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LOS PAPELES DEL DEPARTAMENTO DE ESTADO | Caída en desgracia de dos dirigentes

La caída de Pérez y Lage dejó al mundo sin conexión con Cuba

España, la UE y Japón, entre otros, perdieron a sus mejores interlocutores en La Habana y su única esperanza real de cambio, según admiten Bernardino León y otros diplomáticos

Juan Jesús Aznárez

España, toda la Unión Europea y Japón perdieron a sus mejores interlocutores en Cuba, aquellos aparentemente proclives a la apertura del régimen, al ser destituidos, en marzo del pasado año, el vicepresidente Carlos Lage, de 58 años, y el ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Pérez Roque, de 45 años. El actual secretario general de la Presidencia del Gobierno español, Bernardino León, admitió esa pérdida durante una reunión con el encargado de negocios estadounidense en Madrid, Arnold A. Chacon, desarrollada el 2 de diciembre del 2009.

"[León] dijo que Moratinos [Miguel Ángel Moratinos, ministro de Asuntos Exteriores, 2004-octubre 2010] seguía trabajando para conseguir progresos en Cuba, pero que todos los interlocutores de España allí [Pérez Roque, Carlos Lage] habían desaparecido", recoge un cable. "[León] llamó al actual canciller cubano Rodríguez un don nadie", y dijo que Moratinos intentó, en vano, en su visita a La Habana, "una apertura económica".

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Dos años antes del abrupto apartamiento de Pérez Roque, el canciller español Moratinos "estaba convencido de que podría promover un cambio en Cuba a través de sus buenas relaciones con Pérez Roque", escribe el entonces embajador estadounidense, Eduardo Aguirre, de origen cubano, que atempera el entusiasmo del funcionario español. "Moratinos tiene poca experiencia sobre Cuba".

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Días después de la defenestración de los dos miembros del Partido Comunista cubano (PCC) más inclinados a una gradual liberalización, al menos en su flanco económico, Fidel Castro explicó las razones de su destitución: "El enemigo externo se llenó de ilusiones con ellos", denunció en una de sus "reflexiones". "La miel del poder, por el cual no conocieron sacrificio alguno, despertó en ellos ambiciones que los condujeron a un papel indigno".

El 18 de febrero de este año, dos meses después de su entrevista con el encargado de negocios norteamericano, Bernardino León se reúne con el subsecretario de Estado para América Latina, Arturo Valenzuela, que se manifiesta contrario a la pretensión española de acabar con la posición común de la Unión Europea respecto a Cuba, establecida en 1996, durante el Gobierno del conservador José María Aznar (1996-2004).

El Gobierno de Zapatero la considera un estorbo en los esfuerzos de Madrid hacia la progresiva democratización de Cuba. "León aconsejó a Valenzuela que no se creyera todo lo que leía en la prensa ya que no prevé un gran cambio en la política de la UE respecto a Cuba", tal como pretendió Moratinos, según se lee en otro despacho.

Tras garantizar que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero no visitará Cuba mientras no se acometan cambios democráticos sustanciales, el alto funcionario español reconoció que las relaciones con La Habana son "difíciles" porque el Gobierno de Zapatero había mantenido "lazos" con Pérez Roque durante su función ministerial, y porque la Ley de Memoria Histórica, de 2007, que facilita la ciudadanía española a "cientos de miles" de nietos de españoles que tuvieron que renunciar a la nacionalidad como consecuencia del exilio, es considerada hostil por Cuba.

Los "lazos" establecidos por Pérez Roque y Lage con España y otros países, entre ellos Japón, se forjaron durante años, según muestran los despachos emitidos por la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana y por sus embajadas en Madrid y Bruselas. "Pérez Roque: la gran esperanza", destaca uno de los epígrafes de un revelador cable, emitido por la legación diplomática norteamericana en Bruselas, el 18 de abril de 2005, tras una visita a La Habana de Louis Michel, comisionado europeo para el Desarrollo entre el 24 y 27 de marzo de ese año.

"Pérez Roque parece estar apostando a la era pos-Castro y pensando con pragmatismo sobre cómo alcanzar los intereses de Cuba en el presente y en el futuro", escribe el consejero Tood Huizinga, con la información proporcionada por un miembro del equipo de Michel, conocedor del contenido de la reunión entre el ex ministro cubano y el comisionado, que percibe a Lage como un interlocutor al que la UE debe apoyar como su principal contacto en La Habana.

"Michel sintió que Pérez Roque representaba la única esperanza de poder influir sobre una reforma en Cuba y el respeto por los derechos humanos", agrega el documento confidencial. El informante explicó a la misión diplomática que el efusivo optimismo de Michel sobre las relaciones entre la UE y Cuba tras la visita tuvo como propósito reforzar a Pérez Roque, pero que la realidad era otra: salió de Cuba "serio y preocupado" por el inmovilismo del régimen.

El acercamiento a Pérez Roque y Lage tuvo el efecto contrario al deseado por sus promotores: alertó a los hermanos Fidel y Raúl Castro sobre el coqueteo de los dos altos funcionarios con ministros y gobernantes europeos, latinoamericanos y asiáticos. La caída en desgracia de ambos, y su sustitución por la vieja guardia comunista, acabó consumándose en marzo del 2007.

Las destituciones desorientaron a las embajadas de los países democráticos, que debieron empezar casi desde cero con el nuevo canciller, Bruno Rodríguez, a quien califican como un hombre obediente y cumplidor de órdenes.

En ese sentido, el embajador japonés hasta el pasado año comentó que "los cambios en el liderazgo del Ministerio de Relaciones Exteriores cubano había dañado gravemente los planes de Tokio con Cuba ya que el Gobierno [japonés] había puesto sus principales esperanzas en sus relaciones personales con Lage, Pérez Roque y De la Nuez, ministro de Comercio Exterior, también despedido", según escribe el diplomático Jonathan Farrar.

También Fernando Remírez de Estenoz, ex responsable de las Relaciones Exteriores del PCC, sustituido por su segundo, "fue un serio interlocutor que podía mejorar las relaciones de Cuba con el mundo". El informe de Farrar dice que las relaciones personales de los defenestrados con funcionarios de otros países pudieron detonar su salida de un régimen que no admite porosidades de ese calibre.

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Felipe Pérez Roque (izquierda), ex ministro de Exteriores, y el ex vicepresidente Carlos Lage, en La Habana en septiembre de 2007.
Felipe Pérez Roque (izquierda), ex ministro de Exteriores, y el ex vicepresidente Carlos Lage, en La Habana en septiembre de 2007.AFP

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