Zapatero prolongará la jubilación a los 67 años aunque no haya consenso

El presidente José Luis Rodríguez Zapatero mantiene su plan para elevar la edad de jubilación de los 65 a los 67 años, aunque no tenga el apoyo de la mayoría de los partidos, que ya se han manifestado en contra en el Pacto de Toledo, y aunque cuente con el rechazo sindical. Lo hará de forma progresiva, con "factores de flexibilidad razonables", que tengan en cuenta las diferentes condiciones de trabajo y los años de cotización, pero lo hará "con todas las consecuencias"; incluido el previsible desgaste de la ya escasa popularidad del Gobierno.

En la conferencia de prensa posterior al Consejo Europeo, el presidente se mostró firme en su propósito de sacar adelante la polémica reforma y de cumplir el calendario prometido: el próximo 28 de enero el nuevo texto legal recibirá la luz verde del Consejo de Ministros. Hasta entonces, habrá contactos con las distintas fuerzas políticas, a las que instó a demostrar su "visión de futuro y sentido de la responsabilidad". Zapatero aseguró que el dictamen del Pacto de Toledo, el foro donde los partidos discuten el futuro del sistema de pensiones, es "una base de consenso", pero advirtió de que "la responsabilidad de elaborar el texto y los cambios en nuestro sistema de pensiones a medio y largo plazo le corresponde al Gobierno". Es decir, el hecho de que no se haya logrado un acuerdo sobre el retraso de la edad de jubilación no impedirá al Ejecutivo ir adelante con su propuesta. Y eso, porque la situación actual, con la edad media de retiro en los 63,7 años (1,3 menos del límite legal), "no es sostenible a largo plazo".

Consciente de la impopularidad de la medida, el presidente anunció su intención de abrir "un amplio debate social" para explicar las razones de la reforma. "Estoy convencido de que la inmensa mayoría de la sociedad española, que sabe lo que está en juego, la entenderá". Anticipándose a esta labor pedagógica, Zapatero subrayó que la Seguridad Social tiene garantizada la estabilidad durante los próximos 15 o 20 años, pero que si no se toman ya medidas habrá que adoptar en su momento decisiones "más drásticas" de las necesarias ahora. Para despejar cualquier duda, hizo hincapié en que la reforma no afectará a los actuales pensionistas.

Aún así, asumió que esta decisión puede tener un alto coste para el Gobierno, pero alegó que la importancia del asunto trasciende cualquier expectativa electoral. "Estamos en un trance histórico. Todos los cambios que estamos haciendo, aunque no sean fáciles, suponen hoy esfuerzos y sacrificios pero confianza, prosperidad y empleo para mañana", dijo. Hay otra razón, que el presidente mencionó de pasada. "Los países que son capaces de anticiparse, y de poner una hoja de ruta para que todos sepan que no habrá dificultades de aquí a 15 o 20 años, son lo que merecen confianza", dijo. Zapatero se quiere anticipar así a la irrupción en el sistema de pensiones de los nacidos en la época del baby boom y de la inmigración.

Porque para reducir el coste que se paga por la deuda española hay que convencer a los inversores de la sostenibilidad de las cuentas públicas a largo plazo.