Los enfrentamientos empañan el despegue de la cuarta ciudad
Las continuas polémicas entre PSE, PNV y PP han marcado el mandato
Aunque a la sombra de las tres capitales, Barakaldo será una de las piezas más codiciadas en las próximas elecciones municipales. La cuarta ciudad vasca se presenta a la cita del 22 de mayo como plaza deseada por nacionalistas y populares, pero bastión de un PSE que rozó hace cuatro años la mayoría absoluta, si bien puede acusar el desgaste de casi tres décadas de gobierno continuado en la localidad. La vertiginosa transformación que ha experimentado una ciudad que ha pasado de la industria a los servicios no se ha detenido, pero ha visto frenada su velocidad respecto a mandatos anteriores, debido en parte a la crisis.
De mano de los socialistas, Barakaldo ha logrado sustituir en apenas una década su antiguo tejido industrial por nuevos polígonos empresariales y un relativamente pujante sector comercial. La reconversión económica ha venido acompañada de una amplia renovación urbanística que ha trocado en color el gris oscuro de antaño. Quizá como resultado, la localidad ha vuelto a superar la barrera de los 100.000 habitantes. A cambio, ha ocupado con ladrillos y hormigón los penúltimos espacios disponibles del casco urbano.
Los cambios experimentados por la localidad no han evitado un profundo desencuentro entre los principales partidos. Ajenos al pacto que permitió hace dos años el relevo en Ajuria Enea, socialistas y populares no se entienden en Barakaldo. Su relación está rota, al igual que la que mantienen con el PNV. Al alcalde, Tontxu Rodríguez, le ha bastado con el apoyo puntual de EB para sacar adelante un cuatrienio marcado por las polémicas y los constantes rifirrafes, algunos de los cuales han acabado en los tribunales.
El PSE confía en consolidar el 22-M su mayoría en Barakaldo para dar continuidad a un proyecto de ciudad que puede encontrar mayor respaldo con un Ejecutivo vasco socialista. Un objetivo opuesto al del PNV, que pretende recuperar terreno en la anteiglesia. El PP se presenta a la cita como una posible y preciada llave de gobierno.
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