_
_
_
_

Avalancha en Las Arenas

Miles de personas abarrotan el centro comercial en su estreno - Ascensores y escaleras mecánicas, colapsados - Colas de hasta una hora para llegar a la terraza

Cristina Delgado

El centro comercial Las Arenas, en la antigua plaza de toros, casi muere ayer de éxito en su estreno. Miles de personas colapsaron escaleras, pasillos y ascensores. Los guardias de seguridad trataron de controlar la marea de gente que había acudido a visitar el centro y, sobre todo, a subir a la terraza. Algunos lo lograron, tras colas kilométricas. La mayoría, sin embargo, se rindió al toparse con la gigantesca aglomeración.

"Dicen que lo mejor es la terraza. Que se ve Barcelona superbonita". Por eso se acercaron ayer Laia y Anna, ambas de 18 años, hasta Las Arenas, escoltadas por sendos novios parcos en palabras. Al bajar del metro ya intuían que se enfrentarían a una buena aglomeración, pero no querían renunciar a su objetivo. Comenzaron accediendo por la puerta principal, abierta en la plaza de Espanya. A las cinco de la tarde, usar la escalera mecánica que llevaba al primer piso era imposible. "Tienen que esperar. Vamos abriéndola cada 10 minutos, para dar tiempo a que en el piso de arriba se descolapse", explicaba una guardia de seguridad.

Los que desistían probaban con los ascensores: 25 minutos de espera para ver el primero, que para colmo llegaba lleno desde el sótano. Era imposible subir. Los más pacientes seguían esperando. Unos pocos se marchaban en busca de la tercera opción: bajar al sótano y tratar allí de coger el ascensor a la terraza. Las dos escaleras mecánicas de bajada estaban estropeadas. Y abajo, otra decepción: la cola del ascensor superaba los 30 minutos. "He venido a lo mismo que todos, para saber cómo ha quedado esto", explicaba Esperanza, una vecina del barrio, de unos 50 años. ¿Veredicto? "Bonito, bonito... no es. Es más bien original. Pero hoy es imposible verlo", sentenció. Comprar, no habían comprado nada. De hecho, buena parte de los comercios (no así las pocas cafeterías abiertas) estaban medio vacíos.

Algunos visitantes, atrapados en las plantas intermedias sin ascensor para subir ni paciencia para bajar, optaban por buscar las escaleras tradicionales. Tras unas puertas rosa, aparecen tranquilas y silenciosas. Sin embargo, al poner un pie en ellas, un guardia corta el paso. "Estos accesos son solo para incendios. Deben usar las escaleras mecánicas de dentro", riñe a tres señoras que creían haber alcanzado la salida. Hacia las siete de la tarde un grupo de jóvenes se manifestaron entre el barullo contra el consumismo. La guinda a la inauguración: los guardias intentaban desalojarlos y, para evitar el caos, cortaron momentáneamente los accesos al recinto.

Tras varias colas, esperas y empujones, y cerca de una hora de periplo, pasar por la zona de salas de cine y por el gimnasio acristalado, aparece por fin la terraza. Una pequeña recompensa después de la batalla. Todos celebran las vistas. Desde la quinta planta se ve toda la plaza de Espanya y el Palau Nacional, desde el cual se debe de apreciar el hormigueo de la terraza del centro comercial, porque casi se miran de frente. "Es una pena que no se vea la mariposa", lamentaban unos pocos visitantes. La mariposa, trencadís modernista de la colindante Casa Fajol, de Josep Graner, antes se apreciaba incluso desde la calle. Ahora ha quedado casi cubierta a la vista por el edificio de oficinas del centro comercial. Desde el mirador, solo se aprecia su cabecita.

Al caer la noche, la antigua plaza de toros empieza a iluminarse. Toca bajar. Los torreones laterales permitían descender los cinco pisos a pie. Pero los que necesitaban ascensor, debían esperar. La cola daba toda la vuelta al ruedo.

JOAN SÁNCHEZ

El paseíllo comercial

- Las Arenas, como plaza de toros, fue inaugurada en 1900. Funcionó hasta 1977 para el toreo y algunos años para eventos y conciertos. En la Guerra Civil fue cuartel.

- Las obras para convertirlo en un centro comercial han durado más de siete años y han costado 190 millones de euros.

- Ahora tiene cinco plantas, que acogen 115 negocios entre los que hay tiendas, restaurantes, cafeterías, un supermercado y un gimnasio con una pista circular para correr. Además, un museo del rock, una sala de conciertos y una terraza mirador.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Cristina Delgado
Es subdirectora y se encarga de la edición digital de EL PAÍS. Antes fue redactora jefa de Economía, sección en la que se incorporó al periódico, en 2008. Licenciada en Periodismo y en Comunicación Audiovisual, ha realizado el máster UAM-ELPAIS y posgrados de información económica y gestión.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_