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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Aniversario melancólico

La degradada Italia de Berlusconi tiene poco que celebrar en los 150 años de la unificación

Italia llega a los 150 años de su unificación convencida de que tiene poco que celebrar. La crisis política e institucional que atraviesa el país bajo el Gobierno de Silvio Berlusconi convertiría cualquier fórmula de conmemoración en un gesto estrictamente ritual, más adecuado para desencadenar la melancolía de los italianos por el estado en el que se encuentran sus instituciones comunes que para valorar los logros de la que, pese a todo, sigue siendo una nación puntera.

Así ha debido de entenderlo el propio Berlusconi, quien ha dejado transcurrir el aniversario sin las grandes exhibiciones de orgullo nacional de que ha hecho gala en otras ocasiones. Existe, además, una razón inmediata que explicaría el bajo perfil adoptado por Il Cavaliere: su principal socio de Gobierno, la Liga Norte, ha adoptado como principales ejes de campaña la explotación de las diferencias regionales y la crítica al peso político de Roma en el conjunto de Italia.

Para la sociedad civil, el aniversario es un momento como cualquier otro para reflexionar sobre la situación de un país del que siempre se dijo que podía funcionar, y de hecho funcionaba, al margen de su crónica inestabilidad política. Bajo el mandato de Berlusconi se ha producido, sin embargo, una preocupante vuelta de tuerca: negocios y política han dejado de desarrollarse en esferas distintas, con el agravante de que la fusión se ha llevado a cabo sobre los peores rasgos de ambos mundos. En el Parlamento italiano, las voluntades políticas se compran a plena luz y los debates suelen ser una variante de los más zafios espectáculos televisivos.

Esta degradación política e institucional no es solo un problema interno italiano; es, además, un pesado lastre para el maltrecho proyecto de la Europa unida. El Gobierno de Berlusconi ha dado carta de naturaleza entre los Veintisiete a algunas medidas que hasta ahora formaban parte del inaceptable arsenal de las fuerzas populistas y xenófobas, como la elaboración de censos que solo afectan a algunas comunidades y grupos humanos. También ha desempeñado un deshonroso papel en crisis como la de Libia, acentuando la ya de por sí acusada querencia de la Unión hacia la inacción y la retórica.

En cualquier caso, Italia no es solo su Gobierno, sino una ciudadanía forjada hace 150 años. Y que tarde o temprano volverá a colocar a su país en el lugar que le corresponde.

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