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Las joyas no seducen a las aseguradoras

Los delitos en joyerías crecen el 30% y ahogan a los negocios pequeños, que afrontan seguros más caros

La joyería A. García, ubicada al lado de la Sagrada Familia, cuenta en su historial con seis robos en 27 años. "Una vez nos desvalijaron toda la joyería. Otras dos, el aparador. En el resto de robos, los clientes simplemente huyeron con las joyas puestas y con las que había encima del mostrador", explica uno de los responsables del comercio. No es la única tienda que ha sufrido la delincuencia. La mayoría de las pequeñas joyerías de Barcelona han sufrido algún robo desde su apertura. Y el año pasado, los delitos escalaron el 30%, según el sector, que se queja de que la continua reincidencia que sufren les obliga a pagar seguros cada vez más caros.

El Colegio de Joyeros, Orfebres, Relojeros y Gemólogos está cerrando las cifras sobre delincuencia del año pasado. En conjunto, los delitos subieron el 30%. Se incrementaron los atracos, que implican algún tipo de violencia y, en cambio, disminuyeron los hurtos y los robos menos agresivos. El efecto más inmediato de los delitos es la pérdida económica directa. Pero hay otra consecuencia a medio plazo: los seguros que las joyerías están obligadas a contratar engordan de año en año. El sector lamenta que es complicado hallar una compañía que asegure un negocio que habitualmente sufre delitos.

"Cuantos más sufren los comercios, más primas exigen las aseguradoras", confirma el presidente del colegio, Damià Matamala, quien señala que el auge de la siniestralidad hace mella en las cuentas de las compañías de seguros, que deben corregir este "déficit" con un "aumento de las primas". Y asume que mientras los atracos crezcan, las primas también lo harán, aunque insta a las aseguradoras a "controlar las subidas en lo posible".

Para estar cubiertos, a los joyeros se les exige duras medidas de seguridad. "Si las tiendas no disponen de medidas de seguridad que se consideran básicas para el sector, como vidrios antimotín, cajas de alta seguridad o alarmas, directamente no se les cubre", explica la empresa de comparación de pólizas Assegurances.cat.

Determinar el precio anual de una póliza, añaden, no es fácil, porque además de la seguridad se tiene en cuenta la localización del local, el valor en joyas que disponen y, sobre todo, si ha habido siniestralidad o no, que, en ocasiones, las joyerías no comunican para evitar las temidas primas. Por ello, el Colegio de Joyeros dispone de un convenio con una correduría que brinda un seguro más accesible. Son 175 los establecimientos que se han acogido a él.

Otra batalla para los comercios alejados de las mayores calles comerciales consiste en lidiar con las grandes superficies. En A. García creen que ellos juegan con ventaja porque son "del oficio" y trabajan al momento "con clientes de toda la vida". "Pero no podemos competir con el volumen de productos que ofrecen las grandes marcas", lamenta su dependienta mientras arregla los dos pequeños aparadores abarrotados de joyas y relojes.

En la joyería Durán también muestran con esmero cadenitas de oro y pulseras en el escaparate para tentar a los clientes del barrio que ven brillar el oro y la plata desde el otro lado del grueso vidrio antirrobo. "Apostamos por la calidad, porque la bisutería hay que tirarla si se estropea", razona la dependienta. Aun así, reconoce que la calidad no siempre es suficiente baza para pelear contra la crisis y el paro. "La gente ya no compra oro ni joyas porque lo que antes destinaba a estos caprichos ahora lo invierte en necesidades básicas del día a día", lamenta. Según los comerciantes, el resultado de ventas ha sufrido grandes variaciones en el último año: la bisutería se ha disparado el 200%, mientras que el oro se ha reducido en el 90%.

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