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El incansable Albert Manent, premio de Honor de les Lletres

Carles Geli

Copiar a máquina para Josep Carner los libros de poemas que este no tenía en Bruselas pero que necesitaba para sus obras completas; acompañar, junto con Josep Benet, al periodista José Antonio Novais a Montserrat para una entrevista con el abad Escarré que daría lugar a las polémicas declaraciones del religioso en Le Monde; escribir más de un centenar de retratos literarios para dar a conocer a las nuevas generaciones los grandes de la resistencia cultural catalana de los 40-60... Así ha transcurrido siempre la vida del filólogo e historiador Albert Manent (Premià de Dalt, 1930), bajo la fórmula trabajo + continuidad. "El hombre que más escaleras ha subido y bajado de Barcelona en los años de resistencia", le definió Josep Pla. Pues ese subir y bajar en el compromiso y el activismo por Cataluña es lo que ayer Òminum Cultural quiso reconocer otorgándole, en los 50 años de la entidad, el 43º Premi d'Honor de les Lletres Catalanes (30.000 euros), que le entregará el 14 de junio.

"Siempre he encargado trabajo, pero nunca para mi beneficio, sino para el del país; yo me he dedicado a tapar agujeros", definía ayer modestamente su labor un Manent pozo de memoria, pelo níveo refulgente y sentado en un sofá; parecía como en casa en Òmnium: no en balde trató a sus fundadores, es socio desde 1968, fue jurado de un Premi d'Honor que en 1985 ya reconoció a su padre, el poeta Marià Manent, y forma parte de la junta consultiva, desde donde "de trecho a trecho nos riñe", admitió la presidenta, Muriel Casals.

Manent repasó ayer los lemas de Òmnium que han marcado también su vida: lengua ("soy contrario a los lloricas; se ha dado un salto de gigante con la inmersión lingüística"), cultura ("estamos como nunca: publicamos casi 12.000 libros al año") y país ("vamos ganando mayor independencia; lo único que falta es más conciencia nacional; los partidos políticos no forman en ese sentido a sus militantes").

Ese optimismo último, la contundencia, el catolicismo ("hay cierta desmemoria interesada en hablar poco de la represión republicana aquí") y el espíritu noucentista han sido las premisas sobre las que Manent intentó recomponer en el franquismo el rompecabezas de la cultura que formaban figuras del pasado, resistentes, exiliados y generaciones incipientes ("la sagrada continuidad"), y que plasmó en libros (medio centenar), artículos (1.400) y participaciones en las más variopintas iniciativas: en la clandestina Curial, en la fundación de Serra d'Or y de Enciclopèdia Catalana, el Diccionari dels catalans a Amèrica... Parte de esa estrategia la ejecutó como director general de Difusión Cultural de la Generalitat (1980-1988) con su coetáneo Jordi Pujol o director del Centro de Historia Contemporánea (2000 a 2001).

Pero de lo que está más orgulloso es de su friso de homenots, plasmado en títulos como Solc de les hores (premio Josep Pla, 1987) o Un replà del meu temps (1999), que sepultaron su obra poética. "Como sois tan católico y tan inteligente os volveréis conservador y quizá no escribiréis nada (...). En este país haréis mucha carrera, pero quizá no haréis la carrera que deberíais hacer", le lanzó Pla en una carta de 1960, y le conminaba a escribir porque "tenéis condiciones para ello", decía, y porque es "dar raport de valorización de todo lo que se va presentando sucesivamente". Pla, de nuevo, dio en el clavo.

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Sobre la firma

Carles Geli
Es periodista de la sección de Cultura en Barcelona, especializado en el sector editorial. Coordina el suplemento ‘Quadern’ del diario. Es coautor de los libros ‘Las tres vidas de Destino’, ‘Mirador, la Catalunya impossible’ y ‘El mundo según Manuel Vázquez Montalbán’. Profesor de periodismo, trabajó en ‘Diari de Barcelona’ y ‘El Periódico’.

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