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Entrevista:ROSA AGUILAR

"No soy un trofeo. ¿Guiño a la izquierda? Todos los guiños son cómplices"

Luz Sánchez-Mellado

La melodía del móvil de Rosa Aguilar es un poema. El vigoroso arranque de Por la boca vive el pez, de Fito y los Fitipaldis, suena cada poco allá a lo lejos, sobre la mesa de su despacho de ministra de Medio Ambiente, Rural y Marino, al que siguen llegándole flores de felicitación por su nuevo cargo. Pero ella, arrellanada frente a frente en el sillón de las visitas, no le hace ni caso. Dice que le gusta mirar a los ojos de su interlocutor, y es cierto que no pierde la mirada ni un segundo. No regatea tiempo ni rechaza preguntas. Otra cosa es lo que responde. Llegará incluso a decir que vale más por lo que calla que por lo que habla. Aunque luego, cuando se apaga la grabadora, quiera contar, y cuente, todo lo que ha omitido cuando estaba en marcha.

"Ha habido un alejamiento y a los políticos se nos ve como extraterrestres"
"¿El Papa? Soy creyente, pero la jerarquía de la Iglesia no me representa"
"No saldrá de mi boca ninguna respuesta por más insultos que profieran"

Por qué se fue de Izquierda Unida. Hasta qué extremo soportó para intentar evitarlo. La magnitud de su dolor cuando compañeros de toda la vida le llaman traidora. El desgarro de dejar la alcaldía de Córdoba. Su desazón íntima en los primeros meses en la Junta socialista de Andalucía. Su necesidad de tiempo para asimilar los entresijos del ministerio. Su esfuerzo por adecuar sus ideas más viscerales a las necesidades de la gestión de Gobierno. Por qué se afilió al PCE y no al PSOE a los 16 años, siendo, como es, más socialdemócrata que comunista. Pero también la huella que las muertes de los suyos -su padre, su madre, un gran amor, su tía del alma, su primo- le han dejado en el corazón. Lo cuenta todo. Sin reparos, sin reservas, sin testigos. Cara a cara.

Ante el micrófono usa sin embargo el lenguaje institucional y políticamente correcto de los gestores públicos. Así que si leen "ciudadanos", "amigos" o "compañeros", sepan que dijo "ciudadanos y ciudadanas", "amigos y amigas", "compañeros y compañeras". Lo reconocen hasta sus rivales. Aguilar es un animal político. Puede que el pez de Fito viva por la boca, pero ella no va a morir por la suya.

Por ahora le va bien. Es, después del vicepresidente Rubalcaba, la nueva ministra mejor valorada. El 62% de los españoles aprueba su nombramiento. Se la ve feliz. Ilusionada. Viene de su tercer Consejo de Ministros y en cuanto acabe esta charla cruzará la calle y abordará el tren a Córdoba en Atocha. La estación se ve desde la ventana. Será así todos los viernes salvo causa de fuerza mayor.

Tiene el AVE de puerta a puerta.

Prácticamente. Me subo al tren y en hora y media estoy en casa. Y a la vuelta, lo primero que veo es el ministerio.

¿Dónde vive ahora?

En un hotel, pero voy a vivir en el ministerio. Eso tiene la ventaja del tiempo y la desventaja de estar las 24 horas en el mismo espacio, pero no me importa. La vivienda ya la llenaré de alegría y bienestar con mi familia y amigos.

Entonces, ¿por qué esa dependencia de Córdoba?

El primer año de diputada en Madrid, iba y venía cada día. Estando en Sevilla en la Junta, muchos días iba a Córdoba a dormir o a dar un paseo por mi barrio, Santa Marina, el de los toreros. Y luego cogía el tren para seguir trabajando. Viva donde viva, mi casa es Córdoba.

También ha cogido todos los trenes políticos.

