Respuestas a Javier Cercas
En su carta al director, publicada el sábado 26 de febrero, titulada Respuesta a De la Cuadra, lleva razón Javier Cercas en que no existe la página 8 en su libro Anatomía de un instante, que yo mencionaba en mi artículo La trama civil del 23-F, publicado el viernes último. No es en la página 8, sino en la 18 -pido perdón a los lectores por ese error mío- donde, tras referirse a la actitud de Adolfo Suárez el 23-F, se añade textualmente: "... todos los demás diputados presentes allí -todos menos dos: el general Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo- se tumban en el suelo para protegerse del tiroteo...". En cuanto a si Fernando Jáuregui se retractó o no ante quienes se querellaron contra los siete autores del libro Todos al suelo, es Jáuregui quien debe hablar. Además de lo que cito en mi artículo del libro 23-F: La conjura de los necios, del que es coautor, Jáuregui me confirmó hace unas semanas que en absoluto se retractó.- Bonifacio de la Cuadra. Madrid.
Como he sido aludido en EL PAÍS por Javier Cercas en una carta de réplica al artículo publicado por Bonifacio de la Cuadra en torno a las muchas historias posibles sobre el 23-F, me gustaría aclarar que, contra lo que sugiere el señor Cercas, jamás me he retractado de lo escrito en el libro Todos al suelo (1981) sobre las posibles implicaciones civiles del golpe. Cierto que en el libro posterior (2001), 23-F: La conjura de los necios, Pilar Cernuda, Manuel Ángel Menéndez y yo mismo decimos que la conjura civil no se agotaba con los nombres que dábamos en Todos al suelo, pero ello no significa que los mencionados fuesen ajenos a la trama. Y, claro está, 20 años después del golpe, y de la publicación de Todos al suelo, hubo avances e hipótesis varias acerca de la existencia de tres intentos de golpe -al menos-, por lo que lo publicado por mí y otros seis compañeros en 1981, entre ellos, Bonifacio de la Cuadra, necesitaba más precisiones, puntualizaciones, explicaciones y matizaciones.
Pero quiero hacer constar que en ningún momento aquellas informaciones iniciales, que implicaban a varios altos cargos del franquismo en algunos preparativos del golpe y que a los periodistas firmantes del libro nos costaron 11 años de procesamiento, han quedado desmentidas, al menos hasta donde yo sé. Aquellos nombres, que nos fueron ratificados por el teniente general Gutiérrez Mellado, siguen estando bajo sospecha de haber cooperado, de alguna manera, en aquella malhadada intentona; ¿de qué manera? A estas alturas, y muertos los aludidos, resulta ya casi imposible precisarlo. Si a Javier Cercas no le salen estas mismas cuentas, qué le vamos a hacer...
Ocurre que, por las razones que fueren, ningún juez quiso celebrar la vista oral por el caso trama civil que narrábamos en nuestro Todos al suelo. Demasiadas complicaciones, sin duda, suponía el desenterrar en los tribunales penales ordinarios un asunto que ya bastante difícil fue llevar adelante, con todas las limitaciones que se quiera, en el juicio militar de Campamento.
Todo ello no obsta para que muestre mi aprecio, que no puede llegar a admiración, y bien que lo siento, por la obra del señor Cercas acerca del 23-F, un caso que, por razones profesionales, me he visto obligado a rememorar en los días pasados. Han pasado 30 años y creo que, por fin, estamos vacunados de todo aquello, que a mis hijas, por ejemplo, les parece una historia medieval. Y a mí, ya, también. Punto final, por mi parte al menos, a todas las polémicas con Javier Cercas o con quien fuere. Y punto final, por supuesto, a todos los intentos interesados de reescribir aquella historia con historietas en las que se pretende desacreditar el papel del Rey y de Adolfo Suárez, para acreditar, en cambio, el de otros, como el general Armada, a quien, inexplicablemente, algunos quieren, por lo visto, presentar como una especie de víctima que se esforzó por mantener la democracia en tan difíciles momentos. Nada de eso es, creo, cierto.
Fernando Jaúregi Madrid
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