El demonio que esconde la justicia

Hace 17 años cayó en manos de Blanca Portillo una farsa con aires de cuento, La avería, de Friedrich Dürrenmatt. "Desde ese momento, tuve un come come y un rucurrucu en la cabeza", asegura la actriz. Quería dirigir esa obra, sí o sí.

Le ha costado, pero ha logrado ponerla en un escenario. El pasado viernes la estrenó en el Palacio de Festivales de Santander como un espectáculo lleno de ingenio, sin alejarlo de la mordacidad de Dürrenmatt y su afán de abordar la crítica social desde la farsa, un tono que él mismo definía como "perversión risueña".

Porque algo de perversión hay en el trato que dan cinco ancianos -que pasan una velada en la mansión aislada- a un joven ejecutivo que ha tenido una avería en su coche y que por ello entra en la casa. El recién llegado disfruta de una suculenta cena que prepara la única mujer que hay, una especie de nutridora mágica, que deviene en un híbrido entre hada y bruja. Tras el postre, los ancianos le proponen participar en un juego que les devuelve a las profesiones que ejercían antes de su jubilación: juez, fiscal, abogado defensor y otros oficios ya en desuso. Él será el acusado. Como si hubieran pactado con el diablo, los ancianos, mientras juegan, rejuvenecen.

El mismo autor calificaba el tono de la pieza como "perversión risueña"

Fernando Sansegundo, que ha dramatizado el cuento original, mantiene la influencia que el expresionismo y Bertolt Brecht ejercieron sobre Dürrenmatt cuando se entregaba a dos de sus pasiones: profundizar en las raíces del mal y en el papel del azar. Portillo además incide en lo estrambótico de los cuentos que quitan el aliento del autor suizo.

Nacida como un guión radiofónico en 1956, la obra -también conocida por El desperfecto- tiene para Portillo elementos de thriller: "a veces parece una novela negra, cercana a un cuento gótico y con una carga de profundidad ideológica importante". Y le engancha su reflexión sobre la diferencia entre ley y justicia: "La ley nos iguala y unifica, como elemento objetivo. La justicia es subjetiva, te convierte en un ser especial".

Portillo aborda este trabajo, no solo con su carácter tenaz y firme. También con dinero. Y aunque no desvela el presupuesto (en el que, entre otros, han invertido la productora Entrecajas), se percibe claramente que es un ambicioso proyecto con profesionales como Andrea D'Odorico, responsable de la escenografía, o el equipo de actores entre los que están Emma Suárez, Asier Etxeandia, Daniel Grao, Fernando Soto y José Luis Torrijos, que encarnan, envejecidos, a los cinco ancianos. A José Luis García Pérez le ha tocado el papel de ejecutivo víctima.

La actriz ahora directora entra así en un maratón profesional; llevará la función por toda España, dirigirá el Festival de Teatro de Mérida, aparecerá en La chispa de la vida, la nueva película de Alex de la Iglesia, trabajará en una serie televisiva y volverá a subirse a un escenario dirigida por Lavelli y con un texto de Juan Mayorga.