Cuando te pasa por delante un reto de primera magnitud, como cuando Pepe Griñán me llamó para el Gobierno de Andalucía, o dices sí o no, no hay actitudes intermedias. Me había entregado 10 años en cuerpo y alma a mi ciudad, pero también hacía tiempo que había espacios de desencuentro político. Pepe es una persona de verdad, un político sólido con un proyecto ilusionante. Fue el momento de tomar una decisión dolorosísima, porque dejar la alcaldía me desgarraba, pero sabía que no debía estar más tiempo.

¿Y este último tren, el del Gobierno?

Ahí se han conjugado varias cosas. La confianza de Zapatero, el respaldo de Pepe Griñán y el momento. Precisamente por ser mal momento, he dicho sí de manera inmediata, y con voluntad de comprometerme a fondo lo que queda de legislatura. Si las cosas hubieran estado bien, puede que hubiera dicho que me quedaba en Andalucía, pero ahora más que nunca hay que arrimar el hombro, dar la cara, estar cerca de quienes lo están pasando mal. Cuando el presidente deposita la confianza en ti, lo único que puedes decir es sí. Le dije: me tienes al 100% porque coincido con el proyecto global. Y lo he hecho con toda la ilusión y compromiso.

¿Y ambición?

Hay personas, y yo estoy entre ellas, a las que la vida les ha brindado posibilidades de servir a la ciudadanía desde distintas instituciones, y no tienen ninguna ambición ya. Quiero seguir trabajando para los demás, entregarme con pasión a lo que hago, pero ya está.

¿No quiere ser nada más en política?

No, lo digo así de claro. Lo único que quiero es trabajar de manera leal en el marco del Gobierno. La confianza que Zapatero deposita en mí yo se la voy a devolver hecha trabajo y lealtad día a día.

Pero los políticos ambicionan el poder, legítimamente, para hacer cosas.

Pues yo te digo que Rosa Aguilar está en un momento de su vida que no ambiciona nada. Estoy feliz y tremendamente responsable con el trabajo que tengo encomendado para responder a la ciudadanía, que nos espera con respuestas ciertas. No me planteo otra cosa.

Algunos ven en su nombramiento una forma de captar votos a la izquierda del PSOE. ¿Los socialistas la consideran un trofeo?

No soy un trofeo. Ellos saben que formo parte del proyecto, que soy una más, que mi lealtad y convicción es plena. A nadie le debe extrañar que un Gobierno socialista mire a la izquierda. Hay una realidad objetiva: soy una mujer de izquierdas, y aporto mis valores a las ideas del proyecto socialista, y me sumo a ellas. ¿Guiño? Todos los guiños son cómplices.

¿Está cómoda en un Gobierno que ha decretado el mayor recorte social?

El presidente ha tenido que tomar decisiones que nunca habría querido. Pero sabe que son las adecuadas para hacer frente con garantías a la situación. Cuando hayamos salido de ella nos daremos cuenta de que hizo lo que tenía que hacer, con un ejercicio de responsabilidad extraordinario por su país. También digo: cójase la realidad de los países europeos y veremos que es en España donde se mantienen políticas sociales fundamentales.

La veo muy en "modo ministra". ¿La lealtad le impide manifestar discrepancias?

Yo soy así. No sé lo que es estar en "modo ministra". Mira, en todos los ámbitos de la política, y de los Gobiernos, se dan contradicciones. Pero me gusta administrarlas con los compañeros lealmente, dialogando y buscando puntos de confluencia. No buscar un titular fácil, porque todos estamos en el mismo barco, formamos parte del mismo colectivo con los mismos objetivos: hacer las cosas bien para que la ciudadanía tenga respuestas. Por eso me gusta ser prudente, y la prudencia no está reñida con la libertad.

El vicepresidente Rubalcaba dijo que el nuevo Gobierno tiene un presidente y 15 portavoces. ¿Se lo ha tomado a pecho?

Es imprescindible que los políticos expliquemos lo que hacemos. Forma parte de nuestro trabajo. No solo qué se hace, sino por qué se hace eso y no otra cosa. Eso es dar transparencia y calidad a la gestión. Es que aquí no hay nada que esconder. Y es verdad, hace falta que estemos los compañeros del Gobierno opinando con sinceridad. Unas veces te traerá críticas, y otras, aplausos, pero deben saberlo.

