La lucha de Pasqual Maragall llega a los cines

En un momento del filme, Pasqual Maragall, el ex presidente de la Generalitat del Estatut, el ex alcalde de la Barcelona olímpica, pide quedarse a solas con la cámara y con Carles Bosch, el director del documental Bicicleta, cuchara, manzana. "Quiero decirte algo". Su confesión, lo que descubre a Bosch y por extensión a los espectadores, es el motor de la película: el desmoronamiento de la memoria de un enfermo de alzhéimer. Porque Bicicleta, cuchara, manzana, que se estrenó ayer en las salas comerciales, no es un documental sobre Maragall y su enfermedad, diagnosticada muy al principio del proceso degenerativo neuronal, sino un retrato doloroso del avance del mal de alzhéimer, convertido casi en pandemia en el siglo XXI con, eso sí, Pasqual Maragall como guía.

"Yo fui candidato al Oscar, y ni aún así puedo comparar ese momento con cómo reacciona la gente en las salas tras el visionado del documental", apunta Bosch, un periodista reconvertido en director de documentales que rozó la gloria hollywoodiense con Balseros (2002). A Bosch le contrató la Fundación Maragall para realizar este trabajo. "No lo considero un encargo. Lo es de forma, no de fondo, porque yo hice equilibrios entre ser amigo y ser documentalista. Ahora, nunca tuve dudas sobre qué enseñar o no".

Durante casi dos años, la cámara sigue por un lado al político -incluidas entrevistas-confesión con la familia- y por otro ilumina al público sobre los avances científicos y la lucha en diferentes partes del mundo contra la enfermedad. "Yo fui filmando, filmando, porque puedes intuir hacia dónde va la historia, pero debes estar abierto a lo que ocurra de repente. Y necesitas ese material para que el resultado sea coherente". Entre esos regalos destaca como un pilar moral y familiar Diana Garrigosa, la esposa de Maragall, la auténtica protagonista del documental y la persona más lúcida de un filme lúcido y necesario.