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CORRIENTES Y DESAHOGOS
Columna
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¿Cuánto pesa Norman Foster?

¿Desearía usted ser Norman Foster? "Nadie es mejor que tú y tú no eres mejor que nadie", reza el lema psicológico de la autoayuda. Pero, con todo, ¿no desearía usted ser Norman Foster? ¿Cuánto pesa su edificio, Sr. Foster? es el título de una película sobre su obra. Este documental de larga duración, dirigido por Norberto López Amado y Carlos Carcas, se preestrenó el pasado martes en Madrid y seguirá inmediatamente por muchas otras capitales, españolas y extranjeras.

El filme, ideado por Antonio Sanz, enseña más los detalles de diferentes obras que la biografía del arquitecto, pero, curiosamente, cuando un artista, un arquitecto, alcanza el punto de poder expresarse por la locución de su obra, la obra lo expresa ineludiblemente a él. "Ahora sé decir lo que quiero decir", sentenciaba Matisse en la última parte de su vida. Y de ese gozo desahogado nacieron cuadros especialmente hermosos. La disciplina en un oficio es igual a un accidentado camino de iniciación que concede, cuando acaba bien, el trofeo de una identidad compartida.

Su estudio diseñó la mayor obra civil del mundo, el aeropuerto de Pekín

De este modo, el documental narra el trabajo de una existencia y el transcurso de la existencia personal. Ni Norman Foster nació en una familia acomodada, ni fueron cómodos sus desarrollos siguientes. No cabe duda, según este documental, de que a Foster se le ocurren más soluciones brillantes que a la mayoría de sus colegas, pero cualquier elección parcial deberá ensamblarse en otra y, finalmente, dialogar con la interpelación del cliente, la visión del usuario y el bienestar o no del habitante de la obra.

¿Cuánto pesa su edificio...? es, ante todo, un reportaje para degustar edificios, tan bien fotografiados que se convierten en stars. Pero se trata también de fotografiar una arquitectura para simbolizar e inventar, lo que acentúa la calidad y el interés de las secuencias. No será preciso ser arquitecto o diseñador para disfrutar de esta pieza que, aun no siendo pionera en su género, es de la clase de género que el corazón no olvida. Majestuosos edificios cuajados de innovaciones impulsadas por un estudio profesional que llegó a reunir a 1.400 personas, capaces de construir la obra civil mayor del mundo (el aeropuerto de Pekín).

Premio Priktzer en 2002, Premio Príncipe de Asturias en 2009, Praemium Imperiale de Arquitectura en 2002. El estudio ha reunido hasta unos 500 galardones bajo la dirección de Norman Foster. Ni honores nobiliarios le han faltado a este arquitecto fuera o dentro de su país ni el dinero que le faltara en ciertas coyunturas le impide ahora darse el gusto de poseer varias residencias y un avión, si cabe.

¿Desearía usted ser como Norman Foster? No es tan fácil. En primer lugar este señor es piloto y, en segundo, su quehacer no llega a ser tan confortador siempre. A los éxitos de la profesión se suman los fracasos en los concursos y malas o maliciosas críticas; a la alegría del hijo compartido con Elena Ochoa, se contrapone la muerte de su primera mujer, su propio cáncer, su infarto poco después y el anuncio clínico, supuestamente indiscutible aunque erróneo, de que apenas viviría tres meses más.

En el cristal y el acero de sus edificios se trasluce la tenacidad extraordinaria con la que Foster ha afrontado, desde sus comienzos, las adversidades, heraldos negros que también han jalonado su vida. Sus muchas construcciones, significativas y rutilantes, desde el ayuntamiento de Londres hasta el edificio Hearst en Nueva York, desde el gran banco de Hong Kong hasta el delicado viaducto de Milau, se erigen en destacados actores de este documental cuya fotografía, obra de Tito y Valentín Álvarez, los encanta hasta hacerlos bailables.

Fotografiar arquitectura requiere, obviamente, una destreza especial. Los edificios se comportan como bultos o como seres felices según la energía argumental que el objetivo extraiga del objeto. Como efecto final, el placer que brinda esta cinta procede, sin duda, de su sabor humano, pero también, ¿cómo no?, del muy sabroso saber del arquitecto. No en vano foster significa promover, impulsar cualquier cosa y aumentar con el envite su resplandor y su presencia.

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