Siempre habla de responsabilidad, compromiso, entrega. ¿Desde cuándo es así?

Son palabras que me han acompañado casi desde recién nacida. Cuando se te muere tu padre con ocho para nueve años, además siendo hija única, tienes que afrontar la vida de otra manera. Aquellos tiempos eran difíciles, y tienes que asumir responsabilidades que por edad no te corresponden, pero que la vida te las pone delante, y tienes que responder, porque estábamos solas mi madre y yo.

¿Fue la cabeza de su familia?

En algún momento tuve que asumir esa responsabilidad porque mi madre, después del palo que supuso la muerte de la persona que quería con 40 años, no fue igual. Visto con el tiempo, creo que quiso ser demasiado fuerte porque yo era pequeña, y eso le significó una depresión importante. Y mientras, en ese espacio nuestro, tuve que tomar las riendas. Quemas etapas, y eso te acompaña para siempre. Ya no sabes hacer las cosas de otra forma que no sea con ese sentido profundo de la responsabilidad, del compromiso, del deber, del entregarte a los demás.

¿Y usted? ¿Se encontraba sola?

He sido siempre una persona afortunada. He tenido a mis amigos que no me han fallado, han estado ahí, y me han dado fuerza para seguir. Quizá porque las personas tengamos mecanismos de defensa, cuando la vida te deja casi sola, con una familia corta, tú la amplías con las personas que están con la mano tendida. Los amigos forman parte de mi vida, de mi familia, y me faltan dedos para contarlos.

Se declara creyente. ¿Su compromiso tiene una base religiosa?

Es que yo soy creyente en la expresión de lo que significa un fuerte compromiso social. Hay personas, como monseñor Romero, que sí son un referente. A mí me importa la gente que se compromete por los demás.

¿Y el Papa?, ¿se sintió aludida con su visita?

Nada, para nada, absolutamente nada. Institucionalmente, siempre he respetado y respeto a la Iglesia. Pero tengo un desacuerdo profundo con la jerarquía. Soy creyente, pero la estructura y la postura de la Iglesia no representa a todos los creyentes. Porque desde la intransigencia no se puede pretender dirigirse a todos los creyentes, y los que desde la creencia tenemos un compromiso y unas posiciones de progreso desde el ámbito de la izquierda, no nos sentimos representados por esa jerarquía, que a veces hace más política que otra cosa.

¿Cómo valora la postura de la Iglesia ante el preservativo o el matrimonio homosexual?

Yo me encuentro entre los millones de personas a las que esas actitudes nos hacen no creer en esa Iglesia.

¿Reza?

Sí, pero tengo otros interlocutores. No me hacen falta estos interlocutores tan intransigentes, tan excluyentes y tan alejados de la doctrina de Jesucristo. Es que aquí el nombre de Dios se utiliza para todo y se interpretan las cosas como conviene. Como a mí eso no me gusta, tengo mis creencias y las practico a mi manera.

¿Qué fue lo primero que le removió las tripas tanto como para querer cambiar las cosas?

Lo primero que me rebeló por dentro fue saber que había personas que por razones de su pensamiento estaban privadas de libertad.

¿A los 16 años le preocupaban los presos políticos?

Sí, claro. De pequeña, cuando había cosas que no entendía, preguntaba. Yo veía que mi abuela hablaba bajo con mi tía, le preguntaba por qué, y me decía: porque no me pueden oír, porque si no me llevan. O poner una emisora, la Pirenaica, o la BBC, bajito y no poder darle voz. Había una dictadura, y que las personas no tuvieran libertad para hablar, para mostrarse, me parecía una cosa inadmisible y que había que luchar contra ella. Y lo que he tenido claro desde pequeñita es que en esta vida sola no se puede hacer nada. Todo lo bueno se hace acompañada. Por eso di el paso de organizarme. Primero con otros jóvenes cristianos, luego entré en la política, porque las cosas importantes se hacen colectivamente.

