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ÍDOLOS DE LA CUEVA
Columna
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(Casi) todo vuelve

Manuel Rodríguez Rivero

Todo regresa siempre de una u otra forma. Los primeros europeos en sospecharlo fueron los estoicos, pero no fue hasta el siglo XIX cuando la vieja intuición logró su más acabada formulación filosófica. Marx, bebiendo en Hegel y pensando en el golpe de Estado del sobrino de Napoleón, afirmó que la segunda vez que algo se repite en la Historia lo hace en forma de farsa. Y Nietzsche imaginó (aforismo 341 de La gaya ciencia) un insidioso demonio que nos susurra al oído el eterno retorno de lo idéntico, uno de los más terroríficos anuncios de toda la historia de la filosofía: "esta vida, tal como tú la vives y la has vivido, tendrás que vivirla todavía otra vez y aún innumerables veces; y se te repetirá cada dolor, cada placer y cada pensamiento, cada suspiro y todo lo indeciblemente grande y pequeño de tu vida. Además todo se repetirá en el mismo orden y sucesión... y hasta esta araña y este claro de luna entre los árboles, y lo mismo este instante y yo mismo".

Berlusconi se las ha arreglado para que en algunas de sus televisiones (aunque sea indirectamente) podamos saber de él 24 horas al día

Todo regresa. En lo público y lo privado, en la realidad y la ficción, en lo inerte y en lo vivo. Como tragedia o como farsa. Vuelve, por ejemplo, el tesoro de Alí Babá, encarnado ahora en esa tonelada y media de oro (pesa igual, pero no abulta tanto como su equivalente en trigo) que los Ben Ali, últimos amos de Túnez, han conseguido sacar de su esquilmado país. Vuelve de la muerte (por segunda vez) Sherlock Holmes, a quien los administradores del legado de Conan Doyle han concedido una nueva oportunidad que les permita prolongar su negocio, comisionando a un escribidor para que lo resucite. Regresa -nadie sabe cómo ha sido- el tirano asesino Baby Doc, que viene a "arrimar al hombro" y a meter la mano en un Haití sumido en la miseria, el caos y la corrupción. Vuelve también el fantasma de la Loapa -inventada tras el 23-F para calmar los ánimos de los militares-, conjurado ahora interesadamente por quienes ven la amenaza (re)centralizadora en las advertencias del Gobierno a las "regiones endeudadas". Y regresa -como respuesta de los nacionalistas- la vieja exigencia interesada de supresión del Ministerio de Cultura, "especialista" -según se afirma desde el más importante diario de la derecha catalana- "en sublevar a internautas y autores", y "estorbo carísimo con caprichos millonarios como el archivo Centelles" (ahí les duele). Pobre Ministerio de Cultura: qué poca vida le queda (gane quien gane).

Pero hay alguien que no regresa, porque ni se va ni es despedido. El cavaliere Berlusconi sigue ahí, demostrando al mundo su inconcebible capacidad para sobrevivir como líder de uno de los países más avanzados de Europa, cuando incluso uno solo de los escándalos que se le atribuyen bastaría para poner en la mismísima calle (o en lugar más vigilado) a muchos de sus colegas tan democráticamente elegidos como él. Nada parece hacer mella en su incombustibilidad, reforzada por una de las mayores concentraciones de medios de comunicación y entretenimiento que jamás haya poseído un político democráticamente elegido. Ahí sigue, incólume y populista, a la vez tragedia y farsa, sin que nada parezca afectarle: ni que su nombre se vincule a repugnantes sobornos, perjurios y falsos testimonios, ni sus presuntas relaciones o apoyos nada santos (la mafia, la logia de extrema derecha P2), ni que algunas de las piedras angulares de su enorme fortuna personal sigan bajo sospecha, ni que sus escándalos sexuales (incluidas las orgías Bunga-Bunga con menores) y su intolerable machismo estén día sí y día no en las páginas de la prensa internacional.

Allí sigue. Bueno, y también aquí, ahora que lo pienso. Ya se las ha arreglado para que en algunas de sus televisiones podamos saber de él (aunque sea indirectamente) 24 horas al día. Sin parar.

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