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Crítica:ÓPERA | HOMENAJE A VICTORIA DE LOS ÁNGELES
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Victoria y el mar

La mezzosoprano Teresa Berganza solamente tenía previsto asumir las funciones de presentadora en el concierto benéfico a favor de la Fundación Victoria de los Ángeles que anteayer se celebró en el teatro Español. Desde sus primeras frases afirmó que se encontraba en el "ocaso" de su carrera y que dejaba el protagonismo vocal a los jóvenes. Afortunadamente no fue del todo así.

En Teresa Berganza, con la voz en plenitud o a media voz, hay mucho arte escénico todavía, y lo volvió a demostrar en su intervención final. Contó que Victoria de los Ángeles tenía un especial interés en cantar Alfonsina y el mar, pero cuando un amigo le trajo de Argentina la partitura la soprano catalana ya había fallecido, con lo que la música callada de la canción asumió un papel honorífico-sentimental en los actos de incineración. Berganza recitó con intensidad los versos de Alfonsina y el mar y cantó con hondura y emoción algunos pasajes. Se volvió hacia el retrato de Victoria del fondo del escenario en un dialogo imaginario y consiguió que el recital alcanzase unas cotas de emotividad que hasta ese momento no se habían producido.

HOMENAJE A VICTORIA DE LOS ÁNGELES

Con Teresa Berganza, Ángeles Blancas, Milagros Poblador, Cecilia Lavilla, Ofelia Sala, Enric Martínez-Castignani y David Alegret. Teatro Español, 13 de diciembre.

Hasta entonces fue un recital más, con media docena de cantantes que pusieron su corazón en el empeño. Todos ellos actuaron desinteresadamente en el aspecto económico, lo que es de agradecer, como también lo es que estuviese en la sala el director general del teatro del Liceo de Barcelona. Del Teatro Real, ni rastro. Las ausencias pesaron lo suyo. Pero la mejor soprano española -y francesa- de todos los tiempos seguro que habría estado a gusto con los cantantes que se prestaron a acompañar su memoria. El teatro no se llenó. Las últimas palabras las puso Mario Gas homenajeando a Enrique Morente. Merecidísimo sin duda el elogio pero inoportuno en ese momento, pues cortó de raíz el clima emocional que Berganza había trasladado al recuerdo de Victoria. En fin, el mundo en que vivimos. Nos queda Alfonsina, nos quedan el público y los músicos solidarios, nos queda Berganza, nos queda y nos quedará siempre Victoria.

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