¿Se toma la política como una misión laica?

No, no he tenido nunca vocación de monja ni de misionera. Una cosa es tener un compromiso social, solidario, y establecerlo desde tu acción en las responsabilidades políticas, que te permiten tender la mano a gente que lo necesita, y otra es, con todos mis respetos, la vocación religiosa. Esto no tiene nada de misión.

¿Ni de vocación

Eso sí, la política es una vocación, no una profesión. Yo ahí niego la mayor. Yo no soy clase política, ni mi profesión es la política. Yo soy abogada. La política es comprometerte de verdad con los demás. Dar un paso en tu vida. Me merece respeto la gente que no lo haría nunca. Pero desde la opción del compromiso social, la política es el espacio donde más y mejor se puede desarrollar.

Para no ser una profesión, lleva 30 años viviendo de la política.

Llevo toda mi vida, porque me metí con 16 y cuando te metes en política es para siempre. Pero no he vivido de la política. Esa expresión no se corresponde con la realidad. Me gustaría que cualquier ciudadano viniera conmigo un año y pudiera ver cómo es de verdad la vida política, que es una vida de entrega 100%, que tiene mucha renuncia, y por eso mucho de vocación. Ejercer una responsabilidad, estar al servicio de la ciudadanía, no es vivir de la política, es hacer política dignamente desde tus principios, y austeramente.

La de político es de las profesiones menos valoradas. Quizá por los casos de corrupción. ¿Le ofenden personalmente?

Me duelen. El tiempo que te come la gestión te resta la posibilidad de cercanía con los ciudadanos. Y quizá esa desafección se produzca cuando no hay esa proximidad y se dan circunstancias rechazables desde el punto de vista ético. Yo intento superarla practicando la cercanía. Pero somos humanos y reivindico el derecho a equivocarnos. Me puedo equivocar en una decisión, puedo y debo pedir perdón, lo he hecho algunas veces, y he rectificado. Pero es verdad que durante muchos años ha habido un alejamiento y se nos percibe como si fuéramos seres extraños, diferentes, extraterrestres.

Usted fue una niña acomodada. ¿De dónde le viene la austeridad?

Es cierto, pero cuando faltó mi padre, sí tuvimos momentos de dificultad. Mi madre trabajó en hostelería porque quería que yo estudiara. Y yo desde COU ya daba clases particulares y no he dejado de trabajar. Eso me ha hecho aprender más de la vida y en la vida y más aprisa de lo habitual. Es verdad que no me faltaba nada. Me sobraban muchas cosas, ahora me doy cuenta. Pero no he sido nunca alguien a la que le haga falta mucho.

Sin embargo, dice que le gusta ahorrar para el futuro.

Sí, por una razón fundamental. Cuando estás en política, tienes que preservar tu libertad. Y me explico: si en un momento determinado te quieres ir de la política, por cualquier razón, siempre he querido tener la seguridad de no tener que quedarme ni un segundo más por tener que comer de ello.

¿Poder dar un puñetazo en la mesa y decir: ahí os quedáis? Lo hizo al irse de Izquierda Unida.

Bueno [sonríe], pero sin puñetazo. Si en un momento determinado me tengo que marchar, me marcho, sin alharacas, con mucha prudencia y con mucho respeto. Pero siempre he pensado que es muy importante tener ese margen de libertad para una misma.

¿Sabe que si pone Rosa Aguilar en Google, en la tercera opción sale "Rosa Aguilar traidora"?

Sí, es normal que haya gente que en su manera de ser y pensar haya dicho eso, pero yo tengo una cosa clara. Mis padres me enseñaron muchísimo aunque estuve poco tiempo con ellos. Me dejaron un caudal y un legado extraordinario. El respeto es fundamental. No va a salir de mi boca ninguna respuesta por más insultos que algunos profieran. Me quedo con la inmensa mayoría que te mira a los ojos, te sonríe, te desea suerte o te da los buenos días.

Pero está herida.

