Filántropo mirando el céntimo
Las donaciones sufren la crisis y la demanda de eficiencia crece - Los ricos buscan asesoría muy cualificada - Las redes sociales pueden expandir la base
La Gran Recesión también está cambiando la manera en la que los ricos ayudan a otros. Como señala Claire Costello, de la fundación de Bank of America, los donantes entienden cada vez más que la filantropía es un activo que debe ser utilizado con inteligencia. Y, para ello, buscan nuevas vías para que ese dinero y su tiempo rinda al máximo.
Es lo que hace a pequeña escala Tiger21, un club donde acuden los responsables de dos tercios de las donaciones benéficas individuales que se hacen en vida en EE UU buscando consejos para movilizar mejor su generosidad. Es, explican, como si alguien buscara consejos para invertir en oro. Mientras el 35% de los empresarios está dispuesto a tolerar un riesgo sustancial en sus finanzas, solo un 23% lo acepta en la filantropía. Unos quieren saber a qué organizaciones pueden enviar cada año sus cheques. Otros, buscan compartir ideas para establecer su propia fundación.
Los grupos religiosos son los primeros receptores de la caridad
Gates quiere que los más ricos den el 50% de su fortuna vivos o al morir
La Red también es un espacio para conectar a gente dispuesta a dar. Chris Hughes, uno de los fundadores de Facebook, lanzó ayer una plataforma "para el activismo social", conocida como Jumo. El objetivo es descubrir causas benéficas.
La generosidad de los estadounidenses no tiene igual, incluso en los peores momentos. Pero es en el grupo de millonarios donde se concentra el Centro de Filantropía de la Universidad de Indiana al medir el impacto de la recesión e identificar tendencias. El 98% sigue comprometido con las obras benéficas, pero redujeron en un 35% lo que dieron respecto a 2007. El año pasado se donó el equivalente a 231.888 millones de euros, según Giving USA. Es un 3,6% menos que en 2008, que se suma al 2,4% de contracción del año precedente. La caída de las donaciones en esta crisis, en cualquier caso, no es tan pronunciada como el 5,5% de 1974 o el 4,8% de 1987.
"La generosidad va ligada a la marcha general de la economía", señala Melissa Brown, de la Universidad de Indiana. Uno de cada tres ricos dice básicamente que tiene menos dinero que antes para dar a otros. Y lo compensan dedicando más capital humano. Para hacerse una idea, ocho de cada 10 encuestados hicieron labores de voluntariado. Eso hace pensar que en el futuro puedan dar más dinero. De hecho, los números muestran que los donantes que se dedican al voluntariado suelen dar unos 58.000 euros anuales a caridad. Los que no, unos 35.500.
La Fundación Bank of America identifica otro elemento para explicar las nuevas tendencias de la filantropía en vida: el envejecimiento. La llegada de las jubilaciones a la generación del baby boom está provocando que los grandes donantes rebajen sus aportaciones.
La política fiscal también es clave. Y no se trata solo de dar dinero. Si la ropa de más en el armario se lleva a centros como el Ejército de Salvación, el benefactor recibe una nota que sirve para desgravar impuestos. Las rentas más altas son las más sensibles a los cambios en este campo, como muestra la encuesta de Indiana.
"Devolver a la sociedad lo que te ha dado". Es la frase que más repite Warren Buffett, el gran aliado de Bill y Melinda Gates en la batalla por conseguir que los más ricos donen en vida la mayor parte posible de su fortuna. Es como decir que no quieren dejar todo lo que amasaron a sus descendientes. Y por eso son los primeros a favor de que se suban los impuestos a la herencia.
El 60% de los estadounidenses más ricos advierte que reducirán sus contribuciones si las donaciones que incluyen en sus herencias -el 8% del total donado en 2009- no reciben un tratamiento fiscal justo. Si, por el contrario, se rebajan o eliminan los impuestos, el 43% dará más. A no ser que el Congreso lo impida, el tributo volverá a alcanzar el 55% en 2011 en las herencias superiores al millón de dólares (760.000 euros).
En Estados Unidos, el 75% de las donaciones son generadas por individuos, por un valor de 174.000 millones. Entre todos, destacaron el año pasado Stanley y Fiona Druckenmiller, con 573 millones, con lo que se colocaron en lo más alto del ranking de The Chronicle of Philanthropy. Les siguen John Templeton y los Gates.
Por su parte, Buffett recibirá en breve la Medalla Presidencial de la Libertad, la máxima condecoración que se otorga en EE UU a un civil. Hace cuatro años, cuando el optimismo desbordaba Wall Street, el magnate dio 10 millones de acciones de Berkshire Hathaway, su brazo financiero, a la Fundación Gates, dedicada a la educación y la salud. Esos títulos valían 24.000 millones.
Y el pasado verano, junto a los Gates y otros multimillonarios, como Ted Turner, lanzó el proyecto Giving Pledge para conseguir que las 400 mayores fortunas de EE UU den al menos el 50% de su riqueza a caridad, antes o después de morir. En una reciente entrevista coincidiendo con el Día de Acción de Gracias, el oráculo de Omaha fue claro: "Tengo ya todo lo que necesito".
