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Los 'papeles' del conflicto iraquí

Clegg pide investigar las matanzas en Irak

El viceprimer ministro británico tilda de "extraordinariamente serias" las revelaciones publicadas por Wikileaks - El Gobierno iraquí dice que todo es un montaje político

Los abusos cometidos o consentidos por las tropas aliadas y las fuerzas de seguridad iraquíes durante la guerra de Irak siguió ayer conmocionando la política mundial. En Londres, el viceprimer ministro Nick Clegg defendió la necesidad de que se clarifique la posible participación de tropas británicas en esos abusos, lo que parece chocar con la posición más contemporizadora del Ministerio de Defensa británico y con el silencio del primer ministro conservador, David Cameron.

En Irak, sin embargo, los casi 400.000 documentos colgados este fin de semana en la Red por Wikileaks apenas han causado sorpresa en una población que ya conocía en propias carnes esos abusos. Y su publicación ha sido calificada de "políticamente motivada" por el primer ministro en funciones, Nuri al Maliki. "Es normal que la gente sea torturada en prisión, que muera en prisión o que desaparezca de la prisión sin dejar rastro", declaró a la BBC uno de los hombres de la calle entrevistados en Bagdad. "Claro que los americanos lo sabían; lo controlan todo aquí", opinaba una mujer. Para el primer ministro en funciones, acusado en algunos de los documentos de Wikileaks de haber tolerado la creación de escuadrones de la muerte, todo es un montaje político.

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En Londres, en cambio, el asunto se ha tomado muy en serio. Clegg defendió la necesidad de abrir una investigación sobre las acusaciones de abusos cometidos por tropas británicas en Irak que se desprenden de los documentos de Wikileaks. El líder del partido de los liberales-demócratas, que siempre se opuso a la invasión, defendió la necesidad de tomarse "muy en serio" cualquier acusación de práctica o tolerancia con la tortura.

Los dos partidos que forman desde mayo una coalición de Gobierno en Reino Unido estaban en la oposición cuando el laborista Tony Blair abanderó y consiguió el apoyo de los Comunes para participar en la invasión de Irak. Pero mientras los conservadores apoyaron mayoritariamente la invasión, los liberales-demócratas se opusieron a ella ferozmente y cimentaron en esa inflexibilidad sobre Irak un renacimiento político que les ha acabado convirtiendo en decisivos para formar Gobierno tras el apretado resultado de las últimas elecciones.

Irak no ha sido un gran obstáculo para la coalición porque es un asunto políticamente amortizado que daña a los laboristas. Los tories defendieron la necesidad de que se investigaran las circunstancias en las que Reino Unido se sumó a la guerra, sobre todo con el objetivo de dañar a los laboristas en las pasadas elecciones. La investigación aún no ha acabado, pero las conclusiones a las que llegue el comité no tendrán un gran impacto político.

Pero la posibilidad de que sea el Ejército el que se siente en el banquillo de los acusados y responda a posibles acusaciones de abusos o de tolerancia con los abusos cometidos por otros es harina de otro costal. Esas dificultades ya se han puesto de manifiesto con el muro de silencio que ha rodeado un caso aparentemente clarísimo, la muerte por torturas del ciudadano iraquí Baha Musa cuando estaba detenido en instalaciones militares en Irak.

Por eso es significativo políticamente que mientras el primer ministro, el conservador David Cameron, no ha abierto la boca tras la publicación de los documentos de Wikileaks, Nick Clegg no escurrió el bulto cuando ayer fue preguntado por ellas en The Andrew Marr Show, el programa estrella de las mañanas dominicales de la BBC. "Creo que la naturaleza de las acusaciones es extraordinariamente seria", dijo. "Es angustioso leerlas, son muy serias y estoy seguro de que la Administración de EE UU querrá dar una respuesta. Aunque nosotros no somos nadie para decirles lo que tienen que hacer", añadió.

Y qué ocurre con las alegaciones que implican a tropas británicas, ¿tienen que ser investigadas?, le preguntó el periodista Andrew Marr. "Creo que cualquier cosa que sugiera que con tu conocimiento se han quebrantado las reglas de combate y se ha tolerado la tortura en cualquiera de sus formas tiene que ser examinada", respondió Clegg.

Vince Cable, ministro de Negocios y quizás el político liberal-demócrata más popular, fue más tajante. "Los liberales-demócratas nos opusimos a la guerra de Irak y lo que está ocurriendo refuerza nuestra esa postura", declaró a la cadena Sky News. "Ha habido ya varias investigaciones, pero creo que si ha habido abusos tienen que ser investigados. Me parece que eso es evidente", añadió.

La posición de los dos pesos pesados liberales contrasta con el criterio del Ministerio de Defensa, cuyo titular, Liam Fox, pasa por ser uno de los halcones de la derecha tory. A juicio de Defensa, la publicación de los documentos es temeraria, puede poner en peligro al personal militar británico y los casos de supuestos abusos ya han sido investigados. "No hay lugar para el maltrato a detenidos. Siempre lamentamos profundamente cualquier baja civil y nos tomamos muy en serio todos los incidentes", ha subrayado el Ministerio en un comunicado.

Los británicos no solo afrontan acusaciones de posibles abusos, sino también de incompetencia. Según el dominical The Observer, las tropas británicas tuvieron en marzo de 2005 cercado a Abu Musab al Zarqaui, el hombre de Osama Bin Laden en Irak. Pero el helicóptero que le vigilaba se quedó sin gasolina y Zarqaui pudo escapar y en los siguientes 15 meses expandió las operaciones de Al Qaeda por todo Irak, alimentando el clima de guerra civil.

Por su parte, el Ejército de Dinamarca anunció ayer que estudiará cuidadosamente los documentos filtrados a ver si se revela cualquier irregularidad por parte de soldados daneses. "Queremos ver los documentos y compararlos con nuestra propia información", dijo el portavoz del Comando de Defensa danés, Torben Kjedsen. Los informes, según la prensa local, revelan negligencia por parte de soldados daneses en casos de torturas a prisioneros por parte de la policía iraquí.

El viceprimer ministro británico, Nick Clegg, durante una entrevista en la BBC.
El viceprimer ministro británico, Nick Clegg, durante una entrevista en la BBC.REUTERS

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