Yo no soy de piedra. A nadie le gusta que le digan cosas que sabe que no son ciertas, pero lo pongo al margen porque tampoco es cuestión de dejar que te hagan daño gratuito. Además, esas personas, si me hubieran preguntado, yo habría estado dispuesta a explicarles muchas cosas y lo habrían entendido y a lo mejor lo habrían retirado.

Le debió de doler que Julio Anguita, su 'padre' político, haya declarado que ya no es su amigo.

Yo padre no he tenido más que uno [rotunda], y lo perdí muy pequeña. Hace muchos años que guardo un silencio total en relación a Julio y no lo voy a romper jamás. Él, que me conoce bien, lo sabe. Las personas valen más por lo que callan que por lo que hablan.

Cuando salió de IU para irse a la Junta socialista hubo declaraciones que parecían de despecho amoroso. Cayo Lara dijo lo de "se va una Rosa, pero vendrán claveles". ¿Despierta pasiones?

Bueno...[sonríe]. Sí, es verdad que me entrego. Me gusta que me quieran y querer.

No he encontrado a nadie que hable mal de usted. Hasta sus adversarios ideológicos la definen como un animal político.

Soy una mujer trabajadora. No me importa echarle las horas que sea con tal de entregarme a la gente, de poder solucionar problemas que le afectan o le duelen. En el ámbito de la política y en el ámbito de lo humano.

¿Y eso genera pasión?

Eso genera muchas circunstancias vividas, compartidas, se establecen unos mecanismos pasionales para lo bueno, lo malo y lo regular. Cuando tomé una decisión tan importante como irme de una organización, lo hice con el respeto absoluto a las personas que forman parte de ella y dejando muchos amigos que lo van a seguir siendo toda la vida, porque hay lazos humanos y personales que no se rompen por esas decisiones, por importantes que sean.

Pero hay gente que trabaja 24 horas y no traspasa la línea. ¿Qué es el carisma?

Pues probablemente ser siempre tú y estar ahí siempre abierta y dispuesta, porque yo lo único que hago es entregarme tal cual soy. Ser así. Yo soy una persona de verdad, lo que se me ve es lo que hay. Y a lo mejor eso es lo que traspasa y conecta. Intento estar cuando alguien me necesita, y tender una mano si puedo, y abrir mi corazón. No sé si es eso lo que provoca un sentimiento u otro hacia mí. Pero no voy a cambiar. He sido así toda mi vida.

¿Cómo ha visto la evolución de Izquierda Unida tras su marcha? ¿Quién cree que ocupa ahora mismo el espacio de la izquierda en este país?

Es que tampoco he hecho, ni quiero hacer, valoraciones políticas sobre Izquierda Unida. Lo que sí te puedo manifestar es que el proyecto socialista, del que yo formo parte, tiene vocación y voluntad de dirigirse a la izquierda de este país y que amplía su mirada al centro, y al centro-izquierda, para poder avanzar sobre posiciones ciertas que nos sitúen mirando al futuro con posibilidades reales. Negar que hay otras formaciones de izquierda, como IU y otras, sería absurdo por mi parte, y no lo voy a hacer. IU se dirige a una parte del electorado de la izquierda, está ahí, trabajando, y mi respeto hacia ellos es pleno y total.

Algunos le achacan cierta adicción al trabajo. Opinan que quizá busca sentirse querida por esas ausencias que tuvo tan pronto.

Yo es que creo que a todo el mundo nos gusta sentirnos queridos, pero vivimos una vida en la que no nos lo decimos. Reprimimos mucho los sentimientos. Necesitamos mostrárnoslos, pero no lo hacemos. Parece que hay que ir como que todo lo puedes. Y no es verdad. Yo necesito a las personas, necesito que me quieran, necesito querer, necesito compartir, necesito conversar, necesito incluso compartir el silencio.

¿Entonces admite ser adicta al trabajo? ¿Cuáles son sus placeres?

