ninguna solución para Portugal, "como no lo fue en su día para Brasil", y dejó la puerta abierta a una eventual ayuda de su país. "Eso le corresponde a la presidenta", dijo sin más precisiones. Poco ha trascendido de la agenda de Dilma Rousseff en su primera visita a Europa desde la toma de posesión, el 1 de enero. Un viaje que está rodeado de numerosas especulaciones en torno a la posibilidad de que Brasil compre títulos de deuda soberana de Portugal, como hizo recientemente China. El Gobierno de Sócrates necesita desesperadamente vías de financiación soportables para hacer frente a los próximos vencimientos de su deuda pública, ante la presión de los mercados, que mantienen unos tipos de interés insostenibles. El Banco Central de Brasil recibió la propuesta portuguesa para comprar bonos de deuda bajo el Gobierno de Lula.

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Formalmente, el motivo principal de la visita del expresidente brasileño y de su sucesora tiene que ver con la entrega a Lula da Silva del premio Norte-Sur del Consejo de Europa, que compartió con Louise Arbour, antigua fiscal del Tribunal Penal Internacional y ex comisaria de la ONU para los Derechos Humanos, que tuvo lugar ayer en la Asamblea de la República. Y con el doctorado honoris causa que recibirá hoy Lula en la Universidad de Coimbra.

El interés de los medios portugueses va más allá de ambos eventos. Las miradas están puestas en una eventual ayuda de la robusta economía de la antigua colonia, hoy convertida en una potencia emergente. En el actual clima de pesimismo que reina en Portugal no ha pasado desapercibido un comentario publicado, en tono sarcástico, por el Financial Times, que proponía la anexión de Portugal a Brasil como solución a todos los males. Es cierto, venía a decir el comentarista, que la antigua metrópoli perdería estatus, pero la excolonia ofrecería crédito más barato, un Gobierno más reducido (proporcionalmente) y un colchón económico más cómodo. Mejor cobijo que la vieja y cansada UE, concluía el FT. No han faltado voces en Portugal, que medio en serio, medio en broma, apoyan la sugerencia.

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El presidente portugués, Cavaco Silva, con Lula.
El presidente portugués, Cavaco Silva, con Lula.PATRICIA DE MELO (AFP)

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