Su filosofía es que los certificados de acciones que fue acumulando durante los últimos 40 años no sirven de nada si están apilados en cajas. "Pueden hacer mucho si se usan para ayudar a otros". Es, dice, "una obligación moral". Lo más fácil sería desentenderse. Pero, como explica Turner, "lo importante es decidir cómo se da". Buffett señala en este sentido que lo de donar debe hacerse de una manera "inteligente". Gates, por su parte, señala que la filantropía es "contagiosa". Hay ya 40 multimillonarios que participan en su iniciativa, con la que esperan movilizar hasta 458.000 millones. Un contagio que quieren que llegue a los que no tienen tanto.
A pesar de la caída en las donaciones, en términos generales la crisis no cambió la forma en la que se reparte la filantropía. El grueso de las donaciones en EE UU, un tercio del total, según Giving USA, van destinados a organizaciones religiosas. Es lo que sucede desde hace 55 años. Le sigue la educación, con el 13%. La salud recibe el 7%. El mundo de las artes y la cultura recibió unos 9.400 millones, equivalente al 4% del total. Y la protección de la naturaleza, el 2%. El impacto de la crisis afecta de forma desigual. En salud, por ejemplo, se registró una contracción del 6,8% en 2008, que logró compensar en parte el año pasado con un alza del 3,8%.
En la educación la cosa es peor, porque desde 2007 la caída acumulada es del 8,8%. Y el mundo del arte y la cultura recibió un 2,4% menos en 2009, adicional al 6,5% que cayó en 2008. Donde se registra, sin embargo, un incremento de la caridad es hacia las organizaciones dedicadas a asuntos internacionales, del 6,2%, lo que "refleja el interés creciente por las misiones humanitarias".
Y, como señala Giving USA, la situación no va a mejorar a corto plazo. Entre las 400 mayores organizaciones caritativas del país, como United Way, la caída en 2009 fue del 11%, el peor año en dos décadas. Y el 40% de las fundaciones y entidades caritativas sufrió de nuevo caídas en las donaciones en el primer semestre de este año, según GuideStar.
Si la historia es referente, la generosidad tomará cuerpo con el repunte económico. Pero pasarán tres años para volver a los niveles previos a la crisis, coinciden los expertos, entre otros motivos, porque la tasa de paro permanece muy alta. Por eso desde Bank of America se señala que estas organizaciones deben preguntarse por las circunstancias de los donantes y, sobre todo, por qué deciden movilizar su generosidad de una manera diferente.
El Ejército de Salvación, la segunda organización caritativa en EE UU, entiende el mensaje. Esta Navidad romperá moldes y recurrirá a las nuevas tecnologías de la comunicación como fuente para recaudar, también entre los más jóvenes. Se concentra en los mensajes de texto, que demostraron ser muy populares entre grupos como la Cruz Roja durante la crisis en Haití.
Hughes insiste en que los nuevos canales de información permitirán explotar el potencial de la ayuda benéfica, porque portales como Jumo facilitarán el acceso de la gente corriente a la filantropía. Y lo hará, además, de una manera que implique a sus amigos, familiares y colegas. Es algo que ya hace causes.com, fundado por Mark Zuckerberg, el genio de Facebook.
LOS ESTADOUNIDENSES QUE MÁS DONARON EN 2009
- Los Druckenmiller. Stanley, 56 años, y Fiona, 47, proceden del mundo financiero. Dieron 541 millones de euros a la Fundación Druckenmiller.
- John Templeton. Inversor internacional, falleció en 2008 a los 95 años. Legó 440 millones en acciones y efectivo a ciencia para responder a "grandes preguntas".
- Los Gates. Bill, 54 años, fundador de Microsoft, y su mujer, Melinda, 45, destinaron 269 millones a la investigación de enfermedades en países pobres.
- Michael Bloomberg. Alcalde de Nueva York, creó una agencia de información económica. Dio 195 millones a 1.358 asociaciones sin ánimo de lucro.
- Louise Diterle Nippert. Rica de familia, su marido era bisnieto de un fundador de Procter & Gamble, hoy una multinacional. Donó 142 millones.
- George Soros. Es dueño de una empresa que gestiona fondos de alto riesgo. Dio 115 millones para el Fondo para la Reforma Política.
- Los Broad. La fortuna de Eli, 76, y Edythe, 73, viene del sector inmobiliario y el financiero. Entregaron 81 millones a educación, ciencia y arte.
- Los Terwilliger. Ronald, 69, y su mujer, Frances, prometieron 77 millones a una organización cristiana ecuménica que recibirá el dinero cuando él muera.
- William Clements. De 92 años, creó una empresa petrolera y fue gobernador de Tejas. Dará 77 millones para investigación médica en una universidad.
- Los Omidyar. Pierre, 42 años, fundador de eBay, y su esposa, Pam, 42, dieron 71 millones para proyectos que mejoren la vida de los hawaianos.
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