No es eso, es que cuando tienes responsabilidades importantes tienes que responder a ellas. Yo trabajo mucho, pero procuro hacerlo con alegría. Y también tengo mis ratos para las personas que yo quiero y las cosas que me gusta hacer. Hacer deporte, o ver una película, o tomarme un Coca-Cola (sí un Coca-Cola, esto es muy del Sur) con amigos. Son ratitos chicos, pero los disfruto mucho. No necesito muchas cosas. Yo le pido poco a la vida.

Se la ve pletórica. Un conocido suyo dice que en un momento dado dejó usted su aura de introspección y floreció.

[Cómplice] Bueno, yo soy una esponja, y estoy en un aprendizaje continuo de la vida. Pero donde me pude mostrar como era, y abrir mi corazón, y ser como soy, fue en la alcaldía de Córdoba. Si veía a una persona mayor, o a un chiquillo, y me daba alegría, pues le daba un abrazo o me paraba a charlar. Y es que así soy yo. Es cierto que durante un tiempo estuve constreñida. Pero llegó un momento en el que dije: si yo soy así y me sale del alma ver a una persona y pararme y darle los buenos días, ¿por qué no lo voy a hacer? Entonces decidí que esas barreras que yo misma me ponía, esa cortedad, tenía que vencerla, porque aunque parezca mentira soy tímida, y tenía que vencer ese corte y ser yo misma.

¿Esa cortedad venía de haber tenido que madurar tan joven?

Probablemente. De repente tienes 11 años, y no tienes 11, tienes 20, y eso afecta. O eres muy echada para adelante, o te quedas así, tocada. Y como yo no era muy echada para adelante, era más cauta, pues me quedé un poquito parada. Y llegó un día en el que necesitaba ser yo y expresarme tal cual.

Sin embargo, siempre ha sido reservada sobre su vida personal, casi opaca.

Yo tengo mi vida personal, y la hago con normalidad. Lo que pasa es que creo que estar en la vida pública no te obliga a poner a tu gente en el foco. Yo tengo mi familia. Es un espacio mío donde tengo mis alegrías, mis penas, mis situaciones buenas, malas, regulares y buenísimas, pero ahí están. De opaca nada, eso no es cierto. Mi vida es pública, pero el espacio familiar creo que hay que cuidarlo, y tu gente tiene que sentir que tiene su propio espacio. La política y la vida familiar no tienen por qué estar sin ninguna línea fronteriza. Para mí la hay, y por eso preservo mi familia.

¿Tiene pareja?

[Pausa de dos segundos]. Mi corazón está ocupado, ¿vale? [Sonríe]. Bien ocupado y habitado.

Antes decía así, en tercera persona, que en este momento Rosa Aguilar no tiene ambiciones. ¿Es en este momento Rosa Aguilar feliz?

Sí, sí. 

Rosa Aguilar, ministra de Medio Ambiente, Rural y Marino
Rosa Aguilar, ministra de Medio Ambiente, Rural y MarinoJORDI SOCÍAS
Rosa Aguilar, con su madre, Rosa Rivero
Rosa Aguilar, con su madre, Rosa RiveroJORDI SOCÍAS

La ministra de las chaquetas rojas

A Rosa Aguilar

(Córdoba, 1957) le encanta el rojo. "Es un color que me define de manera vital". Por eso viste a menudo chaquetas rojas. Tiene 10 o 12. Cada una "de un tono, porque hay mucha variedad dentro del rojo". Así tomó posesión hace un mes como ministra de Medio Ambiente, Rural y Marino. Hasta entonces era consejera de Obras Públicas del Gobierno socialista de Andalucía, adonde llegó en 2009 tras abandonar la alcaldía de Córdoba y su militancia de décadas en Izquierda Unida por "discrepar" con la dirección.

Huérfana de padre a los ocho años, tuvo que llevar la mercería familiar y cuidar a su madre, Rosa Rivero, enferma de depresión y luego de cáncer. Aguilar ha dicho alguna vez que renunció a la maternidad para cuidarla. Murió cuando ella tenía 27 años.

Ingresó en el PCE a los 16 años. En los noventa fue portavoz de IU en el Congreso. La primera mujer en el puesto.

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

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