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Intervención aliada en Libia

En busca de una estrategia

Tres expertos esbozan posibles escenarios sobre la evolución de la operación militar contra Gadafi

Andrea Rizzi

Una semana después del arranque de la operación en Libia, la coalición internacional que la impulsa empieza por fin a clarificar la estructura de mando militar. Ello, sin embargo, no implica que los aliados hayan alcanzado un acuerdo sobre qué hacer en Libia. Robert E. Hunter, embajador de EE UU ante la OTAN durante la presidencia de Clinton, sintetiza así, en conversación telefónica, el dilema de fondo que sacude la coalición: "El objetivo de la resolución de la ONU es proteger a los civiles, pero el deseo de los aliados subyacente a la operación es naturalmente lograr un cambio de régimen, que Gadafi se vaya. La vía más simple para lograrlo es que la coalición ejerza una presión suficientemente firme como para inducir al entorno de Gadafi a abandonarle. Que entiendan que vamos en serio. El punto es entender hasta dónde están dispuestos a llegar los aliados".

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- Presión militar a ultranza. La lógica es clara. Una sostenida y constante campaña militar podría terminar provocando una desbandada en las filas de Gadafi. Esto significaría el desmoronamiento del régimen o al menos abrir la puerta a decididos avances de los rebeldes, hasta ahora parados por su escasa organización, entrenamiento y equipamiento. Esta es la opción que parecen preferir Francia y Reino Unido. Pero requiere muchas bombas, probablemente sangre, y presupuesto. ¿Tienen todos los demás aliados europeos el estómago para ello? "No lo tienen", responde contundente Hunter.

- Alto el fuego y estabilización. Yves Boyer, director adjunto de la Fundación para la Investigación Estratégica de Francia, subraya que París tiene mucha convicción en "continuar con las operaciones de destrucción del material de artillería pesada del régimen". Pero si Gadafi lograra sobrevivir a las próximas semanas, sin duda se exacerbarían las contradicciones internas a la coalición. Esto también podría ocurrir caso de que Gadafi cesara realmente las agresiones, lo que restaría legitimidad a nuevos bombardeos aliados. En ambos escenarios, tomaría consistencia la opción de una estabilización.

"El alto el fuego y la congelación de la situación es una opción que creo que no gusta a nadie, pero todos podríamos tener que acabar asumiéndola", considera Hunter. Sería una situación semejante a la del Kurdistán iraquí. En el este, la autonomía de facto de los rebeldes; en el oeste, el régimen. La coalición habría al menos alcanzado el objetivo de parar la violencia contra los civiles, pero la permanencia de Gadafi en Trípoli tendría un sabor extraordinariamente amargo.

- Diálogo político. Neil Melvin, director del Departamento de Conflictos Armados del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, cree que hay un margen de "un par de semanas para proseguir con la actual dinámica militar". Después, "si el régimen no se fragmenta, crecerá la presión para dar un paso atrás y un diálogo político". En paralelo a la presión militar, no ha cesado la acción política. La coalición baraja dejar una puerta abierta para una salida de Gadafi. "Un diálogo directo con el régimen ahora es impensable. Pero si la situación llegara a un punto muerto, podría hacerse necesario", dice Melvin. El ministro de Exteriores de Italia, Franco Frattini, ya habló de "impulsar una reconciliación nacional libia".

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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